Stelling: Los del medio/ Britto García: Bachelet, con la vara que midas/ Haddad: La agresión continuada
Los del medio
Maryclen Stelling|
Superado el trauma social del fin de la inocencia mediática, hoy día cuestionamos el papel, nada inocuo, que desempeñan los medios tanto en la representación de la realidad como en la forma de percibir el mundo. No se trata de simples observadores pasivos de la realidad, muy por el contrario, los medios son activos participantes de los procesos sociales.
Se constituyen en el lugar de visibilidad o invisibilidad de hechos y actores; tienen el poder y la capacidad de instalar en la sociedad un tema, al igual que de minimizarlo o desestimarlo; ocultarlo o ignorarlo. La mediatización de ciertos asuntos –el reconocimiento, el reencuentro y el dialogo; la polarización, la radicalización y la confrontación; la guerra y/o la paz– constituyen decisiones de carácter político de unos medios que, devenidos en actores políticos, intervienen e inciden intencionalmente en el debate público.
El momento político no es fácil de descifrar. La ciudadanía comienza a reconocerse y reencontrarse en la crisis multidimensional en conjunción con el desgaste de la credibilidad y legitimidad de las elites políticas. Un nuevo centro político tímidamente emerge desde la desesperanza, a partir de la tristeza y la sensación de abandono; desde el cansancio, el desgaste de la radicalización y del discurso político polarizante, aunado al foco en la destrucción del otro.
Curiosamente desde las entrañas de la radicalización brota la necesidad de reencuentro, reconocimiento y de dialogo.
En paralelo brota lentamente un clamor ciudadano que demanda un nuevo enfoque comunicacional, un tratamiento mediático que promueva estrategias de paz, que fomente la reducción de los niveles de violencia promovidos por el periodismo de guerra dominante. La ciudadanía despolarizada reclama y requiere un periodismo comprometido con los procesos de resolución del conflicto, con la reconstrucción de la convivencia y la reconciliación.
La ciudadanía crítica emergente cuestiona el manejo mediático que promueve la radicalización y fortalece bandos irreconciliables; que fomenta comportamientos agresivos, demoniza y estereotipa al adversario político; que desconoce, descalifica o invisibiliza los procesos de diálogo y propuestas de paz en desarrollo.
Los del medio abogamos por unos medios que apuesten a la paz.
Bachelet: con la vara que midas
Luis Britto García|
Uno.- Con la vara que midas, serás medido, dice el Evangelio. Prevalece en ciertos comunicadores y supuestos defensores de Derechos Humanos la idea de que pueden hacer lo que se les antoje. Quienes exigen de otros el cumplimiento de normas deben ajustarse a las que rigen su propio desempeño. Naciones Unidas aprobó en su primera sesión de 18 de junio de 2007 un “Código de Conducta para los titulares de mandatos de los procedimientos especiales de Derechos Humanos”. Por ser obligatorio para éstos, con mayor razón debe serlo para el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos (ACNUDH).
Dos.- Dispone el artículo 13 de dicho Código que “Los titulares de mandatos deberán: a)Tener presente la necesidad de que sus opiniones políticas personales no vayan en desmedro del cumplimiento de su misión y basar sus conclusiones y recomendaciones en evaluaciones objetivas de la situación de los derechos humanos”.
Pero ya en el aparte 12 de un informe de 82, antes de exponer los hechos la ACNUDH expide su veredicto: “El desvío de recursos, la corrupción y la falta de mantenimiento en la infraestructura pública, así como la subinversión, han tenido como resultado violaciones al derecho a un nivel adecuado de vida, entre otros, debido al deterioro de servicios básicos como el transporte público y el acceso a electricidad, agua y gas natural”. Igualmente sentencia en el aparte 15: “Además de la hiperinflación y la contracción de la economía, las políticas económicas y sociales adoptadas durante la última década han debilitado los sistemas de producción y distribución de alimentos, aumentando la cantidad de personas que dependen de programas de asistencia alimentaria”.
Según ACNUDH, todos y cada uno de los problemas del país serían imputables al gobierno: ninguno a acciones de poderes imperiales, de sus cómplices, de empresarios o de la oposición. Para nada se tiene en cuenta la advertencia del aparte 44 del previo Informe de Alfredo de Zayas: “Resulta fundamental estudiar las causas de la crisis, incluyendo los factores que no han sido tenidos en cuenta, a saber, las sanciones, el sabotaje, el acaparamiento, las actividades del mercado negro, la inflación inducida, el contrabando de alimentos y medicinas.” Primero la sentencia, luego el juicio, dice la Reina de Corazones en Alicia en el país de las Maravillas.
Tres.- Afirma ACNUDH en la sección 14 que “Las personas entrevistadas constantemente refirieron una falta de acceso a alimentos, debido tanto a la escasez como a los precios inasequibles. La disponibilidad de suficiente comida de calidad es deficiente, y los entrevistados dijeron que comían una vez, o como mucho dos veces, al día y que consumían pocas proteínas o vitaminas”. No se acompañan pruebas ni fuentes. Si tenemos en cuenta que 82 % de las alegadas entrevistas fueron realizadas en el exterior, de ser veraces se estarían refiriendo a otros países. La afirmación de que las mujeres deben dedicar “un promedio de 10 horas al día a hacer filas para obtener comida” carece de lógica, ya que de ocupar tanto tiempo en ello, ni encargadas ni jefas de familia podrían trabajar ni dedicarse al cuidado del hogar. Comentario aparte merecen las “fuentes locales” –como siempre, no identificadas ni cuantificadas- que habrían reportado “casos” de mujeres “forzadas a intercambiar comida por sexo”. Con la misma ausencia de pruebas se podría afirmar que los proveedores de estas noticias sensacionalistas las intercambiaban por sexo.
