Chavismo en tiempos de pandemia
Mientras el mundo asiste atónito la pandemia producto del coronavirus causante del COVID-19, la Organización Mundial de la Salud (OMS) preocupada, recomienda a los gobiernos priorizar la salud de los habitantes por encima de la economía, el primer país en asumir el aislamiento social voluntario fue Venezuela.
No se trata solamente de una línea dictada por un Gobierno, sino del rol protagónico del pueblo organizado, que combate esta epidemia desde los diversos espacios orgánicos desde el corazón de cada comunidad. Una de las fortalezas más importantes del chavismo desde siempre: la organización popular.
Los esfuerzos estatales garantizan el salario para la clase trabajadora, la pausa en pagos de alquiler, apoyo económico y la atención directa a través de recorridos médicos para ir en búsqueda de los posibles casos. Los médicos no van a ciegas, son guiados por voceros de la organización popular, Hinterlaces.net conversó con varias personas voluntarias que hacen parte de los procesos orgánicos que se desarrollan barrio adentro, en Caracas.
En la parroquia capitalina El Recreo, no todos cumplen con la orden de quedarse en casa, cientos de líderes y lideresas ponen en marcha las misiones sociales para garantizar tres elementos fundamentales en este momento difícil que enfrenta el mundo: la salud, la seguridad y la alimentación, entre ellas Libia Salcedo, sargento segundo de la Milicia Bolivariana.
Iniciando la noche nos recibe Libia en Comunidad de Chapellín. Su uniforme está pulcro, junto a ella otros milicianos observan, ella está a cargo de la contraloría en la distribución de alimentos a través de los Consejos Locales de Abastecimiento y Producción (CLAP), al consultarle por qué estaba allí, ella responde sin duda, “porque el país me necesita. Debemos vigilar que llegue la alimentación a cada familia, eso es lo que hacemos, por eso no estoy en mi casa”
De los colectivos y sus sinónimos
Mientras el equipo de Hinterlaces.net conversa con Libia, un camión empieza a ingresar al Centro Endógeno Libertador, espacio provisional que funge como centro de distribución y que es administrado por el colectivo “Libertador”, sus voceros llevan una gorra negra, en letras blancas dice: “CUPAZ”, que significa Cuadrantes de Paz. Oliver Yamarte, vocero principal, explica que aunque han querido satanizar a los colectivos, la responsabilidad principal de ellos es organizar procesos para la atención de la comunidad en general.
La palabra colectivo “no es más que dos o más personas trabajando con un objetivo social y la responsabilidad actual es mantener a salvo a la población de una enfermedad que sólo se puede combatir con disciplina y con el pueblo de a pie unificado en cada territorio”, hace una pausa: “No es cierto que seamos delincuentes, somos revolucionarios prestos y dispuestos para acompañar a nuestro pueblo en cada situación que necesite como lo estamos haciendo hoy”, aclara ante la matriz de opinión que quiso calificarlos como grupos violentos.
Yamarte recalca: “violentos son los que nos bloquean”, él afirma que son más las víctimas por invasiones y bloqueo que por coronavirus, “hay millones de personas afectadas por las sanciones de Estados Unidos”, país que, en medio de una crisis mundial, arrecia el ataque contra Irán, China, Rusia, Cuba y Venezuela.
Las gandolas cargadas con alimentos terminan de llegar al espacio, bajo la coordinación logística de Dessire Rivero, jefa del Estado Mayor del Clap, mujer de pocas palabras y que resume su trabajo en una sola frase: “entregamos los alimentos para garantizarlos a todas las familias del país y que no salgan, no tenemos miedo, somos un ejército que asume los retos que tengamos que enfrentar, la mayoría puras mujeres guerreras”.
Cerca de las 09:00pm inicia la descarga de alimentos. Lilibeth Escobar es la responsable en esta fase del procedimiento, ella es tutora política de trece comunidades y mientras supervisa la descarga nos habla de los procesos que se desconocen en la distribución.
“El trabajo se hace con un nivel organizativo bien alto. Primero hacemos la descarga, luego la distribución a cada jefe de comunidad y luego la entrega a las familias. No hay hora para esto, y eso es algo que casi nadie ve, pero lo hacemos con amor, no es sólo entregar la caja, es todo lo que debemos hacer para que lleguen los alimentos a cada casa», desde un extremo, Jesús Salcedo, también líder comunitario, agrega: «ese es el trabajo de hormiguita de los jefes de calle” para completar el relato de esos procesos invisibles.
El Clap (como se le denomina a la caja con alimentos) es entregado a cada familia por los líderes de comunidad, Dayana Pernía es una de ellas, al culminar la carga de los alimentos de su comunidad en el pequeño camión de un vecino Andy, dice que no puede responder preguntas porque se tiene que ir, “tenemos que evitar la aglomeración de personas, por eso nos vamos ahora mismo, tenemos que ir casa por casa y son casi 300 familias”, recalca antes de que el camión empiece a andar.
De héroes y heroínas
El día de Lilibeth Escobar inicia a las 04:00am. “No tengo horario, porque soy madre soltera, le dejo todo listo en la casa a mis hijos y a las 07:00am ya estoy saliendo al Puesto de Comando”, se refiere a un espacio en el que hacen guardias para sistematizar los reportes de posibles casos de COVID-19 en las comunidades y movilizarlos a los centros de salud habilitados en todo el territorio nacional.
“Nuestro trabajo va de la mano con los médicos cubanos y venezolanos, juntos hacemos el despistaje casa por casa, porque nosotros somos los que conocemos el territorio, los de la base, los que sabemos dónde pueden estar los posibles casos. Y no, no me da miedo, todo esto lo hago por amor a mi país y a mis hijos”, dice para explicar lo que ya es parte de su rutina diaria.
Entre las personas voluntarias que conforman las brigadas médicas está Cruz Elena Abello, enfermera voluntaria de la comunidad Pinto Salinas, aunque le realizamos varias preguntas ella prefiere explicar la importancia de quedarse en casa, invita a todas los profesionales de la salud del país a sumarse «porque los próximos días son esenciales para lograr el control».
Cruz hace énfasis en que “luego que termine la incubación del virus (14 días) comienzan a salir los posibles casos, por eso la importancia de permanecer aislados y por eso es tan importante que se lleve la comida hasta los hogares. Los equipos del Clap salen cumpliendo las reglas, porque ellos tienen un protocolo y están haciendo un valioso trabajo que las comunidades deben valorar”, dice para reconocer el valor de los vecinos que voluntariamente asumen la tarea organizativa.
La organización popular en Venezuela convierte el escenario de una pandemia, en un escenario de nuevos retos para el país, escenario en el que el chavismo recobra textura, color y se fortalece muy a pesar que el país debe enfrentar, además del coronavirus, bloqueos, sanciones y el asedio de gobiernos de derecha.