La ola de ultraderecha llega a Uruguay
Además de la alternancia en el gobierno después de tres lustros de gobiernos progresistas, sin dudas la novedad más relevante del último ciclo electoral fue que por primera vez un partido completamente nuevo obtuvo un resultado muy exitoso, consolidándose como actor clave con la llave de las mayorías parlamentarias y de parte del rumbo del gobierno. Cabildo Abierto nació de manera formal en el verano de 2019, absorbiendo a la derecha más radical de los partidos Nacional y Colorado, a la “familia militar” y a diversos núcleos de reacción antifrentista.
Cabe todavía profundizar y matizar las consideraciones en este sentido, puesto que aún no se ha estudiado a fondo el perfil del electorado y los motivos del voto por Cabildo Abierto. No obstante, entre los votos cabildantes de 2019 es posible identificar a franjas considerables pertenecientes a sectores populares, incluso ex votantes del expresidente José Mujica, que vieron en Guido Manini Ríos, principal figura del partido, un liderazgo carismático que les daba respuestas a reclamos inmediatos, sobre todo en temas acuciantes de seguridad.
Pero también ese electorado está expresando que Uruguay, tal vez de una manera más gradual que en otros países de América Latina y de Europa, está procesando en su sociedad un giro hacia visiones más críticas sobre el funcionamiento de la democracia, los partidos políticos y la política. Esto ocurre en forma simultánea al crecimiento del prestigio de las Fuerzas Armadas y a un corrimiento general de la opinión pública hacia posiciones más a la derecha, así como una erosión en el recelo tradicional hacia posturas militaristas y de ultraderecha.
Todo ello emerge en medio de un incipiente pero efectivo clima de “guerra cultural”, con el foco enemigo del progresismo y la reiterada invocación a la “dictadura de lo políticamente correcto”. Quien ha venido a expresar, en parte, esa nueva sensibilidad como un auténtico “cisne negro”, con posiciones a menudo ultristas de sus militantes y dirigentes, ha sido precisamente Cabildo Abierto.
Un partido con historia
El surgimiento de Cabildo Abierto asombró a muchos en febrero de 2019. Sin embargo, en cuanto a su origen, cabe señalar que Cabildo Abierto no nació por generación espontánea. En primer lugar, su emergencia tuvo que ver en forma directa con el malestar suscitado entre militares retirados y civiles vinculados a la última dictadura (1973-1985) ante el incio a partir de 2005 de procesos judiciales contra responsables del terrorismo de Estado. Fue, también, una respuesta al despliegue de políticas públicas de reparación y memoria en relación al pasado dictatorial y de autoritarismo de los años previos al golpe de Estado de 1973.
Los siguientes acontecimientos constituyen antecedentes estrechamente vinculados con el surgimiento de Cabildo Abierto: el surgimiento entre fines de 2010 y comienzos del 2011 del grupo de militares retirados llamado Foro Libertad y Concordia, el despliegue de iniciativas para recaudar fondos para la defensa de los militares y civiles sometidos a la justicia y la organización de diversos sitios web, medios digitales y grupos vinculados con la promoción de sus ideas ante la opinión pública y en las redes sociales (el más representativo fue el foro web Uruguay Militaria). Otro factor importante es el vínculo creciente con organizaciones y redes internacionales de ultraderecha como la Unión de Organizaciones Democráticas de América (UnoAmérica).
Todas estas iniciativas se asociaron con la acción pública de connotadas figuras vinculadas con la última dictadura civil-militar, que desde el principio ocuparon posiciones de liderazgo y organización en filas cabildantes. Entre otros, pueden destacarse los casos de Enrique Mangini, Eduardo Radaelli y Antonio Romanelli, entre otros. Una de las personas de mayor confianza de Manini Ríos, Mangini es exintegrante de la Juventud Uruguaya de Pie (JUP), organización juvenil de extrema derecha liderada por uno de los hermanos mayores de Manini Ríos y muy activo entre 1970 y 1974. Mangini ha sido sindicado como responsable del asesinato del estudiante Santiago Rodríguez Muela en 1972.
