La remoción de Lasso asoma en el horizonte político ecuatoriano
Eloy Osvaldo Proaño
Unos minutos después de que el banquero presidente Guillermo Lasso reconociera la respuesta mayoritaria que dijo ‘NO’ al referéndum que él propuso y convocara a los demás partidos políticos a promover un gran acuerdo nacional, el expresidente Rafael Correa rechazó el mensaje y llamó a removerlo antes de que termine su mandato.
El mapa político de Ecuador ha tomado un giro a la izquierda en las elecciones municipales celebradas el domingo pasado, que favorece y mucho al partido de la Revolución Ciudadana del expresidente progresista Rafael Correa, cuya meta es volver al gobierno, Los ecuatorianos están desencantada: nueve de cada 10 personas afirman no tener confianza en el gobierno, según el Barómetro de Corrupción, de la Fundación Ciudadanía y Desarrollo.
“Debemos superar el simplismo de que democracia es esperar elecciones cada cuatro años. Lasso es un gran fraude, cómplice de la destrucción de la Patria, y constitucionalmente debe ser removido”, apostilló el exiliado Correa.
La elección del domingo también fue un revés para el gobierno de Lasso, acusado de corrupción en los Pandora Papers. porque la oposición correísta dominaría el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS), encargado de designar a autoridades de control y que fue soporte para el Gobierno.
La ventaja alcanzada en las elecciones seccionales y el descontento ciudadano son factores que allanan el camino de un posible retorno de Crrea, sobre quien pesa dos sentencias ejecutoriadas, y dos boletas de prisión. Pero el camino no parece estar cerrado ni bloqueado, y todo depende de las cortes Nacional y Constitucional,
“¿Quién quisiera unirse a Lasso?”, pregunta el analista Ramiro Aguilar, ofendido por la campaña del gobernante al generalizar el calificativo de “narcos” y “antipatrias” a quienes votaran por el “No” a su consulta. Añadió que el gobierno de Lasso queda “muy debilitado”, al punto de que incluso podrían surgir voces para que se acorte su mandato de cuatro años, que debería concluir en 2025.
La figura de la “muerte cruzada” parece ser un escenario probable, por el cual el mandatario podría disolver la Asamblea Nacional (Parlamento), adelantar las elecciones y gobernar un año por decretos. Pero también la Asamblea podría retomar el trámite de la destitución del gobernante, apoyada en un caso de supuesta corrupción que salpica al círculo cercano del mandatario.
Termómetro
Sin dudas las elecciones regionales y municipales del domingo último, son un termómetro para las presidenciales de 2025 y constituyen un duro revés para el gobierno neoliberal. . El oficialismo, con una reprobación popular cercana al 80 por ciento, no conquistó ninguna prefectura provincial, y había confiado todo al referéndum, una consulta con ocho enmiendas a la Constitución, donde el pueblo contestó que NO a todas ellas.
El gobierno, en una intensa campaña mediática y publicitaria, anticipaba una cómoda victoria en la consulta, de acuerdo a los sondeos previos que financiaba, como uno de la encuestadora Cedatos, realizado el día previo a la votación, que reflejaba una opinión favorable a las ocho preguntas que oscilaba entre el 59 y el 74 por ciento.
En su alocución del lunes por la noche, tras su largo silencio, Lasso interpretó que el rechazo obedece a que la gente está cansada de los pleitos entre políticos y demanda de ellos un trabajo coordinado para atender asuntos prioritarios como la seguridad, empleo, salud, educación y asistencia social, un mensaje que no convenció a nadie.
Correa terminó su mensaje con la frase “el mandato está revocado”, algo que intentó hacer la Asamblea Nacional contra Lasso el año pasado pero no tuvo los votos suficientes para lograr su destitución. Ahora cambió el mapa político.
La consulta popular fue concebida como una tabla de salvación para un gobierno débil y desprestigiado, y terminó convertida en cortina de humo para ocultarle al país los escándalos de corrupción que salpican al propio banquero presidente.
La ciudadanía comprendió que al gobierno no le interesa resolver los problemas de fondo que afectan al país; solo intentaba dar un golpe de efecto que la permitiera contener el acelerado deterioro de su imagen pública. La población mostró estar totalmente decepcionada con las desastrosas políticas de su administración, de manera especial con el intento de arremeter a sangre y fuego contra las comunidades que se resisten al extractivismo minero y petrolero.
La Revolución Ciudadana, la organización encabezada por el expresidente Rafael Correa, afianzó su poder con siete prefecturas, las de Imbabura Pichincha, Santo Domingo, Guayas, Manabí, Azuay, Sucumbíos. Entre ellas están las tres provincias con mayor población del país.
Le sigue Pachakutik, organización política de raíz indígena, que consigió las prefecturas de Cotopaxi, Tungrahua, Bolívar, Morona Santiago, Napo y Santa Elena, manteniendo su hegemonía en las tres provincias centrales del país, con importante influencia indígena, además de dos provincias amazónicas y una de la costa.
El Partido Social Cristiano sufrió su mayor revés en tres décadas al perder la prefectura del Guayas y en esta elección se alzó con apenas tres prefecturas, la de Esmeraldas, Los Ríos y El Oro, mientras que la Izquierda Democrática logró las de Chimborazo y Loja.
Una de las organizaciones más golpeadas en los comicios es CREO, partido de gobierno que solo tiene la representación provincial de Cañar, en una alianza con Sociedad Patriótica y SUMA. Este último partido también tiene la prefectura de Zamora, mientras que Unidad Popular y Sociedad Patriótica en alianza tendrán la prefectura de Orellana.
Mientras, dos prefecturas serán de movimientos locales, la de Pastaza con la Alianza Ánimo y la de Carchi con el Movimiento Conservador.
Con el rabo entre las patas
Lasso recién y se pronunció la noche del lunes sobre los datos oficiales, aceptó los resultados adversos y dijo –a lo Perogrullo- que si se juntara a quienes votaron a favor y en contra de la consulta popular se encontraría que tienen en común las mismas aspiraciones: más seguridad, mejor educación, mejor salud, más trabajo, mejores empleos y salarios, y reducción del costo de la vida.
“Lo que ocurrió el domingo fue un llamado del pueblo al Gobierno y no vamos a eludir esa responsabilidad, pero también lo fue a toda la dirigencia política y el Estado. El pueblo ecuatoriano nos ha pedido a todos los partidos y agrupaciones que dejemos de abonar rencillas entre nosotros y nos pongamos de una vez por todas a solucionar los problemas urgentes y concretos de nuestra gente”, interpretó Lasso.
Muchos analistas hablan de una eventual desbandada en el Gobierno y señalan que muchos colaboradores podrían empezar a abandonar el barco con tiempo, ante la posibilidad de que empiecen a ejecutarse maniobras para acortar el periodo.
Tras el suicidio (político) de Lasso, en el horizonte cercano se vislumbra la destitución del banquero presidente. Ya nadie quiere aparecer cerca de él.
*Analista e investigador ecuatoriano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)