¿Se terminó el amor? Tras la derrota electoral, crisis en el gobierno argentino
Rubén Armendáriz|
Las tensiones entre el presidente argentino, Alberto Fernández, y la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, que comenzaron a quedar en evidencia luego de la dura derrota sufrida por la coalición oficialista en las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatoria (PASO) del domingo, generó un debate interno sobre hasta qué punto es necesario remozar ya mismo, antes de noviembre, el equipo gubernamental.
Es la primera crisis seria de gobierno dentro de la coalición oficialista, la más aguda, la más visible, la primera que divide en dos al gabinete y al elenco de funcionarios que acompaña al presidente Alberto Fernández. El oficialismo sabe que para tener alguna chance de remontar total o parcialmente el veredicto tiene que reconectarse con “la gente”, mejorarle la vida, buscar a votantes propios remisos, cambiar el clima social.
Pero la falta de coherencia no es sólo en el oficialismo. La alianza opositora de derecha no logró consensuar una postura frente a los posibles cambios en el gabinete de Alberto Fernández. Elisa Carrió habló de un golpe. Gerardo Morales pidió acompañar al Presidente , el interbloque de Diputados de Juntos por el Cambio intentó acordar una declaración, pero después dio marcha atrás.
En lo que todos coinciden es que el esfuerzo para intentar una remontada de cara a las elecciones parlamentarias de noviembre debe concentrarse en la economía, en acelerar la reactivación mejorando el ingreso y las posibilidades de consumo de los trabajadores formales e informales, los jubilados, los sectores golpeados de las clases medias y los beneficiarios de planes sociales. Pero no hay coincidencia en la forma de hacerlo.
Donde no hubo coincidencias es en la forma que debía escenificarse ese cambio. Desde el kirchnerismo se insiste en la necesario modificación en las principales figuras del equipo económico, o sea Martín Guzmán, Kulfas y Moroni. Para el Presidente, convenía esperar a hacer los cambios para después del 14 de noviembre
El mandatario no aceptó las renuncias presentadas el miércoles por varios integrantes de su gabinete ministerial que responden a la vicepresidenta Cristina Fernández, y, en una serie de mensajes publicados en su cuenta de Twitter, dio su parecer sobre el momento político. Poco más tarde, fue la vicepresidenta quien abordó la crisis, apuntando a varios funcionarios y criticando algunas decisiones del presidente.
“La coalición de gobierno debe escuchar el mensaje de las urnas y actuar con toda responsabilidad. Debemos hacerlo, y lo haremos, para asegurar que se satisfagan las necesidades de nuestro pueblo. Tenemos que dar respuestas honrando el compromiso asumido en diciembre de 2019, de cara a la sociedad. No es este el tiempo de plantear disputas que nos desvíen de ese camino”, dijo el mandatario.
Alberto atribuye a otros (quienes lo presionaron) la altisonancia y la prepotencia, mientras subraya la autoridad presidencial, la suya propia. Está enojado, sorprendido, quiere mantener la unidad del Frente de Todos, dicen los cronistas de Casa Rosada.
“He oído a mi pueblo. La altisonancia y la prepotencia no anidan en mí”, agregó Fernández, refiriéndose veladamente al tono de la vicepresidenta. “La gestión de gobierno seguirá desarrollándose del modo que yo estime conveniente. Para eso fui elegido. Lo haré llamando siempre al encuentro entre los argentinos (…) Ella me conoce, sabe que por las buenas a mí me sacan cualquier cosa. Con presiones, no me van a obligar”, indicó.
Pero todos saben que hará cambios, aunque no serán esta semana para no mostrar pánico, y serán los conversados el martes mismo con Cristina, aún cuando los analistas señalen que en el vértigo existencial del oficialismo parece imposible parar la medida durante tantos días, por los rumores, las operaciones contra los ministros blanco-móvil…
Obviamente Alberto respondía a Cristina Fernández de Kirchner, quien después de un silencio de más de una semana, publicó en sus redes sociales una carta en la que detalló su visión de cómo se llegó a la situación actual, señaló que previno al presidente y afirmó que intuía una derrota en las elecciones, tras denunciar operaciones en su contra por parte del vocero presidencial, Juan Pablo Biondi.
