Entre el caballo de Troya “humanitario” y una eventual guerra en la Cuenca del Caribe
Mirko C. Trudeau|
La propuesta de EEUU y sus cómplices sudamericanos, Colombia y Brasil, bajo los auspicios del Grupo de Lima, de promover una caravana humanitaria en Venezuela supone una flagrante vulneración del principio humanitario de neutralidad y soberanía, mientras algunos analistas alertan sobre una posible guerra en toda la Cuenca del Caribe, ya que Nicaragua y Haití también están siendo desestabilizados.
Esa guerra será impuesta desde el exterior, dice el analista francés Thierry Meysan. Su objetivo ya no será derrocar gobiernos de izquierda para reemplazarlos por los partidos de derecha, ya que en el desarrollo de los acontecimientos se perderán las distinciones entre esos bandos. Poco a poco, todos los sectores de la sociedad se verán amenazados, sin distinción de ideología ni de clase social.
La propuesta de establecer corredores humanitarios entre Colombia y Venezuela sitúa a las Fuerzas Armadas venezolanas en la tesitura de impedir o aceptar la llegada de alimentos y medicinas al país, lo que es una flagrante instrumentalización de la acción humanitaria, la cual está siendo utilizada como mecanismo de presión política para solucionar el problema de fondo en Venezuela a medida de los deseos e intereses del gobierno estadounidense.
Incluso suponiendo que una parte de las Fuerzas Armadas Bolivarianas diesen vía libre a la entrada de esos bienes en el país, resulta difícil vislumbrar cómo, dónde y con qué criterios se canalizaría esta asistencia.
“El llamado de un Estado extranjero a las Fuerzas Armadas de otra nación a cambiar su postura y, de hecho, traicionar su juramento, es una injerencia inaudita en los asuntos de un país”, afirmó este lunes el director de la cancillería rusa para América Latina, Alexandr Schetinin, quien aseveró que Venezuela no pidió ayuda militar a Rusia ante la crisis política que sufre.
Si para entablar un diálogo “es necesaria la asistencia internacional, la apoyamos, justo por ello saludamos la iniciativa de México, Uruguay y los países de la Comunidad del Caribe, pero estamos convencidos de que el diálogo no debe buscar una suerte de capitulación, sino que debe centrarse en la reconciliación y la salida de la crisis en interés de ese país soberano y los propios venezolanos”, sostuvo.
Meyssan sostiene que los demás países de la región no podrán mantenerse al margen para escapar a una guerra que se desarrollaría en etapas, como sucedió en la región africana de los Grandes Lagos y en Medio Oriente, y significaría la destrucción de los símbolos del Estado moderno, con ataques contra la conciencia colectiva y la memoria de Hugo Chávez.
Ya son habituales las tentativas de introducción de armas y el financiamiento para la organización de “manifestaciones” que acaban en actos de violencia que la prensa hegemónica atribuye sistemáticamente al gobierno (el terror callejero opositor de 2014 y 2017 causó más de 200 muertos).
Para Meyssan, la tercera etapa serán sangrientos atentados por todo el país, esquema que EEUU ya utilizó con éxito contra Libia y Siria y el envío posterior de mercenarios extranjeros (130 mil enviados a Irak y Siria).
Chomsky: es el imperio
El concepto de ayuda humanitaria como alternativa de la política es casi todo acto agresivo realizado por cualquier potencia que, desde el punto de vista del agresor es una ayuda humanitaria, pero no desde el punto de vista de las víctimas, explica el filósofo, lingüista y politólogo estadounidense Noam Chomsky. EEUU lo reconoce públicamente y se entiende en el terreno del imperio tradicional, añade.
Chomsky pone en el tapete varios ejemplos de “ayuda humanitaria”, como los bombardeos estadounidenses a Serbia en 1999 (con saldo de dos mil muertos) y Libia en 2011 (dejando 10 mil muertos). Y asevera que la sociedad debe repensar lo que significa el poder.
Estados Unidos, a su juicio, sigue siendo el poder supremo. Su poder es dañino, pero desde el punto de vista de la oligarquía, ese poder les da todo lo que piden, asevera el filósofo. Solo en términos militares, esta nación maneja el 25% de la economía mundial, y también está mucho más avanzado en tecnología que el resto del mundo.
Agrega que pese a que en economía han estado en declive, sería un error pensar en que han perdido su dominio. “La multinacionales estadounidenses son dueñas de la mitad del mundo, están integradas con el Estado, tienen todos los sectores: industria, venta, comercio, finanzas”. Explica que desde su elección como presidente, no solo es Trump quien representa el peligro, sino el liderazgo republicano completo, que niega el fenómeno del calentamiento global, por mencionar solo un problema.
