Guaidó, el pasajero de Truman (perdón, de Trump)
Melquíades Iguarán|
Hay una interpretación sobre lo ocurrido ayer, 23 de enero de 2019 (23E), que conjetura que la mayoría de los partidos de la oposición habían sido sorprendidos por el Golpe de Estado concretado en la autoproclamación de Guaidó. De ahí que, los que sostienen esta tesis, se remiten a comparar este golpe con el Golpe de Estado contra Chávez, ejecutado el 11 de Abril de 2002 (11A), donde igual se señala que un sector de la oposición no estaba de acuerdo con la autoproclamación de Carmona.
En este primer caso (el del golpe de abril de 2002), lo cierto es que, al final, todo el zoológico político de la oposición terminó haciendo presencia en el Palacio de Miraflores, recinto representativo del poder ejecutivo, para mostrarle su respaldo al dictador.
Desfilaron, por los pasillos y salones del Palacio de Miraflores, desde la cúpula de la Iglesia Católica Romana, pasando por editor del el periódico El Nacional, Miguel Henrique Otero (y demás medios corporativos de comunicación que promovieron el golpe), las ONG´s (por ejemplo, Sinergía, partido del finado sacerdote Armando Janssem), algunos jesuitas de la Universidad Católica Andrés Bello, partidos políticos y, los más numerosos participantes, altos representantes de la gran burguesía comercial, industrial y principalmente financiera.
Además, todos estos actores estaban calculadamente incluidos, tanto en la firma del decreto que autoproclamó a Carmona como en el planificado nombramiento del Consejo de Ministros de Carmona (incluyendo ex-masistas[1]). Parece que el único que se desmarcó y dijo en TV que, eso era un vulgar Golpe de Estado, fue Teodoro Petkoff, aunque él también había puesto lo suyo en su diario “Tal Cual”, cuando -en su estilo chabacano- colocó el título en primera plana: “Chao Hugo”.
En el último caso, el del Golpe del 23E, puede ser cierta esta versión, pero lo fáctico es que ninguno de los partidos de la oposición guardó distancia, más allá de ciertas figuras como Claudio Fermín, que dijo inteligentemente -mucho antes del 23E- que era una locura proclamar a Guaidó (o desconocer la presidencia de Nicolás Maduro). Lo cierto es que todos, absolutamente todos, los que participaron en la movilización del 23E son culpables, así se hagan ahora los engañados. Incluso, aquellas figuritas curiosas del autoproclamado “chavismo crítico” que, estuvieron presentes en la marcha con un emotivo protagonismo.
Igual que el 11A, los que en este 23E, “se dejaron” llevar por la agenda de la oposición liderada por sus grupos más retrógrados e insurreccionales (como Voluntad Popular), terminaron siendo cómplices de una puesta en escena, cuya ocurrencia, no era muy difícil adivinar. Lamentablemente, a esta altura del partido no hay ingenuos ni tontos útiles.
Este juicio puede resultar categórico, en tanto sea “limitado e injusto”, pero aquí se parte de abordar el tema, evitando la clasificación que ubica a una tanda entre los que se oponen al Gobierno de Maduro y, en la otra tanda, aquellos que lo defienden, para asumir que, a esta altura del partido (que incluye una posible agresión militar) la clasificación es entre los que están anotados en la agenda imperialista y los que no estamos, independientemente del desastre de gobierno que tenemos…más allá de esto, es interesante escarbar sobre las posibles contradicciones que tiene la oposición y manejar la hipótesis de que algunos fueron “sorprendidos”.
Ni ingenuos ni tontos útiles
1) En primer lugar, de ser cierto que facciones de la oposición fueron sorprendidas con la autoproclamación del pro-consul Guaidó, tal como lo testifican algunas declaraciones (incluyendo la infantil aclaratoria de José Guerra, desmintiendo que él no sería Ministro de Finanzas del gobierno de facto), estamos frente a un Golpe de Estado no sólo contra el gobierno del presidente Maduro, sino un Golpe de Estado contra la misma Asamblea Nacional, que en ningún momento discutió y sometió a votación este nombramiento.
