Documental Rolling Thunder Revue en Netflix: Las trampas sobre Dylan que nos pone Scorsese
Paul Walder|
El 12 de junio Netflix estrenó el documental Rolling Thunder Revue, dirigido por Martin Scorsese sobre la gira más conocida de Bob Dylan, realizada por la costa Oeste de Estados Unidos entre 1975 y 1976. El 2005 el cineasta había realizado No Direction Home, aquel sobre los primeros años de la carrera musical de Dylan.
Rolling Thunder Revue no es cualquier documental. No solo porque lo ha realizado Scorsese. No lo es porque es un juego, una pieza híbrida, un acto de magia, de cambio permanente de máscaras. La verdad sobre Dylan, el músico más influyente del siglo XX junto con The Beatles, posiblemente, que es también Premio Nobel de Literatura, es historia, es biografía, es hoy mito y leyenda.
Cuál es la línea que demarcan los hechos de la figura y su relato. Scorsese lo plantea, y lo hace en complicidad con Dylan. Por algo el filme comienza con una secuencia de cámara fija de una pieza de Méliès sobre un ilusionista de circo que hace aparecer y desaparecer a una modelo. Dylan, durante los trozos de las entrevistas, le dice al cineasta neoyorquino que de la gira han pasado ya 40 años y no se acuerda de “nada”. ¿A partir de qué elementos armar la biografía, el documento fílmico?
La gira tiene su contexto y muchas horas de material filmado, de los conciertos y el backstage, que fue usado en la película de ficción realizada por el mismo Dylan en 1978 titulada Renaldo y Clara. Él mismo y Clara, su primera esposa y madre de sus cuatro hijos. Clara no aparece en Rolling Thunder, algo evidente para los biógrafos y sus fans al recordar que la pareja está en esos meses en proceso de divorcio.
La gira fue una idea de Bob Dylan después de la publicación de Blood on the Tracks y The Basement Tapes en 1975. Hacer rock en la carretera. Una caravana de varios vehículos y trailers (uno de ellos lo conduce el mismo cantautor) que viaja por la carretera y arma conciertos en pequeños teatros y hasta salas de sindicatos en ciudades y pueblos. Un grupo de santimbanquis, con músicos, poetas, magos.
La Commedia dell Arte, que llega al pueblo con la entretención y las noticias del mundo. Música, poesía, y máscaras. Un circo que viaja con una de las figuras de mayor peso social y cultural de aquellos años, una banda magistral que toca rock and roll, un poeta y gurú como Allen Ginsberg, chamanes y músicos y cantantes que vienen y van como Joan Baez, Joni Mitchell, Robbie Robertson, Ritchie Havens, Scarlet Ribera, Roger McGuinn, entre tantos más.
Dylan no se quita la máscara en el escenario. Maquillaje kabuki y un sombrero con flores, un personaje sobre el que Scorsese gira y reedita. Porque trabaja sobre documentos fílmicos antiguos, fotografías, que integra y reinterpreta no solo con entrevistas a los mismos protagonistas de la gira 40 años después. Scorsese como un historiador de la cultura del siglo XX.
Documentalista que presiona sobre el género y lo lleva a su máxima intensidad. En realidad, lo que hace es cuestionar el documental, o la escritura historiográfica. ¿Qué realidad tienen los documentos? ¿Son suficientes para armar la historia? Unas preguntas planteadas a través de varias trampas o trucos, insertados en el documental. A los registros entendidos como reales, el cineasta le agrega otros que son fakes, ficción, o simples mentiras que solo pueden verlas los fans o sus biógrafos. Un claro ejemplo, pero no el único. Scorsese entrevista a Sharon Stone, que miente descaradamente.
Pero ella es una actriz, y siempre lo hace. Cuenta que su madre la llevó a la gira y muestra una fotografía en la que viste una camiseta con la banda de rock and roll Kiss. Nos dice que su madre le presentó al mismo Dylan, que quedó alucinado con ella y le ofreció trabajar en el stage en el acarreo de objetos. Dice que Dylan le rogó, que estaba tan fascinado con esa entonces quinceañera que hasta le compuso una canción. Y allí, en la siguiente secuencia Scorsese nos hace la trampa, con Bob Dylan cantando Just like a woman. ¿Cuál es la mentira? Que la canción fue compuesta diez años antes, publicada en el álbum Blonde on Blonde de 1966.
Otra de las trampas surge desde la misma máscara, que nos conduce al kabuki y nos deja orbitando en torno a Kiss. De otras entrevistas a supuestos testigos presenciales de la gira, nos asegura que la violinista Scarlet Ribera, una maga al lado derecho de Dylan en el escenario durante la gira y participante estrella en el álbum Desire de 1976, es, supuestamente, novia de uno de los integrantes de Kiss. Y a partir de allí se levanta una extraña anécdota que va del kabuki al maquillaje de esta banda que lleva al cantautor a asistir a un concierto de ellos. Lo cierto es que no hay ningún registro de esa noche y el mismo Dylan le dice después a Scorsese que no se acuerda.
De Dylan se ha dicho todo. Cuántas biografías tiene, entrevistas, opiniones y participaciones. Quién es tras estos océanos de tinta, qué figura surge tras sus letras, su música y su impacto tremendo sobre la cultura popular estadounidense y mundial. ¿Músico? ¿Poeta? ¿Visionario?
El peso de su tremenda influencia sí está documentado, así como su genialidad y su capacidad de comprensión de los flujos culturales y sus proyecciones. No solo un creador, también un político sin hacer jamás proclamas políticas. Por ahí aparece una fotografía en la Casa Blanca con el presidente Jimmy Carter, que nos dice, a través del relato de un congresista demócrata, que Carter, hijo de una familia terrateniente del estado de Georgia, había comprendido la relación con los trabajadores a partir de Maggie’s Farm de Dylan.
Político, activista. Durante la gira Dylan publica el álbum Desire, que abre con la canción Hurricane, un tema inspirado en el boxeador afroamericano Rubin ‘Hurricane’ Carter, entonces condenado por un crimen que no cometió. Dylan estaba tan seguro de ello, que lo visitó en la cárcel, compuso esta maravillosa canción en la que narra con detalles el caso, vuelve a hacer música por los derechos sociales, contra el establishment como en sus primeros años, y logra levantar una campaña que saca en 1985 al boxeador de prisión. En Rolling Thunder Reveu Scorsese deja cantar a Dylan la canción completa en un teatro y la termina con la versión que toca en la cárcel frente a los reclusos y el mismo Hurricane Carter.
¿Por qué Scorsese escogió hacer la segunda parte del documental sobre Dylan a partir de esta gira? No lo responde, pero hay indicios que van desde el contexto político y, especialmente, que recaen sobre la figura del cantautor. Ambos aspectos absolutamente fusionados. Dylan, un poeta de su tiempo con capacidad para relatar toda la profundidad y horror de las transformaciones políticas tiene el don de hacerlo como un dotado cantante y músico.
Hacia el cierre de este fascinante documental. Otra vez la pregunta, el espacio crepuscular entre la realidad, los relatos y la propia versión. Una duda que la pone el mismo Dylan. Y qué quedó de la gira, le pregunta el entrevistador en off. Mmmm. no sé. en lo comercial, un desastre. En general, creo que nada. Cenizas.