Según Chomsky, las políticas más peligrosas apenas se discuten, “son amenazas existenciales que enfrentamos, esta generación tiene que decidir si la existencia humana continuará, no es un chiste, es el calentamiento global o una guerra nuclear y las acciones de Trump empeoran ambas”.
Hay varias formas de capturar un territorio con las mayores reservas de petróleo y la más confortable sería la imposición de un gobierno –una dictadura tecnocrática, al ejemplo saudí- que proteja los intereses de la potencia hegemónica. Pero pasa el tiempo y Washington muestra nerviosismo, como la sugerencia de John Bolton de recluir al presidente Nicolás Maduro en Guantánamo o la insistencia de Donald Trump en una “invasión”, que si bien satisface a su claque interna, incomoda a sus socios europeos.
El portugués Francisco Louca señala que aún les falta “descubrir” las armas de destrucción masiva en Venezuela o inventar algún incidente sangriento que justifique su accionar. No olvida el analista que después del golpe contra el presidente chileno Salvador Allende, China y el Vaticano fueron los primeros estados en reconocer al dictador Augusto Pinochet, mientras los presos políticos eran fusilados en el Estadio Nacional.
Cruz Roja no participa
Mientras en Colombia se habla de la llegada de la “ayuda humanitaria” a la ciudad de Cúcuta, fronteriza con Venezuela, el jefe de la delegación del Comité Internacional de la Cruz Roja en Colombia, Christoph Harnisch, afirmó que esa institución no participará en la distribución de la asistencia que llegará desde EEUU, al considerar que es ayuda de un Gobierno y no es humanitaria.
“Nosotros no participamos en lo que no es para nosotros una ayuda humanitaria”, puntualizó el jefe del CICR en Colombia. “Hablamos de una ayuda que un gobierno decide”, puntualizó Harnisch y acotó que para el CICR el término “humanitario” debe ser protegido por los principios fundamentales de esa organización como son la independencia, la imparcialidad y la neutralidad.
Según lo dispuso la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en sendas resoluciones de 1991 y 2006, humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia operativa son los cuatro principios que deben estar presentes en las acciones de ayuda internacional para que sean calificadas de humanitarias.
En la práctica, cuando la ayuda está dirigida a estados donde ha habido o hay un conflicto de proporciones (Kosovo, Irak, Libia y Somalia son buenos ejemplos de 1999 hasta hoy), las naciones ricas, con EEUU en primer lugar, se encargan de convertir lo que debía ser un acto de solidaridad en uno impúdicamente propagandístico.
Venezuela atraviesa por una severa crisis política, no humanitaria. Ésta última se define como una situación de emergencia generalizada que exige ayuda masiva, sin la cual podría convertirse en catástrofe. La ayuda propuesta por Trump y sus cómplices parece más producto de una preocupación por el reconocimiento de un gobierno autoproclamado que garantizaría el asalto a sus riquezas naturales, que el interés por el destino del pueblo venezolano.
Comida deshidratada
El programa “El Citizen”, que conduce el opositor experiodista y exdiplomático venezolano Leopoldo Castillo en una televisora de Miami, mostró los presuntos paquetes de “ayuda humanitaria” que el gobierno estadounidense dice que entregará a 20 mil venezolanos, como parte de un show para justificar una intervención militar disfrazada de “ayuda humanitaria” a Venezuela.
Se trata de paquetes de comida deshidratada “con un contenido calórico de 2.500 calorías, lo suficiente para subsistir por un día”. Son entregados por la USAID (Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional), institución financiada por el Departamento de Estado norteamericano.
El anuncio desilusionó a muchos venezolanos opositores al gobierno, residentes en el sur de EEUU, quienes esperaban un “Clap mejorado” u otro tipo de alimentos más tradicionales. Los Comités Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) garantizan en Venezuela la distribución de alimentos. Las propias comunidades abastecen y distribuyen los alimentos prioritarios a través de una modalidad de entrega de productos casa por casa.
Se presentan con colores marrón o anaranjado, espaguetis disecados con carne y salsa. “Esta bolsa viene con una serie de químicos, que tú le echas agua al químico y calienta la comida en cuestión de segundos. Trae algunos dulces, una bolsita con una salsa para la pasta, agua de emergencia, y puede conservarse cinco años sin refrigerarse. También trae una barra de proteínas con seis porciones, señaló el “investigador” del programa, Casto Ocando.
*Economista-jefe del Observatorio de Estudios Macroeconómicos (Nueva York), Analista de temas de EEUU y Europa, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, estrategia.la). Traducción de CLAE.