Carlos Mendoza Pottellá: CITGO y la “internacionalización”

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Carlos Mendoza Pottellá|

Las manifestaciones de la trágica situación económica y social que padece el país se pueden palpar en todos los ámbitos del mismo, pero tiene en su industria petrolera uno de sus principales escenarios, con certeza el más importante, en donde se pueden identificar las causas eficientes de esta crisis.

El principal de esos factores, al que he dedicado varios trabajos en los últimos años y más recientemente en mi columna “Apuntes de Política Petrolera Venezolana” en el portal petroanalysis.net [1]  es el referido a la caída de los ingresos de esa industria, y en particular de los ingreso netos de la Nación, los ingresos fiscales. Una caída que ha generado las crecientes dificultades para equilibrar el presupuesto de gastos de la Nación, provocado urgencias de nuevo endeudamiento externo y, consecuentemente, incapacidad  para honrar esos compromisos financieros. 

Circunstancias estas que, en una proporción considerable, son consecuencia de la multiplicación,  desde hace décadas, de planes inviables y decisiones erradas en el manejo de PDVSA, tal como lo referí recientemente en el trabajo publicado por Aporrea,Política petrolera a la manera de los músicos del Titanic” [2].

Una de las más ruinosas de esas políticas perversas, que sin embargo todavía es presentada con orgullo por la autodenominada meritocracia, fue la política de “internacionalización”, con la cual se pretendió convertir a PDVSA en una “corporación global”, a la par de Exxon-Mobil, Shell, BP con refinerías y otros activos en Alemania, Suecia, Bélgica, Reino Unido, Antillas Holandesas y Estados Unidos (Texas, Illinois, Pensilvania, Georgia, Islas Vírgenes).

A la denuncia de lo que considero uno de los mayores saqueos privados del patrimonio público he dedicado varios trabajos desde 1993, en particular en mi libro El Poder Petrolero y la Economía Venezolana [3], reproducido y ampliado en Nacionalismo Petrolero en Cuatro Décadas” [4]     

CITGO es el nombre del actual residuo pírrico de ese megaplan meritocrático para eludir lo que el gobierno se coge, “the government take” en el lenguaje corporativo internacional. Es decir, para minimizar la participación fiscal, auténtico resultado nacional de las actividades petroleras en el país. Así lo constataba el comisario de PDVSA en 1999:

‘…cabe destacar que el precio de venta de crudo inferior al precio de mercado, significa una transferencia al fisco norteamericano según el siguiente detalle: incrementa las ganancias de Citgo en 210 millones de dólares, con un efecto de impuesto [norteamericano, n.n.] estimado a la tasa nominal de 71 millones de dólares y disminuye las ganancias de PDVSA en 210 millones de dólares, lo cual representa una disminución nominal de impuesto sobre la renta venezolano de 142 millones.’ [5]

Según la historia oficial, la marca CITGO fue creada en 1965 por Cities Service Company, empresa comprada por Occidental Petroleum en 1982, a la cual CITGO fue incorporada como una subsidiaria de refinación, comercialización y transporte en la primavera de 1983.[6]

Fue comprada posteriormente por la Corporación Southland quien, amenazada de quiebra por los márgenes negativos en el negocio de la refinación que imperaban en esos años, vendió como ganga y en artículo mortis, el 50% al Estado venezolano en 1986 y luego, ya quebrada, el otro 50% en el año 1990, pese a la reticencia expresa del Presidente Carlos Andrés Pérez, quien exigió que esa porción fuera nuevamente vendida, dados los riesgos para la República de poseer  el 100 por ciento de los restos de una bancarrota. Sin embargo, y tal como reseñaba la revista Petroleum Economist en su momento, “los defensores intransigentes de la internacionalización creen que pueden retrasar el pedido de Pérez hasta que deje el cargo en poco más de un año”  [7]

¡Y efectivamente así sucedió, incluso antes, cuando Pérez fue defenestrado por el Congreso Nacional! [8]

Así pues, en 1990, nació la posesión venezolana del 100% de CITGO. Las prevenciones del Presidente Pérez se están materializando ahora, cuando los acreedores de la República levantan la tesis del “alter ego”, para cobrarse a la brava, capturando un patrimonio nacional desguarnecido, fuera del ámbito territorial y del amparo de los poderes públicos nacionales.