También fue guardaespaldas del general de la dictadura Iván Paulós, integrante de organizaciones de ultraderecha como UnoAmérica y dueño de la casa en el que se realizaron en 2018 y 2019 reuniones políticas con Manini Ríos y numerosos militares jubilados. Otro hombre de extra confianza de Manini Ríos, el exoficil militar Radaelli, fue extraditado y procesado en Chile por el secuestro y asesinato del químico Eugenio Berríos, represor bajo la dictadura de Pinochet, cuyos restos aparecieron enterrados en una playa uruguaya en 1995. Radaelli ha sido fundamental en los trabajos de conducción y financiamiento de Cabildo Abierto. Y Romanelli, por su parte, cumplió funciones como custodio en una de las principales cárceles para presos políticos durante la dictadura, y ha sido denunciado por torturas, malos tratos y antisemitismo.
En diciembre de 2018 se anunció públicamente la formación del Partido Movimiento Social Artiguista, antecedente directo de la creación formal de Cabildo Abierto. Bastante antes de su destitución como jerarca militar, sonó fuerte el nombre del general Guido Manini Ríos, quien acabó siendo el candidato presidencial y líder del novel partido.
La emergencia política de un caudillo militar
La designación de Manini Ríos primero como general en 2011 y luego como comandante del ejército en 2015 parece sólo poder explicarse desde la lógica de la clásica concepción del “encuentro de los combatientes”, ese extraño vínculo que acercó—tal vez todavía acerca—al MLN-Tupamaros, la principal guerrilla izquierdista surgida en la década de 1960, y a los militares que abrevan de la tendencia más nacionalista y extrema de la pasada dictadura (1973-1985), impulsores del nuevo partido político. La idea de subyace a este concepción de los “combatientes” alude a la preeminencia que tanto el Ejército como en la guerrilla otorgan a la lucha armada como forma de enfrentamiento.
En sus casi cinco años como comandante entre 2015 y 2019, Manini Ríos violó normas constitucionales e institucionales, con permanentes pronunciamientos de corte político. El principal legado de la política militar impulsada por ex Tupamaro Eleuterio Fernández Huidobro durante su pasaje por el Ministerio de Defensa durante los gobiernos de los izquierdistas Tabaré Vázquez y José Mujica (desde julio de 2011 hasta su muerte en agosto de 2016) fue, precisamente, la proyección militar y política de Manini Ríos. En sus casi cinco años como comandante entre 2015 y 2019, Manini Ríos violó normas constitucionales e institucionales, con permanentes pronunciamientos de corte político.
También protagonizó numerosos incidentes con fuerte impacto político: en forma permanente utilizó las redes sociales para emitir mensajes contestatarios a la política de derechos humanos del gobierno y a los juicios contra militares acusados por sus responsabilidades durante el terrorismo de Estado durante la dictadura; emitió discursos arengando a sus tropas con neto tono político; transgredió en forma reiterada las estrictas normas de laicidad en el desempeño de su cargo; se enfrentó con dureza con las organizaciones de familiares de detenidos desaparecidos, quienes lo acusaron en forma reiterada de obstaculizar la búsqueda de los restos óseos; se enfrentó públicamente con ministros y legisladores del gobierno en la defensa de demandas del ejército, en particular respecto a los cambios introducidos en el servicio de pensiones y jubilaciones militares; entre otros episodios que fueron sancionados recién al final de su gestión.
También fue ese protagonismo inédito en un oficial de su rango lo que lo convirtió en el primer caudillo militar luego del final de la dictadura. Esos desbordes fueron consentidos reiteradamente hasta que el presidente Vázquez lo cesó finalmente en marzo de 2019, luego de una crítica virulenta al Poder Judicial y de haber entorpecido el pasaje a la justicia de la confesión de connotados represores de los tiempos de la dictadura ante un “tribunal de honor” al que habían sido sometidos. Estos órganos colegiados juzgan la conducta militar desde el punto de vista ético finalizando con un informe que se eleva al comandante en jefe, que puede incluir sugerencias de sanciones cuya ejecución efectiva reacae en el Poder Ejecutivo.
