Del miedo a la resiliencia: perfil psicológico del pueblo venezolano en cuarentena
Jessica Sosa-Hinterlaces|
El 13 de marzo de 2020 se conoció la llegada de los primeros dos casos de COVID-19 a Venezuela, procedentes de España en un vuelo de Iberia. El hecho fue el punto de partida para decretar cuatro días después la cuarentena, como mecanismo preventivo para evitar la proliferación de contagios de un virus del que aún, la ciencia desconoce sus alcances por completo.
Al principio, en el país las medidas fueron asumidas por la mayoría de la población, incluso por encima de 90% de acatamiento, según informó entonces el presidente Nicolás Maduro. Un estudio publicado por Hinterlaces en el mes de abril, reveló que 74% de los venezolanos calificaba las decisiones tomadas por el Gobierno nacional como «muy efectivas» y «efectivas».
No obstante, 5 meses después, el panorama parece distinto. No solamente Venezuela, por diversas razones, dejó de mantener aplanada la curva de contagios como hizo durante los tres primeros meses, sino que la necesidad de sustento, sobre todo de los trabajadores informales ha sobrepasado el miedo al contagio y salen a las calles para garantizar la supervivencia.
En ese contexto, Hinterlaces.net entrevistó al psicólogo social Fernando Giuliani, para tratar de entender los procesos psicológicos que pudieran haber afectado o no a la población en 5 meses de confinamiento.
Cuarentena en tres fases
En este tiempo, Giuliani observa tres momentos que destaca en la psicología del venezolano en general. El primero, lo ubica con la confirmación de los dos casos importados de España, «enseguida apareció el primer respingo en la psique colectiva de temor seguido de ansiedad, esas fueron las primeras respuestas de nuestra sociedad», sostiene el experto.
En esa fase, según el psicólogo, convivieron dos cosas: el miedo, con una dosis de comprensión y consciencia instantánea, «hubo una actitud muy responsable que fue rápidamente abriéndole paso a la asimilación de toda la información, que durante esas primeras semanas toda era destinado al tema de la pandemia, los programas de televisión, la vocería, la prensa, todo».
Esa consciencia, a decir de Giuliani, se fortaleció con el manejo por parte del Estado de la crisis; alianzas con el sector privado en materia de alimentos y salud, así como la información oportuna respecto a los casos, su ubicación y las decisiones, proyectaron un manejo muy responsable del momento. «Los primeros dos meses fueron de fortalecimiento en las capacidades de la familia, de la sociedad en su conjunto, de las instituciones del gobierno«, confirma.
Para Giuliani, el segundo momento fue de afianzamiento de la gestión familiar, institucional y gubernamental de la pandemia, para luego pasar a una tercera fase en la que han confluido diversos factores, principalmente el cansancio de la cuarentena por parte de la población.
En el momento en que el Gobierno comienza a hablar de flexibilización, «coincide con una época de cierta fatiga, cansancio del proceso que llevábamos, al pasar de esa vida que se había suspendido y que había sido sustituida por una cotidianidad de confinamiento. A ello se le suman los problemas económicos; para mucha gente que vive en condiciones de mucha dificultad, situaciones precarias, pobreza, se imponía salir a buscar el sustento«, sostiene.
Todo esto generó un relajamiento tácito, acompañado por un elemento que el psicólogo social considera paradójico, «el hecho de que Venezuela tuviera una gestión tan exitosa, que generaba pocos contagios, impactó en la percepción de riesgo de la población; en la medida que vimos que no había crecimiento exponencial de casos, el miedo necesariamente disminuyó«.
En el fondo, advierte que no es que se ha perdido el miedo, sino que hay otras necesidades que se han manifestado de manera muy intensa.
Del miedo a la resiliencia
Giuliani refiere que en 5 meses, en general los venezolanos han pasado del miedo a contagiarse con el virus a la resiliencia. «La vida del venezolano está muy complicada hace rato, aún y cuando le atribuimos causas distintas como el bloqueo económico impuesto por Estados Unidos de un lado y del otro al fracaso del Gobierno, en la vida cotidiana se ha fortalecido una enorme capacidad de resistencia», asegura.
Para el profesional, la población en el país enfrenta batallas diarias para resolver problemas como el abastecimiento de agua, electricidad, el alimento, «y para eso hay que ingeniárselas».
En tal sentido, considera que existe «una alta inteligencia social, aunque si se observan signos desde el punto de vista emocional respecto al aumento de la irritabilidad y un altísimo nivel de estrés», relata.
Diferentes expertos han advertido que un signo importante de este tiempo, no solo en el país, sino en el mundo, es la ansiedad que genera la incertidumbre frente a la pandemia; acentuada en el contexto de los indicadores económicos que de manera permanente emiten los organismos internacionales, que reflejan un futuro de desempleo y pobreza mundial.
«En medio de tamaña crisis, de tamaña pandemia, el venezolano está de pie con su sentido del humor lúdico, ahí está en resiliencia, no es que lo idealicemos, hay consecuencias, pero predomina un espíritu de mucha creatividad y gran disposición al trabajo», indica Giuliani.
El psicólogo social reflexiona acerca de la forma en que la pandemia ha impactado, no solamente la cotidianidad, primera víctima del virus, sino el futuro, «¿cómo pensar el futuro cuando todo el mundo está así?, ya ni siquiera pensar en la migración es viable. El sentido existencial, de la vida está en jaque. Son impactos que hay que evaluar», reitera..
No obstante, señala que el escenario adverso también ha potenciado otras capacidades en las personas, «el mundo que viene es un enigma y va a resultar de la pugna en la lucha por la hegemonía. El capitalismo va a luchar por prevalecer y el mundo alternativo todavía no está dibujado (…) lo que debemos plantearnos es que debemos participar en esa lucha».