Rebelión estudiantil en EEUU, contra el genocidio y sus cómplices de Washington

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Mirko C. Trudeau

Los estudiantes universitarios estadounidenses comprendieron que el silencio es complicidad y respondieron al establishment, incapaz de controlar la disidencia, con un masivo repudio a la guerra y el genocidio de Israel contra los palestinos y la complicidad de la cúpula estadounidense, tanto demócrata como republicana.

Una vez más los jóvenes son las guías morales, quienes nuevamente ofrecen un grito ante los crímenes contra la humanidad. Incapaz de ofrecer soluciones, en Nueva Yok la policía desalojó por la fuerza a los estudiantes de la Universidad de Columbia el último día de abril.

Muchos esperan que esta rebeldía estudiantil sea de nuevo la levadura para ayudar a frenar la barbarie israelí en Gaza que se comete con bombas estadounidenses y el aval del gobierno de Washington, señala David Brooks. No solo su grito: más de mil estudiantes fueron arrestados desde el 18 de abril, lo que multiplicó las protestas en todo el país.

El presidente Joe Biden cree que la ocupación de las instalaciones por parte de estudiantes es “un enfoque absolutamente equivocado” y “no es un ejemplo de protesta pacífica”, declaró el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, John Kirby.

Dura represión policial en Columbia

El último día de abril, decenas de manifestantes tomaron el edificio Hamilton de la Universidad de Columbia en Nueva York, bloquearon las entradas y desplegaron una bandera palestina por una ventana, luego que la institución educativa suspendiera a los activistas propalestinos que se negaron a desmantelar un campamento de tiendas de campaña en su campus neoyorquino, después que fracasaran las conversaciones que buscaban poner fin a la protesta.

Los estudiantes fueron evacuados violentamente en plena noche por cientos de efectivos de la fuerza policiales con cascos y escudos antidisturbios, que detuvieron a más de un centenar de ellos. Horas antes, el alcalde de la ciudad de Nueva York, Eric Adams, aconsejó a los manifestantes que se marcharan antes de que llegara la policía. “Aléjese de esta situación ahora y continúe su defensa por otros medios”, dijo. “Esto debe terminar ahora”.

El expresidente Donald Trump, en plena campaña electoral,  llamó al programa de Sean Hannity en Fox News Channel para comentar sobre la agitación en Columbia mientras se transmitían imágenes en vivo de la policía limpiando Hamilton Hall. Trump elogió a los oficiales.

“Nunca debería haber llegado a esto”, le dijo a Hannity. “Y deberían haberlo hecho mucho antes que antes de tomar el edificio porque habría sido mucho más fácil si estuvieran en tiendas de campaña en lugar de en un edificio. Y también se ha causado un daño tremendo”.

El presidente de la universidad, Nemat Minouche Shafik, dijo en un comunicado que días de negociaciones entre organizadores estudiantiles y líderes académicos no habían logrado persuadir a los manifestantes a retirar las docenas de tiendas de campaña instaladas para expresar su oposición al bombardeo de Israel en Gaza, con apoyo de EEUU.

Los campamentos de solidaridad se han extendido rápidamente por todo Estados Unidos y otros países aliados con Israel. Siguiendo el ejemplo que los estudiantes de la Universidad de Columbia, con su Campamento de Solidaridad con Gaza, las organizaciones universitarias de todo el mundo se han sumado.

Cuando la policía levantó por la fuerza un acampe de protesta en la Universidad de Columbia, los estudiantes de la Universidad de Yale ya estaban preparados y siguieron el minuto a minuto del caos subsiguiente a través de las redes sociales, señala el Washington Post.

Si los estudiantes de una universidad de élite de Nueva York estaban dispuestos a ser arrestados, ellos también. A la mañana siguiente, los manifestantes de Yale ya se habían instalado con sus propias carpas. Ese mismo día, en una videoconferencia por Zoom, 200 estudiantes de decenas de otras universidades de todo Estados Unidos ya planifican la manera de replicar la protesta de sus compañeros de Columbia, añade.