El motivo final del cese de Manini Ríos como comandante en jefe del Ejército fue un escrito que elevó al presidente deslegitimando al Poder Judicial como poder imparcial e independiente en los juicios contra exmilitares acusados por terrorismo de Estado. A esto se agregaba la demora en elevar a la justicia los antecedentes de una confesión de José Gavazzo (connotado represor por entonces en prisión domiciliaria por sus crímenes durante la dictadura) ante un tribunal de honor conformado por generales. Con posterioridad la Fiscalía inició un juicio penal por este hecho contra Manini Ríos, el que fue elevado a la justicia civil. Finalmente, después de las elecciones de 2019 que consagraron el triunfo de la “coalición multicolor” el ya electo senador Manini Ríos se amparó en sus fueros parlamentarios, a pesar de haber señalado en forma reiterada que no lo haría y que respondería a la justicia. También ha acusado a los fiscales de actuar en su contra “mandatados por el poder político”.
Así pues, en marzo del 2019 Manini Ríos se iba del ejército en el momento justo, afianzado como caudillo de una institución que durante las últimas décadas, con un interregno breve durante el primer gobierno de Vázquez, no sólo no se democratizó sino que cada vez más confirmó como cuerpo la convicción de haber sido perjudicada, en particular pero no únicamente durante los gobiernos progresistas. Manini Ríos respondió a su destitución con una dura comunicación contra el gobierno utilizando los canales oficiales de la comandancia, en una actitud también inédita por la que tampoco fue sancionado. Muy pocos días después, aceptaba en conferencia pública la candidatura presidencial por el recién formado Cabildo Abierto.
En suma, el caudillo militar Guido Manini Ríos, luego devenido en forma acelerada en exitoso dirigente político, nació como expresión de una política militar al menos peligrosa, identificada con la acción de Fernández Huidobro e implementada durante buena parte de la presidencia de Mujica y del segundo mandato de Vázquez. Fue allí que realmente empezó una acumulación política que finalmente se confirmó en el terreno electoral en octubre de 2019.
La formación de nuevos elencos y la concreción de una agenda temática
Ya como candidato oficial del novel partido, Manini Ríos no se preocupó mucho en moderar inicialmente sus flancos más controversiales. En su discurso de campaña en 2019 no matizó sus ideas más extremistas, aunque reiteró el estilo clásico de negarse a aceptar su ubicación ideológica entre derechas e izquierdas, advirtiendo sin embargo que lo que sí podía asegurar era que en ningún campo su postura era “centrista”.
En la misma línea, en una de sus primeras apariciones públicas como presidente de Cabildo Abierto, Guillermo Domenech sostuvo que el nuevo partido “no es de izquierda ni de derecha” y agregó: “en lo personal, soy ambidiestro”. En varias ocasiones se han definido como nacionalistas, lo cual se corresponde con la conformación de un imaginario y una retórica que los posiciona como apolíticos, defensores de un bien común y desideologizados.
Cabildo Abierto no ocultó en sus listas la presencia de figuras denunciadas por su asociación con prácticas de terrorismo de Estado durante la dictaduraCabildo Abierto no ocultó en sus listas la presencia de figuras denunciadas por su asociación con prácticas de terrorismo de Estado durante la dictadura. No escondió tampoco sus visiones por lo menos complacientes sobre este período, como tampoco la participación en sus filas de muchos ex integrantes de la JUP, organización acusada de entablar vínculos con grupos paramilitares en los años 60 y 70. Manini Ríos y su partido han sido un imán para la incorporación de jóvenes extremistas filonazis, denunciados por la prensa.
En su presentación pública Cabildo Abierto se ha esforzado por no ser identificado como un “partido militar”. Sin embargo, una vez finalizada la contienda electoral y desde los primeros meses de la incorporación de Cabildo Abierto a la coalición de gobierno fue notoria la afluencia de militares retirados y sus allegados en cargos públicos. El entonces diputado Eduardo Lust—abogado, profesor de derecho y activo militante en contra de las plantas de procesamiento de celulosa que se encuentra autoexcluido del partido desde febrero de 2023—denunció la existencia de una cúpula militar, que solía reunirse en locales partidarios y en domicilios particulares para fijar el rumbo en múltiples ámbitos. Poco después, en una conversación grabada sin su conocimiento, el diputado sostuvo que la mitad de Cabildo Abierto estaba integrada por personas que habían sido torturadores.
