El auge de las fuerzas ultraderechistas sacude Europa
Isabella Arria
En las elecciones al Parlamento Europeo, las formaciones de derecha y de ultraderecha ratificaron su marcha ascendente, en tanto que los partidos socialdemócratas, verdes y de izquierda sufrieron un marcado retroceso: de los 720 escaños, 497 pertenecerán al llamado bloque conservador o ultraderechista.
La lectura de los resultados muestra un alarmante panorama, en el que se ve debilitado el bloque centrista que aún domina la Eurocámara, ante el desencanto de los millones de electores por el accionar de los partidos tradicionales de centroizquierda y centroderecha, que han sido cómplices del desmantelamiento de conquistas laborales y derechos adquiridos y sistemas públicos de educación y salud.
Las elecciones dejan varios titulares y muchas interrogantes. El Partido Popular Europeo y los Socialdemócratas revalidan su primer y segundo puesto en la Eurocámara, los Verdes se desinflan, y la extrema derecha consolida un ascenso meteórico que es especialmente punzante en los países fundadores, analiza María Zornoza en Público.
Según las últimas estimaciones, el PPE lograría 189; 135 para S&D; 80 para los Liberales de Renovar Europa; 72 para Conservadores y Reformistas; Identidad y Democracia con 58, Los Verdes bajarían a 52 y la Izquierda a 36. Mientras que 98 son nuevos o se encuentran en los no inscritos, como es el caso de AfD o el Fidesz húngaro.
A priori, el impacto de la ola ultra es mucho más fuerte en los países que en la arquitectura de la nueva Eurocámara, que continúa contando con una mayoría centrista entre PPE, S&D y Liberales. Una de las claves será qué parejas de baile elegirán los populares para conformar mayorías que permitan la gobernabilidad para el próximo lustro.
El camino es incierto y cuenta con tres paradas claves: la composición de las nuevas familias políticas, la designación de los altos cargos y la maquinaria para el próximo lustro y la puesta en marcha de nuevas alianzas. Cabe recordar que el eje franco-alemán fue el motor de la UE y es allí donde el ascenso ultra se siente con más impacto.
«¿Está preocupada por el ascenso de las fuerzas de extrema derecha?», le preguntaron a Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo. «Tomaremos nota de los resultados. Primero tenemos que entender cómo ha votado la gente y a quién. En los próximos cinco años tomaremos decisiones que tienen impacto directo en el día a día de los ciudadanos: en agricultura, clima o competitividad. Tenemos que mostrar responsabilidad para formar mayoría», respondió.
Los 27 líderes de Estado y de Gobierno arrancan las negociaciones para designar la cúpula de los liderazgos de la UE con una cena informal en Bruselas el próximo 17 de junio. Úrsula Von der Leyen parte como favorita, tras hacer durante toda la campaña un ejercicio de equilibrismo para arañar votos de uno y otro lado del arco parlamentario.
En 2019, pasó el examen de la Eurocámara por la mínima de nueve votos. Lo logró haciendo concesiones a las fuerzas progresistas. Ahora intenta cortejar a fuerzas ultraconservadoras. Para ello, la ex ministra de Defensa de Angela Merkel presenta la imagen de lo que considera una extrema derecha digerible: pro-OTAN, pro-Estado de Derecho y pro-Ucrania.
En esta ultraderecha “digerible” entraría Giorgia Meloni, pero no Alternativa para Alemania o Reagrupación Nacional de Marine Le Pen, porque España y Alemania, aún en manos socialdemócratas, han dejado claro que no trabajarán con Von der Leyen si ésta se apoya en las fuerzas ultras.
La realidad
No se puede separar estos comicios de la realidad. Los telones de fondo son la guerra en Ucrania, el genocidio de la población palestina de Gaza por el régimen israelí, la confrontación económica y geoestratégica entre Pekín y Washington y la temida posibilidad de un regreso de Donald Trump a la Casa Blanca.
Pero no es solo que la ultraderecha haya arrasado: lo que han caído son la izquierda y los partidos centristas-equilibristas. Un “centro” incapaz de deslindarse de las tendencias neoliberales y muchas veces sumado a los extremismos de ultraderecha que propugnan la xenofobia y la desintegración europea.
Muchas esperaban una Europa capaz de actuar con equidistancia en las grandes pugnas internacionales y actuar como factor de estabilidad y sensatez en el panorama mundial. Lamentablemente, estos comicios alejan esa perspectiva, colocan al Viejo Continente en la vía de la desintegración y prefiguran una regresión política, social y económica que hasta hace unos años habría parecido inimaginable.
