EEUU quiere insertar a Venezuela en su dispositivo geoestratégico. Nueva línea de Capriles

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Leopoldo Puchi|
Se ha señalado que la situación conflictiva por la que atraviesa Venezuela tiene dos dimensiones, una de carácter geopolítico, que involucra al Estado venezolano y al estadounidense, y otra de naturaleza interna, en la que pugnan diversos sectores políticos y sociales en lucha por el poder para conservar o dotarse de los medios para la conducción de las políticas públicas según visiones divergentes.
El plano de la confrontación entre Estados es determinante y moldea el conjunto del conflicto, que parte del interés de una de las partes, Estados Unidos, de insertar a Venezuela en su dispositivo geoestratégico. Sin embargo, las luchas internas tienen su propia dinámica y razones de existencia, y se articulan de deferentes formas con la dimensión externa.
Impacto
La situación económica se caracteriza por una caída muy grande de la producción, una recesión acumulada de los últimos siete años, y un empobrecimiento de la población a consecuencia del manejo equivocado de las políticas económicas y, en los últimos años, con un impacto geométrico, como resultado de las medidas de bloqueo por medio de las sanciones.
En el plano político, Washington adelantó durante los dos últimos años una estrategia de cambio de gobierno, a la que se acoplaron la dinámica interna y los actores en el terreno. Les correspondió a estos dar una imagen de poder dual, que adquirió consistencia en el exterior por las decisiones de gobiernos extranjeros, que confiscaron activos como Citgo y tomaron depósitos venezolanos.

Ahora bien, la estrategia seguida tenía como elemento central las sanciones para provocar un levantamiento social y, a su vez, una insurgencia militar. Los
daños causados por estos intentos han sido enormes para la población, que ha visto incrementar el deterioro de sus condiciones de vida.
Optimistas
Al constatar los efectos negativos de esta estrategia, numerosos sectores internos han planteado la adopción de políticas de recuperación económica, en el sentido de facilitar la inversión privada dentro del marco de pocos o menores controles estatales, ya que el motor dinamizante de la economía, la renta petrolera, ha disminuido de forma dramática.
Propone este sector empresarial que, más allá de las diferencias políticas, se llegue a un acuerdo con el Gobierno para desplegar las fuerzas productivas.
Entendimientos sobre seguridad en las inversiones, saneamiento de la política financiera y monetaria, ampliación al sector privado de actividades petroleras y mineras. A este esfuerzo, se sumaría un objetivo básico común: buscar fuentes de financiamiento por medio del desbloqueo de los recursos de Venezuela en el exterior y el levantamiento o alivio de las sanciones.
En este senito, se ha avanzado con la Ley Antibloqueo, que permitiría que recursos que los venezolanos tienen en el exterior puedan operar en la industria y la agricultura. E incluso, se llegó el pasado año a una propuesta concreta de inversión de los fondos cautivos en Europa y de la distribución de una parte de ellos en la población para ampliar la demanda y compensar los bajos ingresos. Un primer intento se vio frustrado porque se estimó que contradecía la estrategia. Pero quizás este año se pueda avanzar.
Hnrique Capriles
Al mismo tiempo, en el plano de las fuerzas políticas, desde el lado gubernamental se ha vuelto a plantear la posibilidad de un acuerdo sobre las demandas de la oposición en relación a las elecciones y sobre las instituciones. Jorge Rodríguez ha dicho que actuará en esa dirección, y aunque haya escepticismo de algunos factores, seguramente la ruta de la negociación se retomará.
En 2019 y 2020 porciones de la oposición, que lograron dos millones de votos en los comicios del 6 de diciembre, se incorporaron a la dinámica de las
conversaciones. Ahora Henrique Capriles ha anunciado en un artículo publicado en El País que debe iniciarse una nueva estrategia que “se diferencie de aquellas rutas que no han resultado en estos años”.
Considera Capriles que debe actuarse en función de “una salida política pacífica y negociada”, que incluya un diálogo sobre la integración del Consejo Nacional Electoral, el Tribunal Supremo de Justicia, la Contraloría y la Fiscalía. De concretarse los diálogos que distintos actores han anunciado, es posible pensar en algunos cambios en relación a la política de bloqueo. Por supuesto, no es fácil por el momento que EEUU abandone su objetivo estratégico, pero si es posible pensar en acuerdos de coexistencia y de alivio de sanciones.