Integración: reticencias en Colombia
Leopoldo Puchi
En agosto de 2022 la ministra de Minas y Energía de Colombia, Irene Vélez, anunció que el país podría empezar a importar gas de Venezuela debido a que se estima que en el futuro próximo la producción local será insuficiente y que es necesario “comenzar a recibir gas del exterior sin esperar el día en que se agoten las reservas propias”, lo que está previsto para seis u ocho años.

Como se sabe, entre los dos países ya existe un gasoducto de aproximadamente 225 kilómetros que parte de Maracaibo hasta la costa colombiana en La Guajira, con una capacidad de transportar 150 millones de pies cúbicos diarios. Aunque no ha estado en operación en los últimos años, no ha sido desmantelado y están previstas obras de mantenimiento que incluyen la sustitución de algunos segmentos de tubería, la reparación de compresores y válvulas y la actualización de parte de los sistemas de monitoreo.Esta reticencia de un sector de la clase política colombiana a reiniciar un proceso de integración con Venezuela ha dado lugar a presiones sobre los propios funcionarios ministeriales de Gustavo Petro, que se han visto acosados con argumentos “nacionalistas” que invocan “la seguridad”.
Recientemente, Venezuela y Colombia firmaron un acuerdo comercial para fomentar el intercambio y la integración, un convenio que ha tenido amplio respaldo en los sectores empresariales y en las poblaciones fronterizas. Esta iniciativa se suma al acuerdo bilateral de protección de inversiones, que supone un reajuste arancelario y de las normas de origen para bienes y productos.