Los cárteles de la droga son parte de una mitología que favorece los intereses de EE.UU.
Manuel Hernández Borbolla-RT
En entrevista con RT, el académico mexicano Oswaldo Zavalacuestiona la manera en que el juicio contra Joaquín ‘Chapo’ Guzmán trata de mantener vigente un relato sobre el narcotráfico que, dice, no corresponde a la realidad.
Para Zavala, mexicano de origen y profesor de literatura y cultura latinoamericana de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY), esto ha generado que la sociedad acepte como verdad un discurso creado con intereses políticos, que en realidad oculta relaciones de poder.
“Hemos sido condicionados para pensar que son los cárteles el principio y la causa original de nuestros males. Esa es una explicación oficial recibida que ha ido permeando en los diferentes campos de producción cultural, y a partir de esa narrativa se nos ha dicho algo muy sencillo: que el país está en manos de traficantes, que estos cárteles son muy poderosos, que han crecido de una manera tan desmedida que manejan arsenales importantes de capacidad destructiva y que pueden incluso rebasar o desafiar el poder del Estado. Y que en la medida que crecen, pelean unos cárteles contra otros”, explica Zavala en entrevista con RT.
Un relato que, de acuerdo con el especialista, muchos periodistas “han aceptado de una manera acrítica”.
Zavala sostiene que este discurso oficial sobre el narcotráfico comenzó a gestarse en EEUU, alrededor de los años 70, cuando la Presidencia de Richard Nixon empezó a hablar del narcotráfico como un problema de salud importante, época en que también se funda la DEA (la agencia antidrogas estadounidense). Después, en la década de los 80, el presidente Ronald Reagan designó al narcotráfico como una amenaza a la seguridad nacional.
Desde ese momento, de medidados de los 80 en adelante –sostiene el académico– el discurso de EE.UU. fue trasmigrando por todo el continente. Un ejemplo de cómo el discurso hegemónico incidió en la realidad de países como México es la manera en que el expresidente Felipe Calderón decretó en 2006 su famosa “guerra contra el narco” con el respaldo de EEUU.
“Los cárteles como se nos han vendido, como se nos ha querido insistir que están allá fuera, no están realmente ahí. Tenemos que redimensionar correctamente el problema del narcotráfico para poder redimensionar correctamente qué está haciendo nuestro gobierno con esta estrategia de militarización que ha costado tanta destrucción”, dice el académico.
“Desde luego que hay tráfico de drogas y traficantes, pero lo que no existe, lo que no es real, son los cárteles como una amenaza de seguridad nacional, que estos cárteles pueden tomar control de territorios enteros, que pueden quitar y poner gobernadores, que tienen dinero en las presidencias, como todas las fantasías que hemos oído en el juicio del ‘Chapo’, ahora en Brooklyn. Esa es la narrativa oficial y es lo que estoy criticando”, señala.
El juicio del ‘Chapo’ Guzmán
Zavala también asegura que en el juicio contra el ‘Chapo’ Guzmán está en juego no sólo la condena que habrá de asumir el capo o los múltiples señalados de complicidad con las organizaciones criminales, sino también la narrativa hegemónica en torno al tema del narcotráfico.
“En esta guerra de acusaciones tienes dos narrativas completamente opuestas. La fiscalía está insistiendo en que el ‘Chapo’ es este hombre extraordinario de negocios, que lideró una organización que, se nos dijo, tenía presencia en 53 países del mundo, que no solo monopolizaba la cocaína, sino que controlaba el espacio político mexicano. Este hombre, de probarse lo que dice la fiscalía, será para siempre la mente criminal más importante que haya pisado la Tierra”, dice el académico con ironía.
Por ello, Zavala califica como una fantasía pensar que un campesino de Sinaloa que apenas terminó la educación primaria como Guzmán, de pronto, logre someter al Estado mexicano; burlar a la DEA, a la CIA y a Interpol; y controlar el flujo de la cocaína por todo EE.UU., Europa, el norte de África y Asia.
