Argentina: Sorprende discurso presidencial con cambios y contradicciones
Juan Guahán-Question latinoamérica|
El presidente argentino Alberto Fernández, cumpliendo con el ritual constitucional, inauguró un nuevo Período de Sesiones Ordinarias del Parlamento. Contrariando la mayoría de sus prácticas lo hizo con un discurso largo y fuerte. Daba la impresión que la campaña electoral, en la que ya está envuelto, lo obligara a sobreactuar. Después de haber pasado largos meses procurando un espacio bajo el sol, con una posición diferenciada a la de Cristina (Fernández de Kirchner), su mandante política, ahora eligió hacer propias esas posiciones.
Parece convencido de las ventajas de explotar al máximo la grieta -que han creado- entre oficialismo y oposición, muy lejos de aquellas largas exposiciones compartidas con el jefe de gobierno capitalino Horacio Rodríguez Larreta –supuestamente el “moderado” del otro bando- y buscando contener al gobernador kirchnerista de Buenos Aires Axel Kicillof, un posible y eventual competidor, si decide lanzarse para la presidencia en 2023.
Instalada en el peronismo la necesidad de la “unidad”, da la impresión que las posiciones más extremas son las que se están imponiendo y arrastrando a los demás. Parece difícil que quienes aspiran a un discurso más moderado logren tener un espacio adecuado, aunque crezcan sus reuniones, preocupaciones, desazones e incomodidades.
La agrupación kirchnerista La Cámpora ocupando espacios y Cristina definiendo el discurso, marcan los límites de la cancha en la que tienen que moverse los que quieren ser protagonistas.
Entre las novedades que trajo el discurso presidencial hay dos cuestiones que resaltan. Una, la decisión de ordenar investigarlo a Mauricio Macri y otros, en su carácter de firmantes del vergonzoso, fraudulento e ilegal préstamo otorgado por el FMI. Dos, aprovechar el legítimo desprestigio que rodea al sistema judicial para sostener que: “Es el único poder que parece vivir en las márgenes del sistema republicano”.
La otra propuesta clave es la idea de crear un Tribunal Federal de Garantías que intervendría en “cuestiones de arbitrariedad” y que funcionará como una especie de filtro de causas que van a la Corte, de ese modo daría respuesta a las demandas de la interna partidaria que brega por la “libertad de los presos políticos” por los funcionarios que vienen siendo juzgados.
Esta propuesta bastante fantasiosa por el tiempo que demandaría su puesta en marcha y la posibilidad de su paralización por parte de la Corte Suprema de Justicia, no resulta suficientemente satisfactoria para las urgencias procesales de Cristina.
Entre las contradicciones del discurso presidencial hay una que se destaca por sus posibles consecuencias legales, políticas y sociales. Se trata de la legítima crítica del Presidente a los acuerdos que hicieron posible el préstamos del FMI por 44 mil millones de dólares y por lo cuales solicita la investigación legal a Macri y demás firmantes.
Hasta allí, todo bien. Pero cuando el Presidente -luego de referir sus características fraudulentas e ilegales- opta por mantenerlo, negociar su pago, aquí sí, ya no se entiende. ¿Cómo y porqué un hecho fraudulento puede ser convalidado por el Presidente, corriendo el riesgo que mañana otros fiscales le pidan cuenta por la complicidad con esa conducta que está condenando?.
Desde lo social y político ocurre algo peor. Los gobernantes se pasan la pelota unos a otros, pero todos terminan arreglando con esa nefasta entidad.
Pero tanto o aún más importante que lo planteado resultan los silencios presidenciales. Ellos abarcan cuestiones vitales para la vida cotidiana de nuestro pueblo como la inflación, los ingresos de jubilados y trabajadores, los problemas y pérdida de derechos laborales.
*Analista político y dirigente social argentino, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)