Viraje de Lacalle: Uruguay nombra embajador en Venezuela
Luvis Hochimín Pareja |
La cancillería uruguaya decidió pedirle al gobierno de Venezuela, que encabeza Nicolás Maduro, que acepte la designación como embajador en ese país de Eber Da Rosa. Es el mismo Maduro a quien Luis Lacalle Pou decidió no invitar a su asunción como presidente y calificó en aquel momento de dictador.
Da Rosa fue senador e intendente del departamento de Tacuarembó, y es dirigente del Partido Nacional (del presidente Lacalle), integrante de la coalición multicolor de derecha que gobierna el país, cuyos integrantes muestran diferentes reacciones: mientras al Partido Colorado le “inquieta” que el gobierno quiera tener un embajador en Venezuela, Cabildo Abierto no tiene “ninguna objeción” y sería “una muestra de realismo político”
Uruguay quiere tener embajador en Caracas y ello marca hoy un eslabón en la cadena de fracasos con la que Estados Unidos impulsó en la región el aislamiento de Venezuela, señaló Daniel Caggiani, del Frente Amplio, que integra la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado. “Sin duda es un cambio de posición de la coalición gobernante con respecto a Venezuela”, añadió
“Es un cambio de actitud, pero parece que son los vientos nuevos que soplan en el continente y capaz que Uruguay está acoplándose a esos vientos nuevos que soplan. Para nosotros, siempre es importante mantener los mayores niveles de relacionamientos diplomáticos y comerciales con los principales países de la región porque son nuestros vecinos y socios comerciales”, añadió el senador izquierdista.
El Senador del Partido Nacional, Sebastián da Silva, dijo que el nombramiento busca “ampliar mercados”, y que no obedece motivos ideológicos, ya que es algo “normal” que Uruguay mantenga relaciones diplomáticas con “todo tipo de regímenes”, y que estas “van por un camino distinto a la opinión que se tenga sobre el régimen de turno”.
“La verdad es que me llama poderosamente la atención porque durante los últimos cinco años siempre dijeron que Venezuela era una dictadura, que Maduro era un dictador, que no deberíamos tener representación diplomática como teníamos (en realidad era un encargado de negocios), que teníamos que hacer lo mismo que hacían los países del Grupo de Lima (que todos sacaron sus embajadores y representantes)”, dijo Rodolfo Nin Novoa, ex canciller.
“Me llama poderosamente la atención este viraje, esta vuelta de carnero, que da la diplomacia uruguaya respecto a Venezuela. Es la misma que dio [Emmanuel] Macron y la que dio [Joe] Biden, porque se ve que ahora el problema de la energía en el mundo hace que lo miren con otros ojos y las críticas ya no abundan”, analizó.
La embajada uruguaya en la capital venezolana está encabezada desde 2015 por un encargado de Negocios (Carlos Bentancour). Por el contrario, el embajador de Venezuela en Montevideo, Julio Chirino lleva 12 años en la plaza.
La noticia causó expresiones de preocupación por parte de dirigentes de la derecha, en especial del Partido Colorado, que quizá –como recuerda el matutino Ladiria- haya olvidado que el actual secretario general, Julio María Sanguinetti, restableció en su primera presidencia las relaciones diplomáticas con Cuba, rotas por Uruguay en 1964, y en su segunda presidencia invitó a Fidel Castro a visitar Uruguay.
De todos modos, la relación bilateral entre Uruguay y Venezuela no se había mantenido en términos armoniosos durante los períodos de gobierno frenteamplista. Desde 2015 no hay embajador uruguayo en Caracas y la representación ha estado a cargo de sucesivos encargados de negocios. En 2017 Maduro acusó al entonces vicepresidente, Rodolfo Nin Novoa, de coordinar acciones contra Venezuela con el gobierno de Estados Unidos.
Las relaciones entre ambos países mejoraron en 2019, cuando Uruguay impulsó un grupo internacional para mediar (sin éxito) entre el gobierno venezolano y sus opositores, y volvió a empeorar tras la asunción del neoliberal Luis Lacalle Pou.