“Si este hombre de verdad tuviera esa capacidad de corromper al país entero, de tener esa presencia criminal en 53 países del mundo, simplemente no estaría siendo enjuiciado en Brooklyn en este momento. La gente que tiene esa capacidad de influencia política y dinero en nuestro país son los expresidentes, y esos expresidentes, en efecto, no terminan en la cárcel, sino dando clases en Harvard”, dice en una clara alusión al expresidente Felipe Calderón.
“Lo que es interesante ver, es que en el juicio del ‘Chapo’ se está asegurando la supervivencia de esa misma narrativa oficial que favorece los intereses estadounidenses”, señala.
El papel de la CIA en el tráfico de drogas
El investigador de la CUNY también explica que el involucramiento de la agencia de inteligencia estadounidense en el tráfico de cocaína en México ha sido un tema tratado en profundidad.
“En mi libro cito el trabajo del diplomático Peter Dale Scott, que desde los años noventa documentó cómo la CIA utilizaba la cocaína y los traficantes para parte de su proyecto anticomunista en la región”, dice el escritor.
Al respecto, Zavala hace referencia a la investigación de los periodistas Gary Webb y Charles Bowden, que informaron sobre la manera en que el asesinato del agente de la DEA Enrique ‘Kiki’ Camarena estaba vinculado a la participación de la agencia de inteligencia estadounidense en la venta de crack en el sur de California, con el fin de obtener recursos no reportables para financiar su cruzada anticomunista en Nicaragua durante el auge de la Revolución Sandinista.
Esto sin contar con otros temas como la manera en que narcotraficantes mexicanos lavaban dinero en bancos estadounidenses.
“Eso no sólono aparece en el juicio del ‘Chapo’, sino que no se habla de esas cosas”, afirma el académico, al asegurar que este tipo de evidencia documental tampoco suele aparecer en las series de televisión y otras industrias culturales.
Una guerra contra los pobres
Pero si no existen los cárteles y el supuesto poderío de los narcotraficantes es mito. ¿De dónde surge la epidemia de violencia que ha marcado a México en la última década? Para Zavala, dicho fenómeno es consecuencia de una campaña de militarización promovida por un Estado corrompido en contra de la población.
“La violencia que hemos vivido en el país no es el resultado del tráfico de drogas ni de la acción o la actividad de los cárteles (…) Es el resultado de una deliberada estrategia de militarización en muchas de las regiones del país que ha destruido el tejido social y ha desatado un caos generalizado en el que participan jóvenes pandilleros, expolicías, traficantes, polleros, policías en activo y las propias fuerzas armadas”, señala el académico.
En este sentido, Zavala considera que el Estado mexicano está “conduciendo una guerra en contra de su propia sociedad por otros fines diferentes al tráfico de drogas”, ya que “en nombre de la guerra contra las drogas, el Ejército federal se ha dedicado a despoblar comunidades enteras donde se encuentran recursos naturales muy específicos”.
Se trata de un asunto donde la aparición de violentos grupos criminales no ha impedido actividades extractivistas con fines económicos.
“El caso más emblemático de esto es Tamaulipas, donde se nos dijo con mucha insistencia que Los Zetas controlaban parte de la región y que conducían una guerra total por el control de las rutas y las plazas de tráfico de drogas”, argumenta el investigador.
“Al momento en que tú tomas ese mapa de la actividad de Los Zetas y lo superpones con el mapa de nuestros mejores yacimientos de recursos naturales, coinciden puntualmente. [Entre los lugares] donde están Los Zetas librando esta guerra se encuentra la Cuenca de Burgos, donde tenemos uno de los más grandes yacimientos de gas natural, que ahora mismo está en proceso de extracción”, advierte el experto de la CUNY.
Zavala refiere que durante los peores años de la “guerra contra el narco” se construyó un oleoducto en Tamaulipas para la explotación de hidrocarburos como petróleo y gas.
“Conviene que empecemos a entender que la guerra contra el narco fue en buena medida una guerra en contra de los sectores más pobres del país”, dice Zavala.
“Esta supuesta narcocultura condiciona nuestra percepción de la realidad, a tal grado que estamos dispuestos a sancionar como aceptable lo que de otro modo sería un crimen de lesa humanidad”, concluye.