El referendo mostró la polarización de un Uruguay partido al medio
Luvis Hochimin Pareja |
El domingo más de 2.254.000 de ciudadanos uruguayos -85% de los habilitados- acudieron a las urnas en el referendo para derogar 135 artículos de la ley de urgente consideración (LUC) y la apretada victoria fue para el No por 50.800 votos de ventaja sobre el Sí. De esta manera la ley represiva del gobierno de la coalición de derecha, quedó firme.
Así lo confirmó el presidente Luis Lacalle Pou en conferencia de prensa, donde apuntó que se trata de “una etapa superada”, y marcó las nuevas prioridades del gobierno como la reforma de la seguridad social y el cambio en la educación. Para el presidente “no hay dos Uruguay. Fue una etapa superada, la ley queda firme», afirmó, en conferencia de prensa en Torre Ejecutiva, flanqueado por sus ministros-
Triunfó el “No”, por el que tanto se involucró públicamente hasta último momento el presidente Luis Lacalle Pou, quien logró un espaldarazo para lo que resta de su mandato, ya que los uruguayos recién volverán a elegir a un nuevo presidente el 27 de octubre de 2024. El progresismo uruguayo falló en bloquear políticamente los componentes más agresivos del programa de la coalición multicolor que engloba a la derecha.
El resultado parejo del referendo –con una venta de apenas 22 mil votos para el gobierno y sus aliados y los que se sumaron 28 mil votos en blanco- dejó algunas certeza, muchas dudas y un sinfín de desafíos de acuerdo a los resultados numéricos. Pero los resultados políticos son otra cuestión.
Hay ganadores y perdedores, y no se trata de adjudicar premios consuelo ni de proclamar “campeones morales”, pero la paridad tiene por sí misma significados muy relevantes, señala el editorial de Ladiaria.
La Comisión del Sí vio un “triunfo político” en el resultado del referendo y entiende que hay un mensaje al gobierno. Los dirigentes entienden que 45% de votos por el Sí hubiese sido un buen resultado, y que la cifra terminó siendo mayor porque hay “una energía que volvió”
En un clima de celebración, el presidente del Partido Nacional (de Lacalle), Pablo Iturralde, llamó a “seguir construyendo el país entre todos”, y el líder del ultraderechista cabildo Abierto. Guido Manini, instó a pensar “en clave de país, y no en clave de partido”
La LUC
La Ley de Urgente Consideración es un instrumento constitucional aprobado en la reforma de 1967 que no ha sido demasiado utilizado por los diferentes jefes de Estado. Se aprobó con el voto de 18 sobre 30 senadores en 2021. Se trata de una especie de Ley Ómnibus con el vademecum neoliberal del ajuste económico, desinversión en salud y educación pública y la seguridad como eje doctrinario, donde la policía ocupa el centro de la escena
La LUC se aprobó cuatro meses después de la declaración de emergencia sanitaria, y el manejo del nuevo escenario pandémico fortaleció mucho al presidente Luis Lacalle Pou y desarticuló las previstas movilizaciones contra los proyectos oficialistas. Desde el gobierno se regodeaban sobre la eventual crisis de la oposición, pero las postergadas elecciones departamentales dieron la primera señal de alerta-
La segunda fue la recolección de casi 800 mil firmas por el referendo en plenas restricciones por la pandemia, y la tercera fue el día de la votación, donde las fuerzas opositoras dejaron constancia que mantienen las mismas cifras que dos años y media atrás, ante un predominio escaso del oficialismo.
El país vive ahora la lucha por imponer un relato sobre los hechos. Mientras el gobierno señala que el sigue siendo respaldado por la mayoría, desde la oposición se destaca la paridad de fuerzas y que parece poco sensato tratar de llevarse por delante a la mita del país.
Los consensos en la coalición oficialista escasean, pero los indicadores sociales podrían causar estragos en la percepción del gobierno, máxime cuando e próximo tema de agenda es el proyecto de reforma del sistema de seguridad social, que desde difícilmente despierta simpatía en la ciudadanía.
¿Empate estratégico?
La disputa en torno a la LUC se enmarca en la clave de la situación de empate estratégico en la que gravita la política uruguaya. El gobierno repite que el Frente Amplio (FA) y los sindicatos quieren sabotear su gestión, pero eso no explica las 800 mil firmas recolectadas para el referendo, lo que demuestra que aún hay un amplio sentido político de defensa de lo público.
El sí tuvo el desafío de trepar una montaña de 240 mil votos más que las firmas recolectadas, para alcanzar las 1.200.000 voluntades necesarias para derogar la ley. En la primera vuelta electoral en octubre de 2019 el Frente Amplio conquistó 950 mil votos y en el balotaje 1.150.000 votos (49,21 por ciento), apenas 30 mil menos que Luis Lacalle y su coalición de todas las derechas.
El presidente del Frente Amplio, Fernando Pereira, llamó al gobierno a “ver el cimbronazo que acaba de tener. Lo que se puede decir con claridad es que una mitad de la sociedad uruguaya que no está de acuerdo con esta forma de legislar. Debería ser una señal tomada independientemente del resultado final. Si fuera mayoritario derogaríamos una ley, pero si no lo fuera el gobierno tiene que tomar nota de los aspectos centrales que fueron tomados en la campaña”, agregó el presidente de la fuerza de izquierda.
La estrategia del gobierno fue y es la de convertir la elección en un plebiscito sobre sí mismo y, principalmente, sobre la mediática figura presidencial, encapsulando el referendo en una confrontación del gobierno contra los sindicatos y el Frente Amplio.
*Periodista uruguayo, analista asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)