Inédito en EEUU: Intento de golpe de Estado con la firma de Trump
Mirko C. Trudeau|
En un intento de golpe político, miles de ultraderechistas instigados por el presidente estadounidense Donald Trump invadieron el Capitolio, sembraron pánico y caos, y obligaron la interrupción del proceso constitucional de la certificación de los comicios presidenciales. Se sucedieron órdenes de desalojo incluso del vicepresidente Mike Pence, distribución de máscaras antigás a legisladores, órdenes de mantenerse encerrados en sus oficinas, con un saldo de cuatro muertos y numerosos heridos.
Diversos analistas llamaron un intento de golpe, una insurrección y la cosecha de lo cultivado por Trump y sus seguidores con sus ataques contra el proceso democrático durante el ciclo electoral, los legisladores reiniciaron el proceso de certificación del voto entregado por cada estado al Colegio Electoral, que culminó con la ratificación del triunfo de Joe Biden como presidente y Kamala Harris en la vicepresidencia.
Con el asalto al Congreso de EEUU culmina la campaña de Trump para anular los resultados de las elecciones y provoca unas imágenes inéditas en la historia de Estados Unidos
Partidarios de Trump que se manifestaban por las calles que llevan al Capitolio se lanzaron sobre el edificio, escalaron los muros, cruzaron las puertas y violaron la seguridad para entrar al recinto mientras el Congreso debatía la certificación de la victoria de Joe Biden.
Tras escuchar a Donald Trump en la Casa Blanca, los manifestantes se dirigieron al Capitolio (ubicado a unos 40 minutos caminando), donde los congresistas se disponían a certificar la victoria del presidente electo. Luego de enfrentarse a policías y derribar las cercas que se había colocado alrededor del recinto, los descontentos comenzaron a penetrar la sede legislativa y desplegar banderas y mantas.
Al tomar la palabra el aún presidente insistió en sus teorías conspirativas sobre el resultado de las elecciones. Nunca nos rendiremos, nunca concederemos (la victoria de Biden), subrayó. Después de esto, vamos a caminando hasta el Capitolio y vamos a animar a nuestros valientes senadores y congresistas, sostuvo. “Tienen que luchar hasta el final, porque si no luchan hasta el final, ya no tendrán un país”, agregó.
Las plataformas de redes sociales decidieron restringir el acceso a las cuentas del mandatario, en el caso de Twitter por 12 horas yademás advirtió que si se violan sus políticas de contenido, podría eliminar la cuenta. Facebook decidió bloquear a Trump por 24 horas, por lo que no podrá publicar contenido y eliminó un video donde hablaba sobre las protestas.
Su presidencia siempre estuvo ligada a la idea de la violencia. En el discurso inaugural de su toma de posesión, lanzó la idea de America First, el grito de batalla de los estadounidenses reaccionarios para impedir que el gobierno de Franklin Roosevelt declarara la guerra a la Alemania nazi.
En los incidentes violentos provocados por grupos racistas en Charlottesville, en los que una mujer murió asesinada tras ser atropellada de forma intencionada, Trump se negó a condenar a los responsables y dijo que “ambos bandos” eran responsables de los hechos.
El final de su presidencia estuvo a la altura de su trayectoria en la Casa Blanca, ayudado por nuna sorprendente pasividad policial. Desde su derrota electoral en noviembre se lanzó a una campaña de incitación a la violencia con la que responder al supuesto fraude electoral que ha sido negado por los tribunales.
Se produjeron imágenes inéditas en la historia de EEUU y remiten al asalto del Congreso por las tropas británicas en 1814. En los años treinta del siglo XX, los militantes del Klu Klux Klan drsfilaron en la explanada del Capitolio, pero esta vez entraron al recinto.
Alyssa Farah, que fue directora de Comunicaciones de la Casa Blanca con Trump, pidió al presidente que condenara la invasión del Congreso.: “Usted es el único al que escucharán” (los asaltantes), le dijo.
Trump siempre tuvo palabras elogiosas para los grupos ultraderechistas y supremacistas blancos que lo apoyaron, incluidos los adictos a la teoría de la conspiración de Qanon. En un debate de la campaña presidencial, dijo sobre los neofascistas Proud Boys: “Den un paso atrás y estén preparados”. Seguramente pensando que los iba a necesitar después de las elecciones.
Los periodistas afirmaban en televisión compararon con lo que sucede en los países del Tercer Mundo cuando un presidente se niega a entregar el poder a su sucesor o envía a sus milicias o bandas para perseguir a la oposición. El expresidente George Bush dijo en un comunicado que lo presenciado era propio de “una república bananera”.
“Nos engañaríamos a nosotros mismos si tratáramos todo esto como una sorpresa”, dijo el expresidente Barack Obama, mientras varios comentaristas citaban una frase supuestamente del escritor Sinclair Lewis: “cuando el fascismo llegue a EEUU lo hará envuelto en la bandera y llevando una cruz”.