Un patrimonio muy valioso hoy, tasado en varios miles de millones de dólares, -quince mil millones fue una estimación comentada recientemente-  pero que es el menguado resultado de desangrar al país en múltiplos de esa cantidad para beneficio privado de empresas extranjeras, de sus  pícaros promotores criollos que hoy disfrutan del resultado de sus andanzas… y del fisco norteamericano.[9]

Ahora es pertinente referir que mi posición sobre la materia in comento, sostenida desde el inicio del proceso de adquisición de refinerías en el exterior, en 1983, ha sido luego fundamentada extensamente por otros investigadores del tema, en particular por el ya citado Juan Carlos Boué [10]

Posteriormente, en el informe sobre la gestión de PDVSA en su política de “apertura”, aprobado por la Asamblea Nacional en 2006, se reproducen aspectos indignantes de las circunstancias que referíamos en el antes, no siendo el menor de ellos el monto de los pagos al impuesto sobre la renta norteamericano, declarados  a partir de ganancias inexistentes y producto de los descuentos otorgados por PDVSA a sus filales:

La plenaria de la AN aprobó, por unanimidad, el informe de la Comisión Especial designada para investigar la apertura petrolera, ente legislativo, presidida por el diputado Rodrigo Cabezas (Independiente/Zulia), declarando la responsabilidad política de todos los funcionarios que formularon, celebraron y ejecutaron los convenios operativos, las asociaciones estratégicas y los negocios de internacionalización durante las décadas de los 80 y 90, particularmente a la Directiva de Pdvsa (1994-1999) presidida por Luis Giusti [11]

El siguiente gráfico, con cifras de los informes financieros de PDVSA entre 1998 y 2001, deja claro el verdadero carácter del negocio de la internacionalización: ruinoso para el país pero jugoso para los participantes privados.

Obsérvese allí  el último de esos años:

26.927 millones de dólares en ingresos por ventas, que generan 638 millones de ganancias ficticias, financiadas por 938 millones de descuentos sobre el precio del petróleo venezolano enviado a ese destino. Por su parte, el accionista, la República de Venezuela, tuvo que invertir en ese año otros 517 millones de dólares en sus afiliadas-chatarra para mantenerlas en operación.

Uno de los puntos controversiales de la movida internacionalizadora fue su presentación como una “alternativa frente a la OPEP”, sostenida abiertamente en su momento por el Presidente Rafael Caldera: la posibilidad de aumentar la producción sin estar comprometidos a cuotas, cuando nos liberáramos de esa odiosa organización.

En “previsión” de esa salida de la OPEP se adquirieron capacidades de refinación que desbordaban las posibilidades de suministro desde Venezuela y que, desde un principio y hasta hoy en día han tenido que ser abastecidas por crudos mexicanos, árabes, canadienses, rusos y norteamericanos. El porcentaje de esas compras dentro de los costos consolidados de PDVSA es una evidencia clara del carácter ruinoso de ese emprendimiento.

Allí puede observarse como, a partir de 1989, el costo de adquisición de crudos en el exterior se cuadruplicó, al elevarse  a un 40,4% de los costos consolidados netos, desde el 9,5% registrado el año anterior. También se observa que ese porcentaje siguió escalando niveles superiores desde entonces hasta nuestros días, superando el 60% en 2005, 2006 y 2012. [12]

Consecuentemente con esa evolución, desde 1989 se produjo un salto en los costos globales  y una caída violenta de la participación fiscal que, tal como se observa en el siguiente gráfico, no ha cesado de caer, hasta llegar en 2016 a un escuálido 13,17% de los ingresos totales.

¿Pueden estos resultados informarnos por qué hemos comenzado a dejar de ser un país rentista en contra de nuestra voluntad?

Treinta y cinco años después del inicio de este ruinoso programa, las 19 refinerías y otros activos que llegó a adquirir PDVSA en el exterior han quedado reducidos a las tres refinerías de CITGO y su sistema de oleoductos y estaciones de servicio “embanderadas” con esa marca, la Refinería  de Curazao cuyo arrendamiento concluye el próximo año y algunos tanques herrumbrosos en las otras tres Antillas Holandesas (Aruba, Bonaire y San Eustaquio)

Sobre ese patrimonio valioso, pero de sangriento origen, como ya mencioné, se ciernen voraces los acreedores de la República, quienes ven allí la posibilidad cierta de cobro a un deudor maula.