En lo que atañe a los perfiles de quienes encabezaron las listas parlamentarias en todos los departamentos del país durante la primera vuelta de octubre de 2019, cabe reparar en la ausencia de militares en los primeros lugares, ocupados por individuos que como común denominador afirmaban ser recién llegados a la política, aunque esto no fuera estrictamente así. En la cámara de diputados logró 11 de los 99 escaños con una bancada que quedó conformada por ocho varones y tres mujeres. Entre los diputados los perfiles son variados. Un mecánico naval, un piloto comercial, una empleada doméstica, un pescador jubilado, un veterinario y un propietario de un local de electricidad en una ciudad limítrofe con Brasil son algunas de las ocupaciones de los diputados de Cabildo Abierto, que en su mayoría había militado antes en los partidos Nacional y Colorado.
Se ha señalado con acierto que el conjunto de legisladores que asumió en representación de Cabildo Abierto el 1 de marzo de 2020 presentó una impronta similar a la de la bancada evangelista en la legislatura anterior. En su mayoría se presentaron públicamente levantando las consignas de la restauración de los valores tradicionales en la familia y del rechazo a la “ideología de género” y a la educación sexual en las escuelas.
En el Senado, Cabildo Abierto logró tres de los 30 escaños. Además de Manini Ríos (postulado en la primera vuelta electoral tanto a la Presidencia de la República como al Senado), los otros dos senadores en funciones habían ocupado previamente cargos de gobierno. El abogado y escribano Domenech tuvo actuación pública durante la dictadura, oficiando entre otras funciones como abogado sumariante y promotor de destituciones de varios docentes. Entre 1990 y 2019 ocupó la titularidad de la Escribanía de Gobierno, adhiriendo al herrerismo (sector liberal conservador del Partido Nacional) hasta la fundación del Movimiento Social Artiguista, el movimiento de militares y civiles que impulsó la concreción de Cabildo Abierto.
Elegido por Manini Ríos como su compañero de fórmula, en la campaña de 2019 resaltaron sus dichos contra “la ideología de género” (se le escucharon frases del tipo “dentro de poco nos van a imponer una ley de homosexualidad obligatoria”) y su apelación a que Dios había llevado a la política partidaria a Manini Ríos como un “Artigas reencarnado”. La referencia alude a la figura que en Uruguay se reconoce como prócer del proceso de independencia de las primeras décadas del siglo XIX.
Otro representante militar del novel partido en el senado era el coronel jubilado Raúl Lozano, quien asumió en lugar de Irene Moreira, esposa de Manini Ríos, hija de un coronel retirado, militante herrerista desde su juventud, que ocupó la titularidad del Ministerio de Vivienda y Ordenamiento Territorial hasta mayo de 2023. Lozano fue director del Servicio de Material y Armamento del Ejército y asistente, durante el gobierno del Frente Amplio, del Ministro de Defensa José Bayardi en la UNASUR.
Además de manifestar, desde su banca en el Senado, en reiteradas oportunidades la necesidad de “rediscutir la legalidad del aborto”, despenalizado en el país desde el 2012, Lozano ha tenido una actitud de reivindicación de la participación militar durante la dictadura y en los años previos. En mayo de 2023, el Presidente Lacalle Pou le pidió la renuncia a la Ministra Moreira luego de que esta le adjudicara directamente una vivienda a una militante de Cabildo Abierto. Desde entonces, retomó su banca en el Senado y Lozano asumió como Ministro de Vivienda.
Tanto el líder de Cabildo Abierto como otros de sus integrantes con cargos públicos han manifestado abiertamente posturas y adherido a tópicos que coinciden con las actitudes y principales banderas de las nuevas derechas. Ha sido frecuente por parte de Manini Ríos, así como de los otros dos senadores del partido y de algunos diputados, la permanente deslegitimación de la justicia (lo que en ocasiones se ha tornado en un ataque directo), en especial en sus acciones contra los represores de la dictadura, a quienes han defendido en forma monolítica.
A pesar de respaldar en términos muy generales la economía de mercado, las principales figuras de Cabildo Abierto distan de ser liberales clásicos en lo económico y han manifestado con frecuencia disidencias respecto a la línea dominante en el equipo económico del gobierno de Lacalle Pou, de neto cariz liberal. Se reconocen católicos, con reiteradas referencias elogiosas al hispanismo, en la actualidad remozado por un neofranquismo que se expande más allá de las fronteras ibéricas.
De esa matriz abreva un imaginario conservador que sustenta propuestas de políticas sociales asistencialistas y la invocación a “los humildes”, en clave de una visión de armonía social que reivindica las jerarquías entre las clases sociales y los géneros.
