En Israel quitaron a Netanyahu, llegó Bennett, pero ¿cambia algo?
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El parlamento israelí aprobó una nueva coalición de gobierno, lo que puso fin a 12 años de Benjamin Netanyahu como primer ministro. Naftali Bennett, del movimiento nacionalista Yamina, antes aliado de Netanyahu y ahora su enconado rival, es el nuevo premier israelí, apoyado por una heterogénea coalición de ocho partidos con profundas diferencias ideológicas.
El escaso voto de confianza de 60 a 59, con una abstención, a una coalición de partidos de izquierda, centristas, de derecha y árabes con poco en común excepto el deseo de derrocar a Netanyahu, y poner fin a dos años de estancamiento político, sólo resaltó su probable fragilidad.
La toma de posesión del “gobierno del cambio” en Israel se recordará como un día tenso y turbio, alejado de los respetuosos traspasos de poder de antaño. El Likud y sus socios ultraortodoxos y de extrema derecha embarraron la toma de posesión de Bennett, primer ministro número 13 del estado judío. Benjamín Netanyahu es el nuevo líder de la oposición.
Se trata además del primer gabinete en la historia de Israel en el que un partido árabe israelí, el islamita Raam, desempeña un papel clave.
Bennet, ultranacionalista y millonario del sector tecnológico, liderará el nuevo gabinete durante dos años, después será sustituido por su aliado centrista y ex estrella de la televisión israelí, Yair Lapid, líder del partido de oposición más grande de Israel, Yesh Atid (Hay un futuro).
En un discurso en la Knesset (Parlamento) antes de la votación, Bennett, de 49 años, sostuvo que el nuevo gobierno, una coalición de partidos ideológicamente divergentes, representa a todo Israel. Analistas destacan que el líder de Yamina, conocido por sus postulados ultranacionalistas, apostó por un mayor pragmatismo para favorecer el cambio: “abriremos un nuevo capítulo en la relación con los ciudadanos árabes de Israel”, aseguró.
Le dio a Netanyahu el crédito por “pavimentar el terreno” para la entrada del islamista Ra’am a la coalición. Bennett será el primer líder israelí que viste kipá –pese a la mayoría laica entre los integrantes de la coalición-, quiso proyectar dureza y fiabilidad. Al señalar que “No permitiremos que Irán obtenga armas nucleares. Israel no es parte del acuerdo nuclear, y mantendremos la libertad de actuación”.
Obviamente, el mensaje iba dirigido a Washington. No obstante, agradeció el compromiso de Joe Biden “con la seguridad de Israel” durante la reciente ofensiva militar en Gaza, y prometió operar para recuperar el apoyo bipartidista en EEUU. A continuación, se refirió a los palestinos: “el conflicto persiste, nuestros enemigos amenazan la existencia del estado de Israel. Si Hamás vuelve a lanzar misiles, les golpearemos con dureza”, señaló.
En el documento que establece los pilares de actuación del nuevo ejecutivo figuran la mejora del sistema productivo; promover la estabilidad gubernamental; fortalecer la seguridad interna; o reforzar el sistema educativo y sanitario. En lo nacional, solo se destaca la preservación de Jerusalén como capital, así como planes para impulsar la construcción en la ciudad.
Por su parte, Netanyahu afirmó “si nuestro destino es estar en la oposición, lo haremos con la frente en alto, haremos caer a este mal gobierno y volveremos a dirigir al país a nuestra manera. ¡Volveremos pronto!”
Aharon Dekel, analista de Kan11, consideró que “presenciamos el peor espectáculo en la Knesset desde el establecimiento del país. Lo que está claro es que a Bennet y Lapid no les harán la vida fácil”. Las palabras de Betzalel Smotrich, de la facción extremista “Sionismo Religioso”, daban fe de ello: “este gobierno es una profanación de la palabra del Señor, un desdén para la Torá. No lo perdonaremos”.
Miles de personas festejaron la salida del poder de Netanyahu en la plaza Rabin, en el centro de Tel Aviv, mientras la Autoridad Nacional Palestina y Hamas afirmaron que hay pocas diferencias entre Netanyahu y Bennet.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, fue el primer líder mundial en felicitar a Bennet y en una conversación telefónica acordaron mantener contactos en los temas de la seguridad regional, incluido Irán.
Biden también aseguró que su gobierno tiene la intención de trabajar en estrecha colaboración con el gobierno israelí con la finalidad de promover la paz, la seguridad y la prosperidad para israelíes y palestinos.