Cistina aclaró que no pidió la renuncia del ministro de Economía, Martín Guzmán, y llamó al mandatario a responder a la voz expresada en las urnas. “Sólo le pido [a Alberto Fernández] que honre la voluntad del pueblo argentino”, escribió la vice presidenta, quien dejó en claro que no será opositora al Ejecutivo Nacional.
Y añadió que “al día siguiente de semejante catástrofe política, uno escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al Presidente la reorganización del gobierno?»
Recalcó que a agosto de este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del 2,1% del PBI. Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4% del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para terminar el año… con pandemia y delicadísima situación social.
En su carta, Cristina Fernández dijo que se reunió en 19 ocasiones con el presidente en lo que va del año, y que estos encuentros se hicieron siempre en la residencia de Olivos y no en la Casa Rosada “con la intención de evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste institucional “.
“En las primeras 18 reuniones, la última de ellas el 7 de septiembre, siempre le planteé al Presidente lo que para mí constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras cosas, en atraso salarial, descontrol de precios ‒especialmente en alimentos y remedios‒ y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el impacto de las dos pandemias: la macrista primero y la sanitaria a los 99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente, siempre remarqué la falta de efectividad en distintas áreas de gobierno”, escribió la vicepresidenta.
Agregó que “También señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que, indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente. La respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar ‘muy bien’ las elecciones”.
La vicepresidenta contó que luego de la derrota del domingo esperó el llamado del presidente, pero al no recibirlo, el martes se comunicó con él y esa noche se produjo el último encuentro entre ellos en Olivos, donde los Fernández no se pusieron de acuerdo sobre qué rumbo tomar luego de la derrota. De ese desencuentro generó al día siguiente la renuncia masiva de los ministros afines a Cristina, además de otros funcionarios.
Cerca del final de su carta, la líder del kirchnerismo dijo que confía en “que con la misma fuerza y convicción que enfrentó la pandemia, el Presidente no solamente va a relanzar su gobierno, sino que se va a sentar con su Ministro de Economía para mirar los números del presupuesto”. Sobre este tema, la vicepresidenta expresó que siguiendo la línea de lo que se hizo en Europa y Estados Unidos, espera que actúe “el Estado atemperando las consecuencias trágicas de la pandemia”.
Y, asumiendo su responsabilidad coko mentora de la candidatura del actual mandatario, remató: «Cuando tomé la decisión de proponer a Alberto Fernández como candidato a Presidente, lo hice con la convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas, tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino».
Las profundas discrepancias entre los sectores quedaron evidenciadas en un audio que se filtró en el que la diputada kirchnerista Fernanda Vallejos denostó al presidente y a otros funcionarios del gobierno. Dijo que Alberto Fernández era un “okupa” y que estaba “atrincherado” en la Casa Rosada, lo tildó de “enfermo” y “mequetrefe que no sirve para nada”. (Luego pidió disculpas por sus ataques, pero no se desdijo).
Además, al jefe de Gabinete, Santiago Cafiero, lo calificó de “payaso” y también dedicó algunos minutos al ministro de Economía, Martín Guzmán, criticando sus políticas, alegando que responden al interés del Fondo Monetario Internacional y no al beneficio del pueblo argentino, quien debió ser destituido por ser directo responsable de la situación económica del país, que repercutió en los resultados electorales.
Desde la orilla de enfrente, el expresidente uruguayo José “Pepe” Mujica señaló que «Lo que más necesita la Argentina es la unidad. Unidad con la diversidad, pero la unidad. Hace falta que se encierren un mes a tomar mate, discutiendo y no insultándose por la prensa, para generar media docena de cosas centrales como políticas de Estado», agregó, apuntando a la experiencia de su propio espacio político, el Frente Amplio.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)