La idea estaba en su novela de 1935 “Eso no puede pasar aquí”, una distopía política que presenta a un demagogo que llega a la presidencia de EEUU ayudado por un mensaje lleno de patriotismo y valores tradicionales para imponer después un control totalitario similar al de los fascismos europeos. Trump demostró que eso sí puede pasar allí.
¿Destitución?
Ningún presidente en la historia de EEUU había incitado a la insurrección como ha hecho Donald Trump. Las consecuencias de sus acciones le pueden perseguir cuando deje el cargo el 20 de enero, pero ahora el desalojado vicepresidente Mike Pence y el resto de su gobierno epublicano tienen una herramienta para su destitución inmediata.
Políticos y empresarios –la asociación nacional de la industria, el gobernador republicano de Vermnont, congresistas republicanos- ya le solicitaron a Pence que utilice sus poderes por el peligro que supone Trump. “Esto es el caos. Es la ley de la turba. Es peligroso. Esto es sedición y debe ser tratado como tal”, dijo Jay Timmons, el jefe de la asociación manufacturera y que ha apoyado a Trump en sus políticas.
El mecanismo más rápido sería la enmienda 25 de la Constituci´pon que contempla sustituir al presidente si es “incapaz de cumplir con los poderes y deberes del cargo”, además de un procedimiento en caso de que el presidente se resista a dejar el poder, algo que hasta ahora nunca ha sucedido en la democracia del país.
Hasta la Unión Europea condenó el ataque al Capitolio de los partidarios de Trump: “Es un asalto sin precedentes a la democracia de EEUU”. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, afirmó que “Esto no es Estados Unidos, la democracia prevalecerá sobre los extremistas”
El académico español Juan Carlos Monedero señala que “Trump es un desmesurado y como le ocurre a los millonarios, tiene algo de demente. El trumpismo es delirante, pero su demencia es buena para el negocio porque no es sino la negación del sentido común democrático. La locura no es ajena a esta fase del capitalismo camino de hacer del Rey Midas un aficionado”.
“Es una locura porque instala la guerra de todos contra todos, pero hace más ricos a los ricos. Locura, la justa. Nadie invirte tanto dinero en un proyecto sin algunas garantías. Todo regresa como farsa. Pero con las trazas de la tragedia de la historia aún calientes”, añade.
Por su parte, David Torres en Público.es, señala que derrocar gobiernos y dar golpes de estado es otra entrañable tradición americana que los estadounidenses, al contrario que Halloween o el Día de Acción de Gracias, suelen celebrar fuera de casa. “Puesto que se trata de un presidente atípico, en lugar de destruir Irak o Afganistán, como hizo Bush, o de arrasar Libia y Honduras, como hizo Obama, Trump ha decidido prender fuego a su propio país”.
Superado el susto, el Senado reinició su sesión a las 20 horas, y la cámara baja una hora después. Muchos menos legisladores estaban dispuestos a presentar objeciones al conteo del voto del Colegio Electoral. Pence, frente al pleno del Senado, invitó a retomar la tarea de la certificación y afirmó que fue un día oscuro en la historia del Capitolio, pero prometió que “el mundo una vez más atestiguará la resiliencia y fortaleza de nuestra democracia”.
El líder demócrata Charles Schumer denunció lo que llamó terroristas domésticos y acusó que esta violencia es en buena parte responsabilidad de Trump, su vergüenza para siempre. La senadora demócrata Tammy Duckworth, veterana militar que perdió ambas piernas en la guerra en Irak, dijo: he dedicado toda mi vida adulta a defender nuestra democracia, pero nunca pensé que sería necesario defenderla de un intento de derrocamiento violento en el edificio del Capitolio de nuestra propia nación.
En la cámara baja, la líder demócrata Nancy Pelosi inició la sesión denunciando la profanación de éste, nuestro templo de la democracia y afirmó que a pesar de las acciones vergonzosas de hoy, se demostrará una vez más el traslado pacífico del poder de un presidente al próximo.
El mandatario finalmente aceptó la decisión del Congreso de ratificar la victoria de Joe Biden, su adversario demócrata. Insistió en que no está de acuerdo con el resultado de las elecciones, pero prometió una “transición ordenada”. Para pronunciarse tuvo que usar una cuenta de Twitter prestada porque la suya fue cerrada temporalmente.
Fue la despedida que Trump se merecía. Cientos de fanáticos enardecidos entrando por la fuerza al Capitolio para interrumpir el viejo ritual de certificar una elección, en este caso la que ganó Joe Biden, como si semejante acto pudiera cambiar el resultado de la voluntad popular.
Una toma de palacio alentada por el propio presidente, un acto de fanfarronería con los minutos contados, sin ninguna consecuencia política más allá de hundir aún más en el desprestigio al magnate neoyorquino, quien demostró ser incapaz de respetar las reglas democráticas durante todo su gobierno y aún más cuando eligió desconocer su derrota electoral, comenta Santiago o¨Donnell..
Pero… faltan dos semanas para que termine su presidencia.
*Economista del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la)