Con humor social e imagen presidencial en caída libre, Argentina entra en año electoral
Rubén Armendáriz |
La opinión actual sobre el presidente argentino Mauricio Macri es la peor de su mandato, el humor social está en el punto más bajo de la década; la preocupación por la inflación es la mayor de todo el período; la gente opina peor del mandatario que de su gobierno y en los hogares bajó en forma notable la propensión al consumo, señala un estudio global sobre 2018 realizado por el Grupo de Opinión Pública (GOP).
Hoy en día el mal humor social es del 75 por ciento de la población, un récord negativo. Era del 57% en marzo de 2017, y logró un punto bajo del 38% en octubre de 2017, tiempo en que Cambiemos se impuso en las elecciones de medio tiempo.
Pese a semejante cóctel, no están las cosas dichas respecto de las elecciones de 2019. “A su favor, el oficialismo tiene una oposición dividida que parte aguas y seguramente un leve repique de las expectativas una vez que éstas tocaron fondo. Pero la máquina de ganar elecciones de la alianza neoliberal Cambiemos está ante el mayor desafío desde que llegó al poder: tiene en contra este cuadro de situación económica y márgenes de maniobra muy inferiores a los que tenía en 2017”, añade.
La evaluación sobre el humor social (propensión a consumir de cada encuestado, expectativas de futuro, capacidad de ahorro; opiniones respecto del mandatario y su gobierno, preocupaciones sobre inflación e inseguridad) se basa en 30 encuestas de todo el ciclo de gobierno de Macri, que confirman que a medida que empeoraron los datos negativos de la economía, se produjo también una polarización política entre el macrismo y los partidarios de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
“Hay un 60% que es macrista o cristinista. Y queda un 40% que es el que va a definir la elección. Ese sector recién resolverá su voto cuando los candidatos estén instalados, más cerca de los comicios. Y si se trata de una elección muy pareja, resolverán en la semana o el día previo”, señala el estudio.
Candidaturas: deshojando la margarita
La situación económica y social no da respiros y el Presidente le advirtió a los obispos en su reunión de fin de año sobre un crudo futuro inmediato diciendo: “todavía tenemos meses duros por delante”. La Justicia “acomoda” un poco el tema de los “Cuadernos de la Corrupción”, ratificando la indagatoria (con prisión preventiva) para Cristina Fernández y ordenando varias libertades para empresarios, al sacarles de encima la figura de la “asociación ilícita”.
Mientras tanto crecen las luchas internas, versiones y dudas sobre los candidatos de oficialismo y oposición para las elecciones de octubre, señala el informe de Juan Guahán para el Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE).
En el oficialismo no son pocos los que descreen de la “confirmada” candidatura presidencial de Mauricio Macri. En informados sectores próximos a la jerarquía eclesiástica avanza el convencimiento que -al final- será “Blancanieves”, como suelen rebautizar a la gobernadora de la provincia de Buenos Aires María Eugenia Vidal, la candidata del oficialismo.
De ese modo se aprovecharía la mejor imagen que ésta tiene respecto de Macri. También le permitiría al macrismo intervenir con mayor eficacia en una campaña electoral donde la contrapartida sea Cristina, en esa “competencia entre mujeres”, en un todo de acuerdo con el vuelo que han tomado las políticas de género.
También, de ese modo, podrían contraponer a una “buena” (por la cultivada imagen de Vidal), frente al rol de “mala” en la que colocarían a Cristina, ahora avalados por el reciente fallo judicial y otros semejantes por venir.
En el amplio espectro del peronismo, del cual seguramente emergerá la candidatura opositora, las dudas son aún mayores. Ellas abarcan no solo el nombre de las personas elegidas, sino también –y fundamentalmente- si habrá o no unidad, añade Guahán.
El kirchnerismo tiene una candidatura indiscutible: Cristina. Ella misma viene abonando esa idea, aunque no descarta que tenga que dar un paso al costado si ese fuera el precio de la unidad o de alguna extrema presión del gobierno, a través de la justicia, sobre miembros de su familia.