Asimismo, otra de las banderas del partido ha sido la denuncia de la “globalización liberal”, invocando vagas expresiones antiimperialistas e incluso refiriendo en términos negativos a la “oligarquía” y a la especulación financiera, colocándose del lado del “pueblo” y de lo “nacional”. En relación con su perspectiva geopolítica, el primer viaje que Manini Ríos realizó al exterior durante la campaña fue a Brasília, en donde entre otras actividades se reunió con el general retirado Hamilton Mourâo, compañero de fórmula de Bolsonaro y vicepresidente de Brasil entre 2019 y 2022. Manini Ríos expresó en forma pública su adhesión a Bolsonaro—siendo todavía comandante en jefe, el 12 de enero de 2019 lo pudo saludar personalmente, al concurrir a la ceremonia de asunción del nuevo comandante del ejército brasileño, general Edson Pujol—, así como su pleno respaldo al golpe de Estado en Bolivia contra el expresidente Evo Morales en noviembre de 2019.
En forma unánime, Cabildo Abierto está duramente enfrentado con los nuevos feminismosEn forma unánime, Cabildo Abierto está duramente enfrentado con los nuevos feminismos y a lo que llaman “ideología de género”, así como la totalidad de los temas que forman parte de la denominada “nueva agenda de derechos”. La idea de un “Uruguay destruido” —por la corrupción política, el estancamiento económico y la decadencia en el plano de los valores— fue central en la retórica electoral de Cabildo.
Sus leitmotiv exigían: “No más delincuencia, no más despilfarro de la clase política, no más transgresiones en el orden moral”. En consonancia con estas definiciones enarbolaron el eslogan “Se acabó el recreo”, acompañado por un conjunto de propuestas para restaurar el respeto a la autoridad en distintos niveles, que comprenden desde la exigencia de mayor respeto a la investidura policial hasta la restauración de roles tradicionales de género como base de la sociedad.
Balance e interrogantes de cara al futuro
En estos cuatro años Cabildo Abierto ha impulsado varios proyectos de ley con modificaciones profundas sobre el Poder Judicial y la acción de las fiscalías (en particular en lo referente a los juicios contra ex represores). Logró incrementos salariales para los militares y lideró una campaña de recolección de firmas para lograr plebiscitar la legislación que regula la usura, ubicándose del lado de los deudores. En ocasiones, incluso, ha coincidido con la oposición de izquierda en cuestiones de defensa ambiental o en las críticas a la reforma jubilatoria impulsada por el gobierno y al proyecto de ley que apunta a regular la imparcialidad de los medios masivos de comunicación.
Hasta 2023 fue, indudablemente, el socio más díscolo de la coalición de gobierno pero no había estado sobre la mesa de discusión su permanencia en ella, como ocurrió a partir del mes de mayo con la primera de las varias crisis que llevaron a Manini Ríos a criticar el modelo “presidencialista” y “personalista” de Lacalle Pou.
En la actualidad las encuestas ubican sus proyecciones electorales por debajo de lo que fue la exitosa performance de 2019. Por otra parte, su presencia cotidiana en los medios y en la acción política pública a lo largo de estos cuatro años ha contribuido a su “naturalización” como actor político llegado para quedarse. Sin embargo, esta nueva derecha ha demostrado tener claras proyecciones ultristas, que por lo menos alertan sobre posibles desarrollos a mediano plazo en un escenario regional cambiante y en un contexto de nueva ola de ascenso de derechas alternativas en la región y en el mundo.
Por cierto que la inscripción de Cabildo Abierto en el marco de una democracia sólida y de partidos como la uruguaya ha amortiguado en la práctica varias de las aristas más controversiales de su programa. Pero, pese a su vieja “vocación isleña”, alimentada desde adentro y desde afuera, el Uruguay no es una isla dentro del contexto político e ideológico del continente. En tiempos de reacción global antiprogresista y avance de las nuevas derechas no está de más recordarlo.
*Broquetas es historiadora. Profesora Agregada de la Universidad de la República de Uruguay, Caetano es historiador. Profesor titular de la Universidad de la República de Uruguay. Ambos coordinaron la publicación Historia de los conservadores y las derechas en Uruguay. Siglos XIX- XXI (tres volúmenes) y son responsables del Grupo de Estudios Históricos sobre las Derechas en Uruguay. Original en inglés en la revista NACLA Report.