Opiniones x 3: Roberto Malaver, Earle Herrera, Hernández Montoya
A veces llegan cartas
“La carta que Carlos Vecchio le escribió al jefe del Comando Sur pidiéndole que analizara la posibilidad de una invasión a Venezuela, tiene a mi padre dándose golpes de cabeza contra la pared de la sala. Y mientras se da esos golpes dice: ‘Yo me quiero morir de la vergüenza. No se puede ser tan miserable. Tan chiquito. Tan gusano. Tan subsuelo. Tan miseria adentro’.
Y tengo que decirle: ‘Ya padre, ya, está bueno’. Y él se vuelve y me ve y dice: ‘Hija, si algún día sientes que estoy traicionando a este país, te autorizo para que me des una patada por donde mejor te plazca’ .
Mi padre está desilusionado de esta oposición. Dice que no hay un Arturo Uslar Pietri, ‘hasta con un Simón Alberto me conformó yo, pero no veo una luz en ese túnel de mediocridad que pretende darle golpe y porrazo al país. Qué manera de ofendernos, hija mía, ese Vecchio no tiene un mínimo de vergüenza’. Y vuelve a darse golpes contra la pared de la sala”. Cinthya Machado Zuloaga está contando la tragedia que vive su padre.
El mesonero se acerca con las dos tazas de café. Las coloca sobre la mesa y le dice a Cinthya: “No son venezolanos, mi reina. Porque ese tal Vecchio no está solo. Está al mando de un verdadero fantoche”.
Cinthya sonríe y toma la taza de café, y, como si estuviera probando un vino de 1870, dice: “Excelente”. Y le sonríe. Y eso es suficiente para que el mesonero se marche complacido.
Y sigue diciendo Cinthya: “Y lo de nuestra embajada en Washington es otro caso que mi padre se lo tomó a pecho. Dice que está a punto de viajar a Washington para unirse a esos cuatro héroes que resisten a la brutalidad nuestra, es decir, la de Vecchio y su gente, y a la brutalidad de Trump, es decir, la de Trump.
Y lo del Banco Portugués que le congeló millones de euros a Venezuela y el canciller de Portugal dice que ese banco no le para al gobierno, porque sirve a otros intereses, es decir, a los intereses de Estados Unidos. Y lo de Citgo sigue siendo una vergüenza. Y están también, los dólares que aprueban en la Asamblea en desacato para ellos cobrar y darse el vuelto. Es verdad lo que dice la Nitu, da asco, o mejor dicho, asquito”.
Y Cinthya, viendo a la gente que pasa cerca de nosotros, termina diciendo: “la carta de Vecchio es una carta desgraciada”