La revuelta universitaria fue escalando al fragor de las redes sociales, que hacen posible que los estudiantes estén comunicados en tiempo real y adopten tácticas impensables en movimientos estudiantiles del pasado. David Cortright, profesor emérito de la Universidad de Notre Dame, dice que las actuales manifestaciones ya son comparables con otros grandes movimientos de protesta de los últimos 60 años, incluida la campaña para terminar con el apartheid en Sudáfrica y las marchas contra la codicia de las corporaciones del movimientos Occupy Wall Street en 2011.

El movimiento ya se califica como uno de los levantamientos estudiantiles más importantes que Estados Unidos haya vivido en los últimos tiempos. Universidades tan lejanas como Sciences-Po en Francia han establecido campamentos, con grupos tan lejanos como la Unión Nacional de Estudiabtes de Suazilandia ofrecen declaraciones de apoyo y solidaridad.

La Universidad de Emory señaló que el objetivo de su campamento es «la desinversión total del apartheid ‘israelí y del estado policial de la ciudad”. Cal Poly Humboldt y la campaña urbana de la  Universidad de Illinois se han constituido como un modelo de acción de confrontación: la primera ocupando dos edificios del campus y la segunda usando pancartas y letreros reforzados para defenderse con éxito de la agresión policial.

En la Universidad de Brown, los estudiantes presentaron un manual de 50 páginas sobre cómo lograr que las universidades desinviertan en el sector armamentístico y en empresas cuyos principales negocios son con Israel, y dicen que podría aplicarse el mismo modelo adoptado por la universidad para desinvertir en la industria tabacalera en 2003 o combustibles fósiles en 2020. Por la crisis en Darfur, en 2006 Brown también retiró sus inversiones en empresas que hacían negocios con Sudán.

Muchos campamentos han cerrado filas entre sí y han utilizado tácticas innovadoras para hacer retroceder la violencia policial respaldada por los sionistas y participar en la eliminación exitosa de arrestos.

¿Libertad de expresión?

Es el poder –político, académico- el que viola los “principios sagrados” de la libertad de expresión que dicen velar y deja al descubierto la hipocresía con la que Washington condena a otros gobiernos por reprimir a estudiantes y manifestantes pacíficos, recurriendo a la represión con policías antimotines, incluyendo unidades antiterroristas y hasta la Guardia Nacional, deteniendo e intimidando a golpes a estudiantes y a veces sus profesores que salieron a defenderlos.

Los plantones, los acampes, las manifestaciones, se multiplican en más de 40 universidades, ahora sumando todo tipo de aliados, desde artistas famosos como Susan Sarandon, John Cusack y Tom Morello, rabinos, reverendos e imames, hasta una sobreviviente judía del Holocausto, líderes históricos como Angela Davis.

Y son los estudiantes que obligaron a la cúpula a responder a sus protestas, porque en toda reunion electoral del presidente Joe Biden o de su conrincante Donald Trump, la cena de corresponsales de la Casa Blanca, foros empresariales, que son interrumpidos por sus voces, acusando complicidad y crímenes contra la humanidad.

Pero no solo exigen el fin del genocidio en Gaza con apoyo estadounidense, sino también que se retiren inversiones en empresas que lucran con el negocio bélico y con Israel. Las autoridades académicas y políticas justifican sus órdenes de represión y castigo de estudiantes al acusar que los plantones y movilizaciones son antisemitas, empleando así la propaganda oficial de Israel de que toda crítica a ese país es antisemita.

Pero los estudiantes judíos son parte clave de esta oposición, y algunos de sus aliados, como Bernie Sanders entre otros judíos, han reiterado que criticar al gobierno derechista de Israel por sus crímenes y atrocidades no tiene nada que ver con el antisemitismo.

*Politólogo y analista estadounidense, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)