Las referencias históricas hechas  anteriormente están motivadas, precisamente por los recientes intentos de los acreedores de la República de cobrarse, a la brava, con patrimonios de ésta ubicados fuera de su jurisdicción y soberanía.

Como a la oportunidad la pintan calva, así la vieron Conoco-Phillips y Cristallex, las cuales, para desconocer como  personas jurídicas y patrimonios  diferenciados a las compañías anónimas y corporaciones registradas por PDVSA en las Antillas Holandesas y en los Estados Unidos, adujeron que esas compañías son 100% propiedad  de la República de Venezuela, su “alter ego”, de donde podrían legítimamente rebanar sus respectivas acreencias contra aquélla.

Así, Conoco-Phillips, empresa norteamericana, busca su pago en las Antillas Holandesas y Cristallex, empresa minera canadiense va contra los activos de CITGO en los Estados Unidos. [13]

Tales intentos, aun partiendo de decisiones arbitrales  o de tribunales locales, constituyen una negación perversa del fundamento legal establecido, tanto en el derecho romano, como en la “common law”, en el que se basa, universalmente, la constitución de compañías anónimas y de responsabilidad limitada, con personalidad jurídica y patrimonios propios y distintos de los de sus accionistas, así estos detenten el 100 por ciento del capital suscrito.

Las causas por las cuales esa separación de patrimonios pueda ser desconocida, levantando “el velo corporativo”, están perfectamente tipificadas, vinculadas a la comisión de actividades delictivas, fraudulentas, bancarrota, narcotráfico, etc., ninguna de las cuales puede ser aducida en estos dos casos.

Pero dejemos a los abogados de la República que sustenten, en sus apelaciones, los argumentos contrarios a esas pretensiones.

Lo que creo pertinente destacar aquí, es la paradoja de que estas personas jurídicas distintas de las decenas  de compañías anónimas constituidas por PDVSA en el exterior durante los años 80 y 90 del siglo pasado, se crearon, dentro del plan de la apertura y la internacionalización, precisamente para eludir las obligaciones fiscales de esa empresa con la Nación venezolana.

Se construyó así un complicado entramado de diques para represar en el exterior ingresos que de otra forma vendrían a alimentar el “gasto estatal improductivo”.

El esquema “simplificado” anterior, que sólo se refiere a CITGO, es apenas una parte un bosque de filiales que presenta el “Petróleos de Venezuela, S.A. Organizational Chart”, actualizado al 2 de septiembre de 2002 por la Dirección Ejecutiva de Finanzas de PDVSA, ilegible a menos que sea en una pantalla de 4 metros por 3, pero que dentro del cual se pueden contar, por sus colores distintivos, 57 casillas de “holding companies” y filiales ubicadas en los Estados Unidos, 20 en el Caribe y 10 en Europa.

¿Y cómo funcionó ese esquema de retención en el extranjero del ingreso petrolero nacional?

Nos lo explica el siguiente gráfico de flujos, también originado en PDVSA, el cual contiene el desarrollo de una declaración de dividendos de CITGO para su accionista en 1999:

*PDVSA exige a su filial CITGO que declare dividendos por 500 millones de dólares.*CITGO remite 489 millones de dólares a PDV América Inc. (Delaware)

*PDV América envía 260 millones de dólares a PDVSA Finance Ltd. en Islas Caimán y 269 millones a PDVSA Holding Inc.

*PDVSA Holding, a su vez, se autoasigna 11 millones de dólares y distribuye 50 millones que retorna a CITGO, 3,4 millones que asigna a PDVSA Merey Sweeny y 277 millones que asigna a Chalmette Refining, la cual a su vez devuelve 30 millones a PDVSA Holding.

*El resultado final fue que Petróleo de Venezuela S.A., Caracas, tuvo que asignar 40 millones de dólares a PDVSA Holding como deducción de intereses de PDVSA Finance de impuesto sobre la renta en Venezuela.

Esta incidencia de 1999 se repite en las sombras, a espaldas de sus 30 millones de desinformados accionistas, en cada escaramuza del fisco nacional para de obtener mayor participación en los negocios de sus empresas en el exterior.