Todo esto sucedió mientras en Venezuela se desarrollaban largos conflictos entre chavistas y antichavistas, articulados con una creciente hostilidad hacia el gobierno de Maduro por parte de Estados Unidos y la Unión Europea. A comienzos de 2019 Estados Unidos proclamó a Juan Guaidó, que en ese momento era el presidente de turno de la Asamblea Nacional, como “presidente encargado” de Venezuela. Ahora en Washington se anuncia que en 2023 se termina el virtual período del experimento Guaidó.
Su “gobierno interino” nunca tuvo apoyo dentro del país y mucho menos mando sobre el aparato estatal, pero contó con un fuerte respaldo y financiamiento internacional, incluyendo el de varios países latinoamericanos que en ese momento tenían presidentes derechistas (Colombia y Chile entre ellos), el del Parlamento Europeo y el del gobierno estadounidense que encabezaba Donald Trump.
El diálogo gobierno-oposición
El anuncio del gobierno uruguayo se produce mientras avanza una estrategia para recomenzar el diálogo entre el gobierno y la oposición en Venezuela, tras la reunión en París de .los presidentes de Colombia, Francia y Argentina, Gustavo Petro, Emmanuel Macron y Alberto Fernández. Macron se reunió a su vez, con representantes del gobierno y de la oposición venezolanos.,
Aunque el diálogo está formalmente suspendido desde hace un año, en protesta por la extradición desde Cabo Verde a los Estados Unidos del empresario y diplomático venezolano Alex Saab, los canales de comunicación nunca se suspendieron.
En mayo, representantes de gobierno y oposición se fotografiaron en los jardines de una residencia colonial en el norte de Caracas, y aseguraron que buscaban “fórmulas de acción para el futuro”. En junio, los dos se reencontraron públicamente en un foro sobre mediación en Noruega, mediador en los diálogos de México.
Por el momento y a la espera de anuncios, parece claro que una eventual reanudación formal del diálogo entre gobierno y oposición venezolana ya tiene nuevos actores, y hay que volver a leerlo en términos de los cambios que se dieron durante este año.
Entre ellos, la victoria de Gustavo Petro; la victoria de Lula que reequilibra el continente; la salida con fecha de Juan Guaidó.
Una carta enviada la última semana por exmandatarios, excancilleres, exministros y parlamentarios a todos los presidentes de la región, exigía garantizar el pluralismo y su proyección más allá de las afinidades ideológicas y políticas de los gobiernos de turno, junto al reflotamiento de los organismos regionales de integración, como la Unión de Naciones Sudamericanas (Unasur) y la Comunidad de Estados de Latinoamérica y el Caribe (Celac).
También exigía sustituir la regla del consenso en la Organización de Estados Americanos (OEA) que termina generando un efecto paralizante, por un sistema de toma de decisión con quórums diversos dependiendo de las materias a resolver. En particular la elección del Secretario General no puede estar sujeta al derecho a veto de un país, señala el documento.
Cambia, mucho cambia
En los últimos años la situación cambió radicalmente con la derrota de Trump, las de gobiernos hostiles a Maduro en nuestra región y los conflictos entre sectores antichavistas, pero también por un dato básico: en 2016 el precio del petróleo acumulaba cuatro años de caída; y desde 2020 hasta hoy viene en fuerte ascenso. Con esa referencia, todo el proceso es más fácil de entender.
Pero, sobre todo, los resultados no tan terribles como se pronosticaban para los demócratas en las elecciones de medio término en Estados Unidos, que podría acelerar, ya sin la presión de los lobbys partidarios, un acuerdo entre Caracas y Washington, que tiene objetivos claros de lado y lado. Para la administración Biden el acceso al petróleo venezolano en tiempos de reconfiguración energética mundial; para el gobierno de Nicolás Maduro el desescalamiento sostenido del bloqueo.
*Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)