¿Quién es Naftali Bennett?
Gerardo Leibner-Ladiaria|
Nacido en la ciudad de Haifa en 1972, hijo de inmigrantes judíos estadounidenses, el nuevo primer ministro de Israel pasó buena parte de su infancia entre el país natal de sus padres e Israel.
Desde su juventud Bennett adhirió a la corriente religiosa nacionalista que promueve la colonización judía en todo el terreno histórico de la “Tierra de Israel”, o sea en toda Palestina. Bennett sirvió varios años como oficial del ejército y participó en varias operaciones bélicas. Tras varios exitosos años como ejecutivo de empresas de alta tecnología, algunas de las cuales le generaron millonarias ganancias, Bennett ingresó a la vida política en 2005 como asistente de Netanyahu, entonces diputado opositor, junto a Ayelet Shaked, su inseparable socia política.
En 2008 un conflicto personal entre ambos asistentes y Sara Netanyahu, la esposa del primer ministro, determinó el alejamiento de ambos y el comienzo de una relación muy tensa entre dos políticos que piensan de manera muy similar. Desde entonces Bennett ha saltado de un emprendimiento político a otro: fue por un tiempo secretario general de la organización que defendía los derechos de los colonos en los territorios ocupados, luego estuvo al frente de diversas listas parlamentarias, con éxitos y fracasos electorales dispares, siempre sosteniendo posiciones que combinaban nacionalismo duro, religiosidad moderada y neoliberalismo económico.
Sus actuaciones ministeriales en gobiernos liderados por Netanyahu se caracterizaron por la disparidad entre declaraciones, sus grandilocuencias y la escasa capacidad de implementación. Como ministro de Educación (2015-2019) anunció la reducción del número de alumnos por aula, y puso metas que no fueron alcanzadas. Sí logró extender los horarios dedicados al aprendizaje de inglés y matemática a costa de los horarios de las materias humanísticas. También incrementó la participación de ONG de orientación nacionalista y religiosa en la enseñanza liceal.
Como ministro de Defensa, entre noviembre de 2019 y mayo de 2020, no logró aplicar su postulada “mano dura” contra Hamas en la Franja de Gaza. A pesar de que expresó su oposición al traspaso de dinero catarí para subvencionar el gobierno de Hamas, lo permitió y no modificó en absoluto las políticas de sus predecesores, que tanto había criticado desde posiciones intransigentes. Sí incrementó la siempre existente colaboración militar con los movimientos colonizadores en Cisjordania, ejerciendo presiones para legalizar asentamientos considerados ilegales.
Su socia política Ayelet Shaked, ministra de Justicia, intervino constantemente en la comisión denominadora de jueces para promover abiertamente jueces conservadores y presionando para limitar la intervención de la Corte Suprema de Justicia en decisiones gubernamentales y en legislación que afecta derechos básicos.
Shaked es célebre por un spot de la campaña electoral de 2019 en el cual olía un perfume en que se leía “fascismo” y decía: “Me huele a democracia”. Los videos breves que Bennett suele difundir en las redes sociales incluyen muchas evocaciones a la inspiración divina y supuestas conversaciones con personajes míticos del judaísmo, como el rey David, en los cuales estos le sugieren orientaciones.
En 2013 Bennett expresó su estrategia respecto de la existencia de población palestina en los territorios que Israel coloniza: “Es como tener una esquirla en el trasero: si tratas de quitártela, hay riesgos quirúrgicos; si la dejas ahí sin hacerle caso puede molestar y doler en cambios de estación, pero se puede vivir bien”. En 2015 aseguró que “todos somos herederos del rey David, que construyó el Templo en Jerusalén, y pronto los judíos podrán rezar en el Monte del Templo”, o sea la actual explanada de las mezquitas, probablemente el punto neurálgico en el cual el diferendo político-territorial entre israelíes y palestinos se puede transformar en un conflicto religioso entre judíos y musulmanes.
Tras fracasar repetidamente en las sucesivas elecciones parlamentarias de estos últimos dos años, Bennett y Shaked, al frente de una lista denominada Yamina, obtuvieron en marzo de 2021 siete diputados, que le sirvieron al primero en las negociaciones poselectorales para perfilarse como el “fiel de la balanza” entre los dos bloques polarizados en torno a Netanyahu, lo que le otorga un inusitado y desproporcional peso político para tratarse de un partido chico.