Muestra de todo lo referido hasta ahora son los Estados  de Resultados del sector internacional de PDVSA de los últimos años disponibles 2012-2016 [14], a cuyo análisis dedicaré los siguientes párrafos.

Allí se puede constatar que no es gratuito el califícativo de “pírricos” que machaconamente he atribuido a los índices de rendimiento de ese emprendimiento de la gerencia profesional de PDVSA, en tanto que, aún hoy, a pesar de haber salido, en los últimos años, de las más ruinosas de esas instalaciones adquiridas desde 1983, se registran ganancias mínimas antes de impuestos y pérdidas netas luego de estos, en 4 de los 5 años considerados.

Estos datos, agregados a todos los revelados previamente,  desde el inicio del programa internacionalizador,  nos permiten inferir, con absoluta certeza, que los costos de adquisición, mantenimiento, refacción y modernización de chatarras, como eran las que hoy son valiosas filiales norteamericanas de PDV América, nunca han sido, ni serán, recuperados por la Nación.

Todo ello sin mencionar el balance negativo de los ya liquidados  activos refineros poseídos por Propernyn-PDV Holding en Alemania, Suecia, Bélgica y el Reino Unido.

Las cifras que se transcriben, corresponden a las del “Sector Internacional” de PDVSA en donde se presentan los resultados de CITGO y los otros negocios internacionales.

Estos deliberadamente confusos y contradictorios  “Estados de Resultados del Sector Internacional”, son el producto de “consolidaciones, eliminaciones y reclasificaciones” para obtener el “Consolidado Mundial”  de Resultados de PDVSA,  ameritan una auditoría contable independiente y explícita, que aclare las circunstancias que allí se evidencian: un “Sector” que registra las ya referidas pérdidas netas y cancela  Impuesto Sobre la Renta venezolano de menos del 1% de los ingresos totales en tres de esos cinco años y no alcanza al 2% en los restantes, que la compra de crudo y productos es en promedio el 90% de sus costos, sin determinarse cuánto de esas compras son suministros desde Venezuela, y si, como en el pasado aperturista se otorgan descuentos para ocultar pérdidas netas, y cuántas son, por otro lado, compras de crudo extranjero.

Para muestra, un botón:

Respecto a los registros históricos de esta “joya de la corona” de PDVSA, como la califican algunos medios,  reproduje antes el resultado de las investigaciones de la Asamblea Nacional en 2006, donde se revelan descuentos de hasta 2,5 dólares el barril en los crudo enviados a las distintas filiales existentes hasta entonces.

Se sabe que PDVSA -a falta de los inviables “mejoradores” planificados para generar 4 millones de barriles diarios antes de 2019- compra crudos livianos argelinos y rusos, amén de naftas norteamericanas, para mezclar con crudos extrapesados de su “producción temprana” y obtener el “Merey 16º”,  igualmente se sabe que desde los años 80,  las filiales norteamericanas de PDV America compran crudos mexicanos, canadienses y árabes para completar su dieta refinera en Estados Unidos y ahora, nos llega la noticia de que PDVSA está comprando, por primera vez desde 2003, crudo estadounidense Light Louisiana Sweet, para el mismo propósito de obtención del Merey… en Curazao. https://blogs.platts.com/2018/11/27/loop-gulf-crude-exports-venezuela/ : Un millón de barriles en las últimas seis semanas.

Y una última e inocente pregunta ¿Cómo se contabilizan los 500 mil  dólares aportados por CITGO para el acto de investidura de Donald Trump? https://www.bbc.com/mundo/noticias-america-latina-39647952

Se trata del cumplimiento del deber patriótico de una empresa norteamericana, (con el mismo monto de aporte  que Exxon-Mobil y J.P. Morgan), la compañía anónima CITGO  Inc. Delaware, que paga impuestos norteamericanos y declara pérdidas a sus desguarnecidos accionistas venezolanos.

