Solo 3 de cada 10 confían en la policía de Ecuador
Jonathan Báez Valencia
Según datos del Latinobarómetro 2020 tan solo el 34% de las personas confían mucho o algo en la policía. Es decir, tan solo 3 de cada 10. Casi la mitad de lo que confían en Uruguay. Si esta misma pregunta se clasifica por clase social -subjetiva- se observa que, a medida que la clase social aumenta, la confianza en la policía aumenta y viceversa.
Con estos resultados parece pertinente indicar que las clases sociales altas perciben un cuidado de la policía, mientras que las clases sociales que no son acaudaladas no lo perciben así.
En el marco de las protestas sociales contra las desigualdades, esto puede tener como resultado que la policía tiene como fin reprimir la legítima lucha social de estas clases y proteger los mecanismos de explotación y precarización de la clase alta, para que el sistema continúe favoreciendo a los privilegiados, en lugar de proteger a la población más vulnerable de la delincuencia, aquella que no tiene para pagar seguridad privada.
Como menciona Bonelli: “es necesario disipar el tenaz mito de que la policía se ocupa exclusivamente de luchar contra la delincuencia. Salvo algunas unidades especializadas, esta tarea no supera el 20% de su actividad”. Eso implica que la policía tiene otras ocupaciones, al parecer, reprimir la protesta social contra un gobierno neoliberal. En efecto, Bonelli también indica que:
a partir de los años ochenta, la policía fue apareciendo para muchos gobiernos como una solución mágica para hacer frente a las consecuencias del aumento de las desigualdades sociales y económicas (…) A partir de entonces, no se trataba tanto de luchar contra las causas estructurales de las desigualdades (percibidas como deseables por unos, fuera de alcance por otros) como de disciplinar a las fracciones de la población más rebeles al nuevo orden social neoliberal nacional e internacional.[1]
Eso explicaría el hecho de que la presencia policial se percibe desde las clases no acaudaladas, exclusivamente para reprimirlas cuando interpelan los regímenes de desigualdades, condiciones de vida no dignas, etc. y no para cuidarlas de la delincuencia. De ahí el bajo porcentaje de confianza. Por otra parte, las clases acaudaladas ven con buenos ojos la violencia policial para defender el orden de inequidades que les mantiene en esta posición, por eso el nivel de confianza.
Confianza en la policía por clase social-2020
Desde esa perspectiva, la memoria de lo ocurrido en octubre 2019 y el accionar de la policía parece haber dejado huella en la población. Debido a eso el bajo nivel de confianza en términos globales, muy por debajo de países de la región como Uruguay con el 66% de personas que confían mucho o algo. En ese sentido, este país presenta niveles parecidos a los de Europa: “las encuestas estiman que el índice de satisfacción con la policía francesa ronda el 60%”.
No obstante, se encuentra a distancia inimaginables de países nórdicos, como Dinamarca en el que «el 80% de la gente piensa que la policía hace un buen trabajo, lo que es casi un récord mundial», señala el antropólogo David Sausdal, apuntando a niveles similares en Noruega, Finlandia y Suecia.”[2]
Es entonces una coincidencia que países con los menores niveles de desigualdad[3] tengan mejor percepción de la policía? Quizá con menor desigualdad la delincuencia tiende a disminuir. Por supuesto que esto solo se alcanza con Estados que tengan como eje a las grandes mayorías y no a una élite depredadora. Algo que no ocurre en el país, ya que esta minoría depredadora, en conjunto con la policía, va a tener como fin violentar a su pueblo, tal como ocurre en Ecuador en estos momentos ante una sociedad de desigualdades.
Notas
[1] https://www.monde-diplomatique.fr/2020/07/BONELLI/61976#nb7
[2] https://www.sudouest.fr/faits-divers/la-police-francaise-est-elle-plus-violente-et-raciste-que-les-autres-polices-europeennes-1569962.php
[3] https://wir2022.wid.world/www-site/uploads/2021/12/WorldInequalityReport2022_Full_Report.pdf
*Investigador de la Unidad de Análisis y Estudios de Coyuntura del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Central del Ecuador. Colaborador del Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)