Stelling: La prédica del odio/ Rangel: Mosca con Almagro/ Gutiérrez: La reclamación
La prédica del odio
Maryclen Stelling|
En la coyuntura política actual, cuando el dialogo y la negociación constituyen una imperante necesidad, las redes sociales, devenidas en territorio afectivo, promueven sentimientos de aversión, repulsión o profunda antipatía hacia el adversario político, así como el deseo de dañarlo o destruirlo.
Redes del odio o de la indignación donde tienen lugar la virtualización de los afectos y los vínculos sociales; donde -de la mano de nuevos sujetos políticos- se incuban otras formas de vida, de relacionamiento y sociabilidad.
En un país interpretado y vivido desde una perspectiva política polarizada y radicalizada, se impone el odio político hacia quienes tienen posiciones distintas. Desde esa plataforma afectiva, se crean vínculos sociales, conexiones y formas de coexistencia en los que el odio integra y une más que el amor, el respeto, la comprensión, la amistad o los nexos familiares. Desde esa perversa dimensión afectiva se produce un deterioro del tejido social, se generan daños emocionales, psicológicos, morales y culturales. Fracturada la convivencia básica se estigmatiza la tolerancia, el entendimiento y el respeto al otro diferente; se castiga el disentimiento, se avala y se da puerta franca a la violencia sociopolítica.
Las redes sociales en tanto territorio afectivo-religioso se tornan en una suerte de púlpito desde donde predicadores y predicadoras del odio promueven el rechazo, la radicalidad y las salidas violentas. No se acepta la legitimidad del adversario, enemigo a muerte a quien hay que exterminar a cualquier precio. Al traidor hay que estigmatizarlo y, en casos de reincidencia, destruirlo virtualmente. Muy lejos queda el tema del perdón, la reconciliación, el rencuentro, el respeto, el dialogo…
Producto de una postura emocional y cargada de odio, se impone el discurso del odio repleto de juicios de valor, insultos y descalificaciones. Discurso fundamentado en la creencia de “posesión de la verdad
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Mosca con Almagro
Domingo Alberto Rangel|
Busquemos un genio que descifre el enredo creado por Luis Almagro. Sucede que al Secretario de la OEA hay que tenerlo en la mira, porque sus últimas andanzas levantan sospechas.
Recordemos: Almagro fue electo en la OEA con votos y lobby de Hugo Chávez quien suponía que el uruguayo, habiendo sido canciller de don Pepe y embajador de Tabaré en la China, sería su aliado incondicional.
Pésima apreciación del comandante … Almagro saltó la talanquera y desde el 2014 hasta ayer fue acérrimo enemigo de Venezuela y sus aliados. Incluso llegó a ser interlocutor de los presidentes Obama y Trump.
Pero luego de una fiesta en “El Chapare” (Bolivia) donde fue invitado… el legalista Almagro olvidó que Evo Morales va a la reelección, torciendo lo que dice la Constitución boliviana y un referendo donde se rechazó la reelección indefinida.
El enredo viene porque Almagro sigue criticando a Venezuela con lo que se le puede alinear a la política de Donald Trump, pero con la variable de que el insólito Secretario de la OEA ahora apoya a Bolivia… y a Nicaragua, para sorpresa del oposicionismo venezolano, la trata con guante de seda.
¿Qué busca Almagro entonces? Reelegirse imposible: ¡Como va a ser reelecto sin el apoyo del Uruguay natal siendo que las elecciones en el mundo diplomático obedecen a negociaciones y sin el aval de su gobierno jamás conseguirá un solo voto!
Entonces ¿qué diría Cantinflas? Nada y todo porque este cambio, que no obedece a las fases de la luna, hay que analizarlo en profundo.
Si fue sobornado en “El Chapare” allá él y nosotros hasta allí llegamos, porque mientras América Latina carezca de un sistema de justicia serio que solo gobiernos liberales, pro-mercado lo pueden construir, denunciar sobornos y comisiones es inútil.
Pero si se trata de una jugada a dos… preparada para confundir a los aliados del gobierno venezolano… mientras Trump y Almagro, el primero con una reelección en puertas y el segundo con poco tiempo de vida útil… urden otra payasada como la del 30 de abril, estilo Guaidó… cabría suspender la pugna política para formar filas en defensa de la integridad territorial de nuestra patria.
El oposicionismo a ultranza armará berrinche y habrá que recordar lo que hace poco escribió otro liberal venezolano “ni Maduro es dictador ni la oposición es de derecha”.
Mosca con Almagro.
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La reclamación
Baltazar Gutiérrez|
Otra vez ha vuelto a replantearse la antigua reclamación de Venezuela sobre el territorio despojado mediante el fraudulento Laudo de París de 1899, al que siempre se opuso a través de múltiples formas y reclamaciones que condujeron al Acuerdo de Ginebra de 1966, el cual renovó los derechos territoriales y estableció un sistema de solución al diferendo, entre la naciente República de Guyana, ex colonia de la Gran Bretaña, y Venezuela.
Actualmente el caso se encuentra en la sede de la Corte Internacional de Justicia, enviado de forma inconsulta por el actual Secretario General de la ONU, Antonio Guterrez. Ello se aparta de las vías de solución amigables previstas en el Acuerdo de Ginebra el cual no se inclina por soluciones en Tribunales, sino por acuerdos en él previstos y que son figuras del Derecho Internacional Público.
Recordamos que la situación volvió a emerger hace varias semanas por la actuación de las Fuerzas Armadas Nacionales, quienes obligaron a dos buques exploratorios de petróleo de la Exxon Mobil a salir de aguas territoriales venezolanas en las que se encontraba, con el patrocinio de la República de Guyana. En el hecho se siguieron pautas del protocolo internacional y los barcos obedecieron la petición de la Armada.
Resultó entonces oportuno el incidente en el contexto del reclamo impulsado por la nación, pues lo ha revivido y le ha dado nuevos elementos de entendimiento en el objetivo de apuntalar la aspiración nacional.
Ahora bien, la Cancillería venezolana, por impulso del Presidente de la República debe activar un plan de difusión de los justos títulos que posee Venezuela en el territorio Esequibo y explicar los alcances de la solución previstos en el Acuerdo de Ginebra. Observamo
s una conducta pasiva, más bien de reacción a las acciones emprendidas por Guyana en diversos planos y órganos internacionales.
Otro factor a emprender ha de ser el de reforzar con expertos, estudiosos de la relación, la argumentación favorable a Venezuela en las investigaciones que han elaborado. Creemos que la Cancillería debe abrir su espacio de consulta a conocedores de larga data con amplio dominio de los factores envueltos en la situación controversial.
Se trata de una aspiración nacional más allá de una circunstancia parcial de un Gobierno. Bolivia es un excelente ejemplo al respecto en la disputa que sostuvo con Chile.
*Profesor universitario