Integración: reticencias en Colombia

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Leopoldo Puchi

En agosto de 2022 la ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, anunció que el país podría empezar a importar gas de Venezuela debido a que se estima que en el futuro próximo la producción local será insuficiente y que es necesario “comenzar a recibir gas del exterior sin esperar el día en que se agoten las reservas propias”, lo que está previsto para seis u ocho años.

En este sentido, el embajador de Colombia en Venezuela, Armando Benedetti, dijo que “la compra debería hacerse desde ya, antes de que se acaben las reservas”, lo que parece ser una postura razonable ya que se extiende en el tiempo la producción propia mientras que la parte importada representaría solo una fracción del consumo durante un período mayor.
Fertiliantes
Una expropiación a la vista? Colombia interviene Monómeros, la empresa  venezolana confiscada por Guaidó (y que es clave para Iván Duque) - RT
José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda, reiteró hace pocos días que el gobierno colombiano tiene la intención de importar gas venezolano, como parte de los cambios que se proyectan de cara a la transición energética, aunque sería en volúmenes menores de lo previsto porque ha habido nuevos descubrimientos de gas natural en Colombia. También apuntó que “el gas es un insumo fundamental” para la empresa de fertilizantes Monómeros, que cubre el mercado interno.
Por su parte, el ministro de Comercio, Germán Umaña, destacó que Venezuela “tiene reservas inmensas de gas” por lo que sí estaría planteada la “complementariedad” entre los dos países. “Si se estudia el mapa del gas en Venezuela, están a 80 kilómetros de poder surtir a zonas que no tienen suficiente oferta en Colombia”, aseguró Umaña.
Gasoducto
Venezuela prepara envío de gas por tubería a Colombia - BNamericasComo se sabe, entre los dos países ya existe un gasoducto de aproximadamente 225 kilómetros que parte de Maracaibo hasta la costa colombiana en La Guajira, con una capacidad de transportar 150 millones de pies cúbicos diarios. Aunque no ha estado en operación en los últimos años, no ha sido desmantelado y están previstas obras de mantenimiento que incluyen la sustitución de algunos segmentos de tubería, la reparación de compresores y válvulas y la actualización de parte de los sistemas de monitoreo.
Álvaro Uribe
Desde un primer momento, el anuncio de la importación de gas desde Venezuela generó controversia en la política colombiana y algunos sectores liderados por Álvaro Uribe se han opuesto a la idea argumentando que “no se puede depender del gas natural venezolano”.
Para sostener esta posición, se ha recurrido, como justificación o paralelismo, a la situación creada en Europa por la guerra de Ucrania, como si la relación entre Venezuela y Colombia pudiera interpretarse en clave de la complejidad histórica de las relaciones de Rusia con Occidente y de las guerras europeas a lo largo de siglos. Un auténtico despropósito.
Reticencia
Chávez y Uribe inauguraron el gasoducto Transoceánico - Infobae
Otras épocas: Chávez y Uribe inauguraron el gasoducto Transoceánico

Esta reticencia de un sector de la clase política colombiana a reiniciar un proceso de integración con Venezuela ha dado lugar a presiones sobre los propios funcionarios ministeriales de Gustavo Petro, que se han visto acosados con argumentos “nacionalistas” que invocan “la seguridad”.

En este marco, la ministra Irene Vélez ha modificado su posición y ahora dice que Colombia no le comprará gas a Venezuela. “Eso no va a pasar”, dijo en una entrevista a Semana. Como excusa, expresó que “se desconoce el estado actual del gasoducto” y que hay “hasta 11,4 años en reservas posibles”.
Integración
Ahora bien, estas controversias son comprensibles en una situación como la de Colombia en la que los intereses tradicionales se resisten a los cambios y explotan fisuras y contradicciones. Lo importante a resaltar, aunque momentáneamente se detenga el avance de los acuerdos sobre el gas natural, es que se ha avanzado mucho en poco tiempo.
Recientemente, Venezuela y Colombia firmaron un acuerdo comercial para fomentar el intercambio y la integración, un convenio que ha tenido amplio respaldo en los sectores empresariales y en las poblaciones fronterizas. Esta iniciativa se suma al acuerdo bilateral de protección de inversiones, que supone un reajuste arancelario y de las normas de origen para bienes y productos.

A pesar de las discrepancias, son altas las expectativas de que pronto pueda anunciarse la creación de las zonas de integración fronteriza, en particular en el espacio del Táchira y el Norte de Santander, que combinen el desarrollo industrial y el social. Algo que está en el interés de la población venezolana y colombiana, de gobierno y oposición. Es difícil que las reticencias paralicen un proceso de integración tan necesario.