Un patético Bolsonaro, aislado en su laberinto, sin mando real
Juraima Almeida|
¿Quién está gobernando Brasil? Lo cierto es que los militares gobiernan desde el día que asumió Jair Bolsonaro, pero ahora, el general Walter Braga Netto, Ministro jefe de la Casa Civil, nombrado apenas en febrero de este año, asumió la presidencia operacional de Brasil.
Una presidencia operativa es una función pública inexistente en las reglas de juego democrático, pero de lo que se trata es evitar entrar en debate si es un golpe de Estado o la toma de poder de un sector castrense. El Presidente, el vice y ocho ministros son del ejército. La política económica la define Paulo Guedes, exfuncionario del dictador chileno Augusto Pinochet.
La Fiscalía procesó al gobierno federal por el discurso de Bolsonaro contra el aislamiento social en el combate a la pandemia del coronavirus, y pidió que éste se abstenga de emitir discursos e informaciones falsas que debiliten las medidas tomadas..
Los 20 fiscales que firman la demanda dicen que el presidente no puede exponer al riesgo el derecho a la salud de las personas y la sociedad, cuando se recomienda el retorno a las actividades cotidianas y la reapertura de los comercios, contrariando todas las evidencias que apuntan en el sentido contrario.
Entre las medidas sanitarias que solicitó Jair Bolsonaro a los 210 millones de brasileños fue que celebraran un día de ayuno absoluto, invocando la altísima protección del dios santísimo. Ésta fue la menos nociva de todas sus manifestaciones relacionadas a la pandemia, que avanza por Brasil a velocidad vertiginosa.
La tasa de mortalidad se situó en el 4,6%, según el boletín oficial, aunque las proyecciones matemáticas advierten que los 12.000 casos confirmados suponen apenas el 10% del total de contagiados.
Bolsonaro se mantiene firme en su posición de entablarle guerra a todos los que defienden el aislamiento social y la suspensión de una amplísima serie de actividades, como su propio ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta.
A mitad de semana, en el quinto mensaje en cadena de radio y televisión en un mes sobre la pandemia que niega, exigió a sus ministros que estén “sintonizados” con él en la “guerra” contra el coronavirus y volvió a defender la vuelta al trabajo de los brasileños porque, dijo, el desempleo también provoca muertes.
Bolsonaro contradijo de nuevo las recomendaciones de su ministro de Salud y señaló que las consecuencias del tratamiento “no pueden ser más perjudiciales que la propia enfermedad (…) El desempleo lleva a la pobreza, el hambre, la miseria y a la propia muerte”, aseveró.
Dijo tener certeza de que la gran mayoría de los brasileños quiere volver a trabajar”, aunque los sondeos de opinión afirman justamente lo contrario: el 76 % de la población es favorable al aislamiento domiciliario y a las medidas que rigen actualmente en la mayoría de los 27 estados brasileños. Bolsonaro también quiere obstruir las acciones de gobernadores para contener la pandemia, contrariando las personales decisiones presidenciales.
A unos meses de haber salido de prisión, en videoconferencia desde su casa, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva expuso que el actual mandatario debe cambiar su desdén en el combate al coronavirus o se arriesga a que lo obliguen a dejar el cargo antes de que concluya su gestión.
La pregunta está en boca de todos: ¿A Bolsonaro se le insubordinan los generales, incluso los de su gabinete? Hay claras señales de descomposición del régimen y especulaciones periodísticas sobre escenarios futuros que incluyen el desplazamiento de Bolsonaro, quien sería sustituido por el vicepresidente, general Hamilton Mourao.
Varios de los ministros militares y los titulares civiles de Economía y Justicia, el ultraliberal Paulo Guedes y Sergio Moro, un ex juez totalmente manipulador y parcial que condenó el ex presidente Lula da Silva sin prueba alguna, se sumaron a las propuestas del ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, y se distanciaron del negacionismo de Bolsonaro.
El capitán-presidente se enojó y amenazó: “Algunas personas en mi gobierno están pensando demasiado. Eran personas normales, pero, de repente, se convirtieron en estrellas, hablaron hasta por los codos, tuvieron provocaciones. (…) Vendrá su tiempo, porque mi bolígrafo funciona”, había advertido Bolsonaro refiriénose a Mandetta.
Lo que más preocupa en Brasil es la conducta absolutamente errática e irresponsable de Bolsonaro a lo largo de las últimas tres semanas, precisamente el periodo en que la pandemia avanzó con fuerza. Se contabilizaban más de medio millar de muertos, con la advertencia de que hay un gran número de pruebas a espera de resultado,
La prensa, incluso la que lo catapultó, lo acusa de ignorante, de tener un grave desequilibrio emocional que lo han llevado a aislarse dentro del propio gobierno. El presidente sigue estimulando la población a salir a las calles, y amenazó con la posibilidad de “llevar tropas a las calles”.
Bolsonaro está cercado de militares retirados y en activo, muy reaccionarios pero que se dieron cuenta de los absurdos del presidente, y decidieron que Walter Braga Netto, el general en actividad que paradojalmente ocupa la Casa Civil de la presidencia, pase a ser el coordinador de las acciones de combate al coronavirus, relegando Bolsonaro a sus explosiones negacionistas.
* Investigadora brasileña, analista asociada al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)