Cuatro.- Según Mark Twain, el Diablo puede leer la Biblia, Bachelet también puede mentir con estadísticas citando en su aparte 15, que la FAO registra 3,7 millones de venezolanos desnutridos para 2015-2018. Pero omite citar que, según la misma fuente, para 2000-2002, en un país que apenas salía del bipart dismo y de unos 20 millones de habitantes, la cifra era de 4,1 millones de personas desnutridas, y que para 2010-2011, descendió a 1,1 millones: vale decir, en una década, el gobierno bolivariano redujo en tres cuartas partes la cantidad de desnutridos. Menos cita Bachelet que entre 2013 y 2015, años en que se desata la ofensiva contra Venezuela, la cifra aumenta hasta 2,4, y que acompañando la intensidad de la agresión, se llega sólo en 2018 a la citada cifra de 3,7 millones de desnutridos.
Y ya que Bachelet cita estadísticas de la FAO, extraña que pase por alto el Índice de Inseguridad Alimentaria Grave que la misma fuente arroja para Chile: de 3,9 para 2014-2016, y de 4,4 para 2017, durante su segunda presidencia en ese país. No se explica cómo una defensora de los Derechos Humanos denuncia a otros países por supuesto incumplimiento de lo que ella no hizo cumplir cuando gobe naba en el suyo. Según dice el Evangelio, cuando el fariseo denuncia la paja en el ojo ajeno, es porque no ve la viga en el propio.
Cinco.- Ochenta y dos artículos como el presente requeriría comentar los 82 apartes del informe de Bachelet. Una consideración final. La Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos vino invitada por nuestras autoridades. Ninguna norma de la ONU la facultaba para visitar por decisión propia a nuestro país, ni nos obligaba a recibirla. Fuimos nosotros quienes, conociendo que representa a un organismo internacional fuertemente influido por potencias enemigas de Venezuela, y teniendo en cuenta su carrera política conservadora, la convocamos a pesar de la alta probabilidad de que presentaría un informe negativo.
Una vez más se manifiesta la nefasta tendencia de algunos funcionarios a ignorar sin necesidad la soberanía de nuestro país y someterla a organismos extranjeros para que nos acusen, juzguen y condenen. Por otra parte, proyecta la ACNUDH dejarnos instalada una Oficina Permanente, a cargo de persona vinculada a Diego Arria y contumaz redactora de Informes denigratorios contra Venezuela. Mientras sigamos entregándonos a poderes foráneos, seguirán destruyéndonos.
La agresión continuada
Beltrán Haddad|
La Carta de la ONU señala que los Estados en sus relaciones internacionales se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra otro Estado. Si bien esa Carta significó el nacimiento de un nuevo Derecho Internacional, el principio de no recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza nunca ha sido respetado por las potencias imperiales y sus aliados, por lo que el equilibrio internacional y el principio de igualdad soberana de los países se hacen cada día más precarios, en tanto la paz más difícil de alcanzar.
Ahora, viene la pregunta: ¿De qué sirve ese Derecho Internacional? Hoy en día, aparte de la agresión que sigue sufriendo el pueblo palestino de la ignominia guerrera del sionismo, y los casos de agresiones imperialistas que padecen otros países, nos encontramos con la agresión actual y continuada de que es víctima el pueblo venezolano por parte de los gobiernos de EEUU, Canadá, Unión Europea, Colombia, Chile, Argentina y Perú.
Estos gobiernos están cometiendo agresiones al pueblo y gobierno venezolanos que se manifiestan en lo diplomático, en lo económico y en lo financiero; de igual forma lo hacen empleando la guerra psicológica, mediática y de redes sociales. Es una agresión continuada que se extiende a sanciones individuales y otras formas de hacer la guerra, como el ataque electrónico.
¿De qué sirve ese Derecho Internacional que nació con la Carta de la ONU? Aún no se han atrevido a la intervención militar, pero es una opción puesta sobre la mesa bajo el silencio del Derecho Internacional. Algo más, en esa agresión continuada, Venezuela está siendo sometida a una arremetida mediática infame, a la real malicia noticiosa de todos los días para mostrar un país que no es.
Pero insisto, el pueblo venezolano sabe resistir y resistir es luchar, es rechazar, es oponer la fuerza popular a la agresión imperialista. Resistir es vencer. A la revolución bolivariana no llegará jamás aquel derrotismo que marcó el fin de la España republicana, narrado así por Angel Bahamonde y Javier Cervera: “La caída de la moral en la retaguardia fue inevitable… Pero el desánimo se extendía, el derrotismo se convertiría en moneda corriente y la voluntad de resistencia quedó resquebrajada”.
Eso fue lastimeramente allá y así terminó la guerra de España, pero aquí, en Venezuela, siempre habrá resistencia y victoria.