Es un Europa ganada por el temor, que marca la evidente crisis de las organizaciones políticas y sociales de entroizquierda e izquierda, que siguen perdiendo terreno en forma sostenida, dentro de sus países y a nivel europeo, carentes de proyectos claros y coherentes para superar los desastres sociales generados por la destrucción de los estados de bienestar constrídos en la segunda mitad del siglo pasado.
Hay viejos liderazgos que se van cayendo. En Francia, el presidente Emmanuel Macron anunció comicios anticipados, luego que cerca de 40 por ciento de los electores se inclinaron por la extrema derecha de Reagrupamiento Nacional (RN), que encabeza Marine Le Pen. En Bélgica, el partido del primer ministro Alexander de Croo, Open Vld, sufrió un grave revés, lo que llevó al gobernante a anunciar su renuncia.
Mientras, el partido socialdemócrata del canciller alemán, Olaf Scholz, obtuvo el peor resultado histórico, en tanto que conservadores y neonazis obtuvieron el primer y segundo lugares. La primera ministra italiana, las fascista Giorgia Meloni, cuyo partido, Hermanos de Italia, consolidó su fuerza, en tanto que en España el neofranquista Vox duplicó su votación anterior.
Para Von der Leyen, la larga jornada electoral deja dos mensajes. «El centro aguanta, pero es verdad que los extremos a ambos lados han recibido mucho apoyo. Por eso, desde el centro tenemos una responsabilidad porque queremos una UE fuerte y eficiente». El auge de las fuerzas ultras sacude la UE en su momento más crítico
El eje franco-alemán es el motor de la UE. Y ha sido en las dos potencias económicas más importantes donde el ascenso ultra se siente con más impacto. Las estimaciones publicadas hasta la fecha, que cuentan con gran precisión, anticipan un sorpaso de Alternativa para Alemania (AfD) a los socialdemócratas de Olaf Scholz. El partido con tentaciones nazi se hace con la plata y culmina un brutal ascenso que comenzó con su irrupción en el Bundestag en 2017.
En la actualidad hay siete familias: el Partido Popular Europeo (176); Socialdemócratas 139; liberales de Renovar Europa (102): Verdes (72); Conservadores (69); Identidad y Democracia (49); La Izquierda (37); y hay 61 no inscritos.
«¿Está preocupada por el ascenso de las fuerzas de extrema derecha?», le han preguntado a Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo. «Tomaremos nota de los resultados. Primero tenemos que entender cómo ha votado la gente y a quién. En los próximos cinco años tomaremos decisiones que tienen impacto directo en el día a día de los ciudadanos: en agricultura, clima o competitividad. Tenemos que mostrar responsabilidad para formar mayoría», ha respondido.
¿Y ahora qué, Von der Leyen?
A partir de ahora comienza la carrera de fondo para configurar la maquinaria del próximo lustro. Los 27 líderes de Estado y de Gobierno arrancan las negociaciones para designar la cúpula de los liderazgos de la UE con una cena informal en Bruselas que tendrá lugar el próximo 17 de junio. Von der Leyen parte como favorita, pero la victoria de los Populares en las urnas no le garantiza revalidar su puesto al frente de la Comisión Europea. Debe ser propuesta por los mandatarios y ratificada por los 720 nuevos eurodiputados.
La alemana ha hecho durante toda la campaña un ejercicio de equilibrismo para arañar votos de uno y otro lado del arco parlamentario. En 2019, pasó el examen de la Eurocámara por la mínima de nueve votos. Lo logró haciendo concesiones a las fuerzas progresistas. Ahora ha cambiado la estrategia y está intentando cortejar a fuerzas ultraconservadoras.
Para ello, la ex ministra de Defensa de Angela Merkel ha dibujado la imagen de lo que considera una extrema derecha digerible: pro-OTAN, pro-Estado de Derecho y pro-Ucrania. Aquí entraría Giorgia Meloni, pero excluye a otros como Alternativa para Alemania o Reagrupación Nacional de Marine Le Pen. España y Alemania, en manos socialdemócratas, han dejado claro que no trabajarán con Von der Leyen si esta se apoya en las fuerzas ultras.
Para Von der Leyen, la jornada electoral deja dos mensajes. «El centro aguanta, pero es verdad que los extremos a ambos lados han recibido mucho apoyo. Por eso, desde el centro tenemos una responsabilidad porque queremos una UE fuerte y eficiente», ha señalado que las urnas han hablado. Agregó que seguirá trabajando con los «pro-OTAN, pro-Europa y pro-Ucrania», es decir con Meloni.
*Periodista chilena residenciada en Europa, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)