2) En segundo lugar, como Guaidó era apenas un pasajero de Truman (perdón de Trump), las acciones se ajustaron a la agenda dictada y ordenada por la facción Pompeo/Marcos Rubio (personajes tan reaccionarios y torpes como los de Voluntad Popular), se puede afirmar que los gringos no sólo quieren barrer con el chavismo sino con lo que consideran los sectores inútiles de la oposición.
ener el control pleno del gobierno de transición no es algo raro si vemos el espectáculo dantesco que hicieron con la confección e imposición de los gobiernos de transición de Libia e Iraq. Por eso colocan al mequetrefe de Guaidó, solo necesitan una foto bonita (incluyendo primera dama) pera convencer a la opinión pública internacional que apoyan a un civilizado frente a un bárbaro dictador.
3) Tener el control pleno, a través de un pro-consul y todos sus cortesanos, implica que deben tener listo los contratos de explotación del petróleo venezolano, elaborados por los despachos de abogados pagados por las empresas trasnacionales. Todo golpe tiene un “Ladrillo” de leyes y medidas económicas[2] que legitimarán el delito y establecerán otra institucionalidad. Ese control pleno, implica control militar, directamente y/o a través de los ejércitos de Brasil y Colombia y a lo mejor otro país del Cono Sur. El botín de guerra es enorme y jugoso. Si algunos políticos de la oposición estaban como vírgenes ingenuas, sin saber que podía pasar, las corporaciones transnacionales y especialmente el capital financiero internacional y nacional, sabían días antes que iba a pasar.
4) En cuarto lugar, ningún plan de tal envergadura (y gravedad) se lleva a cabo sin el financiamiento y la apuesta de factores fácticos que siempre rondan en estos procesos. Especialmente, el capital financiero internacional y nacional. No sólo actúa la embajada estadounidense, en un golpe de Estado participan los de siempre.
Si no pregúntense de quién era la avioneta esperaba en la isla La Orchila por un Chavéz secuestrado y con posible pasaje a un destino incierto. O quienes fueron los autores de ponerle la bomba al Fiscal Danilo Anderson cuando les pisaba los talones a los autores ocultos tras bastidores. El Presidente Maduro puso un ejemplo muy bueno de lo que representan estos actores fácticos, que están por encima de los actores políticos y son los que mueven los hilos.
Se refirió a golpe de Estado que se le dio a El Cabito (así se le llamaba al presidente Cipriano Castro) en 1908, promovido y financiado por las potencias extranjeras que colocaron a su compadre el General Juan Vicente Gómez quien le tocó administrar la instauración del control extranjero de la industria petrolera. Pero Maduro se olvidó del episodio de los banqueros que mandó a encadenar Castro, para que lo apoyaron financieramente.
Castro se echó de enemigo a la banca, por tanto su destino estaba marcado. Es decir, desde hace mas de 100 años, el imperialismo estadounidense viene colocando y quitando a los presidentes según su conveniencia. Petróleo es la palabra clave, ahora son otros minerales tan o mas codiciados por el petróleo.
Cuando muere el dictador Gómez, le sucede un Militar que logra una transición política, López Contreras, quien -junto con los factores de poder- al final de su mandato apoya a un personaje que iba a ser el ungido para la próxima presidencia, Diógenes Escalante, el hombre, que residía en Estados Unidos, se lo trajeron desde allá, pero pierde la razón su habitación del Hotel El Ávila, y sale del Hotel directamente a Estados Unidos para tratar su salud mental. Lo simbólico de este hecho histórico, no se debe soslayar, El Hotel Ávila fue construido con dinero de Rockefeller, mientras que el avión que llevó de regreso al Dr. Escalante, fue enviado por el Presidente estadounidense Harry Truman. El relato de esta historia esta plasmada en un hermosa novela del autor venezolano Francisco Suniaga, titulada “El Pasajero de Truman”.
Notas
[1] Después de la estrepitosa huida de los golpistas del Palacio de Miraflores, cuando fue rescatado por los militares leales y por el pueblo, se encontró una lista de Ministros a nombrar por el “gobierno” de facto de Carmona.
[2] Cuando se dio el golpe contra Salvador Allende en Chile (1973), los alumnos chilenos de Milton Friedman (los Chicago Boys) tenían preparado un programa económico que después fue bautizado como El Ladrillo. Cuando el Golpe de Carmona, también había un Ladrillo, el mismo contó con la colaboración de economistas venezolanos vinculados con Ricardo Hausmman, especialmente el grupo creado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Interamericano de Desarrollo que funcionaba en el Asamblea Nacional, me refiero al la Oficina de Asesoría Económica y Financiera cuyo coordinador era el economista Francisco Rodríguez.