CITGO ¿alter ego de la República de Venezuela? ¿Será Donald Trump un Presidente tan malagradecido? ¿Permitirá que una empresa canadiense ¡válgame Dios! provoque la bancarrota de una empresa que cumple puntillosamente con las obligaciones que le impone su condición “americana”? In God we trust!! cmp 26/12/2018

Notas

[1] En este artículo se recogen y amplían los textos de cuatro de esos “Apuntes” (V-VIII)
[2] https://petroleovenezolano.blogspot.com/2018/05/a-la-manera-de-los-musicos-del-titanic.html
[3] El Poder Petrolero y la Economía Venezolana. Universidad Central de Venezuela, Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Caracas 1995. Cap. V.2.3 La internacionalización, págs. 211-243.
[4] Nacionalismo petrolero venezolano en cuatro décadas. La Internacionalización, págs. 157-215
BCV, Publicaciones, Fondo Editorial, Colecciones, Colección Venezuela y su Petróleo.
http://publicacionesbcv.alejandria.biz/cgi-win/be_alex.cgi?Documento=T210000170350/0&Nombrebd=BCV&CodAsocDoc=6185&DSalida=CRes&Sesion=1028091991&DSalida=CRes
http://www.bcv.org.ve/fondoeditBCV/fondoeditorial.html
[5] Rafael Darío Ramírez Coronado, Informe del Comisario de PDVSA 1999, p. 28. Caracas 2000.
[6] Eleuteria Uhuru / Rebelión El caso CITGO ¿Revolución o Desencanto?: https://www.aporrea.org/energia/a15370.html
[7] María Kielmas, “Little Moves Ahead Of an Explosion”, Petroleum Economist, noviembre 1992, págs. 14-17, citada en “El Poder petrolero”, pág. 215 y 217.
La articulista concluye afirmado que “La campaña de internacionalización de PDVSA, que comenzó en Alemania en 1983, siempre ha sido polémica. Los críticos han dicho que los descuentos que PDVSA está obligada a aplicar en su crudo pesado para cumplir con las especificaciones del mercado alemán hacen que esa empresa no sea rentable.”
[8] Una exposición de estas incidencias se encuentra en mi prólogo a la obra de Juan Carlos Boué, “Internacionalización – Una Costosa Ilusión”, que titulé con palabras del ya citado Comisario de PDVSA 1999, Ramírez Coronado: “Exportación de beneficios, importación de costos” http://petroleovenezolano.blogspot.com/2010/04/prologo-internacionalizacion-de-juan.html
[9] Rafael Ramírez, en reciente declaración a El Nuevo País, aporta, con conocimiento de causa, elementos respecto a la necesidad de vender Citgo en su momento:
“Nuestro argumento era sencillo: esos activos están en territorio hostil, en una relación (con los Estados Unidos) que tendía a complicarse, estarían sujetos a cualquier acción de sanción, embargo, incautación, confiscación, etc. CITGO siempre fue un rehén, por ello, durante la ‘apertura petrolera’ se transfirieron más de 17 mil millones de dólares desde nuestro país, para adquirir esos activos en Estado Unidos, por eso se dieron descuentos de hasta un 40% en los envíos de petróleo, ya que, ‘era nuestra’, cuando en realidad nunca dio ni dividendos, ni ese era nuestro negocio, era una empresa 100% norteamericana”.
https://elnuevopais.net/2018/08/12/ramirez-asegura-que-se-pierde-citgo-por-no-venderla-antes/
[10] Boué, Juan Carlos La internacionalización de PDVSA. Una costosa ilusión,
Caracas, Ediciones del Ministerio de Energía y Minas de la República Bolivariana de Venezuela (Fondo Editorial Darío Ramírez), 2004
[11] www.aporrea.org/actualidad/n77459.html
[12] Debo señalar, sin embargo, que el crecimiento de estas compras en los últimos años ha estado alimentado también por las importaciones de crudos extralivianos argelinos y rusos para diluir crudos extrapesados de la Faja del Orinoco y producir el crudo “Merey 16°”, cuestionable resultado de otra de las fantasías de los tecnócratas petroleros: producir 6 millones de barriles diarios en 2019.
[13] Recientemente referí en entrevista para el diario El Universal que tal comportamiento recordaba al de Shylock, el Mercader de Venecia de Shakespeare, quien se quería cobrar una libra de carne, que su deudor había ofrecido en garantía, pero extrayéndola, según su particular elección, del costado izquierdo del mismo.
http://www.eluniversal.com/economia/23129/no-es-viable-plantear-venta-de-citgo-en-este-momento
[14] http://www.pdvsa.com/index.php?option=com_content&view=article&id=6538:inversionistas&catid=66:home&Itemid=1186&lang=es