Según los amigos del exgobernador Felipe Solá fue la propia Cristina la que le solicitó que recorra el país y que podría ser su reemplazo en caso que ella no pudiera candidatearse. Agustín Rossi, el presidente del bloque parlamentario cristinista en diputados, tiene motivaciones semejantes. Otros “tapados” para una eventualidad de este tipo son: Máximo Kirchner, Axel Kicillof y también Juan Grabois, el apadrinado del papa Francisco.
El mayor problema del kirchnerismo es cómo ganar en segunda vuelta sin algún nivel de apoyo del llamado “peronismo federal”, de derecha, que en muchas ocasiones ha acompañado parlamentariamente (y desde algunas gobernaciones) al macrismo.
Del otro lado aparece la “Alternativa Federal”, hegemonizada por un peronismo no kirchnerista, que exhibió sus fuerzas en un acto realizado en la Casa de Córdoba de la Capital Federal, cuyo estrecho lugar reemplazó al espacio multitudinario que habían imaginado y que luego desecharon.
Allí estuvieron, sus convocantes: Sergio Massa, Juan Manuel Urtubey, Miguel Angel Pichetto y el dueño de casa, Juan Schiaretti, además de los gobernadora de: Chaco, Chubut, Entre Ríos, La Rioja, Santiago del Estero y Tucumán, junto a los vice gobernadores de Catamarca y Tierra del Fuego.
El documento, leído por Massa, líder del llamado peronismo renovador, abunda en críticas al gobierno y al kirchnerismo. Entre esos directos textos se destacan su propuesta de evitar “una salida al fracaso del presente con el fracaso del pasado”. Ratifican esa idea sosteniendo que “el pasado y presente de la Argentina nos llevaron, juntos, de la mano a ese fracaso”.
Rossi, el candidato kirchnerista les respondió diciendo: “El que trabaja para la división de la oposición, trabaja para Macri”
Los problemas de esta Alternativa Federal no son menores. A su falta de arraigo en la estratégica provincia de Buenos Aires, responsable del 40% de los votos del país, totalmente controlada por el cristinismo, se le agrega que carecen de un candidato unificador, aunque crece mediáticamente la figura del economista y exministro Roberto Lavagna, propuesta por el exgobernador y expresidente Eduardo Duhalde
Los 76 años actuales de Lavagna aseguran que su gobierno sería de transición, dada la edad que tendría al momento de plantearse una reelección en el 2023. Podría ser la figura de la “unidad” que aleje la candidatura y liderazgo de Cristina, pero acerque al peronismo al gobierno, con el guiño, del Departamento de Estado estadounidense, concluye el informe Guahán..
Estado de (mal) humor popular
La preocupación de los argentinos es por la inseguridad y la preocupación por la inflación: cuando es alta la inflación y la preocupación por todo lo económico, baja el tema de la inseguridad. Y, a la inversa, cuando la inflación tiende a bajar o a aquietarse, crece la cuestión de la inseguridad.
Hoy domina la preocupación por la inflación, es decir la economía. “Mientras la inflación varía en el corto plazo y es producto directo de las políticas del gobierno, la inseguridad es casi constante y el gobierno influye sólo indirectamente”, señala el informe del GOP.
En mayo de 2018 se produjo la hecatombe de la devaluación, cercana al 50 por ciento. En paralelo, se dio la debacle en las opiniones sobre el gobierno.
La realidad es que el gobierno macrista arribó a un fin de año con la más alta preocupación por la inflación, el peor humor social, bajísima propensión al consumo y, consecuentemente, un récord de caída en las opiniones favorables con el actual de 21,8%. Posiblemente, haya un mejoramiento, basado en el uso de la publicidad oficial y el manejo del imaginario colectivo y, sobre todo, a que se llegó al fondo del pozo.
* Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)