Pedro Salima: Desde la cultura debemos llamar al ladrón por su nombre
Roberto Malaver-Ciudad Ccs|
Desde Falcón, donde fue militante de la Juventud del Partido Comunista de Venezuela, Pedro Salima llegó en 1987 a la isla de Margarita para quedarse allí. Es uno de los
promotores culturales más conocidos en la región. Amante del cine. Una pasión que
vive semanalmente en las páginas del diario El Sol de Margarita, donde también es olumnista. Escritor con una obra reconocida: “En otra piel”, “Algunos lugares, otros
cuentos” y “Nocturnos de abril”.
— Como promotor de la cultura popular, ¿sientes que ha habido grandes o pequeños
avances?
—Hubo un salto gigantesco y se dieron iniciativas como el Sistema Nacional de las Culturas Populares, el giro que se le dio a la Casa del Artista y otras. Luego vino el freno por la guerra económica. Sin caraotas la actividad cultural merma. Espera-
mos que este nuevo momento histórico que vive la Patria desde el 20 de agosto, sume a los cultores. O, en todo caso, si no nos invitan nos coleamos.
— La cultura adeca le ha hecho mucho daño al país. ¿Por qué, después de 20 años de revolución, predomina aún esa cultura adeca?
—Adeco es adeco así se vista de rojo. Se nos inculcó que el liquiliqui simboliza al campesino, y así se quedó. Se nos sembró hasta los tuétanos el ejemplo de Yo-
landa Moreno y todavía nuestras niñas están falseando en ese estilo. La oligarquía ha sabido hacer su trabajo hasta el punto de que la dirigencia de este proceso sigue viendo al creador como el animador de los actos.
— ¿Conoces alguna propuesta de la gente de la cultura para salir de la crisis?
-Te doy cuatro. Que la dirigencia de este proceso lea. Que todos los funcionarios de la Guardia Nacional Bolivariana pasen por Misión Cultura. Que le devuelvan la Villa del Cine y Amazonia Films al cine. Disculpa, esto no tiene mucho que ver con la guerra económica, pero es algo que llevamos entre pecho y espalda como una espinilla. Que los cultores acompañemos a los organismos competentes en la lucha contra los especuladores y empresarios ladrones. Desde la música, el teatro, la danza y la literatura debemos llamar al ladrón por su nombre.
Recuerdo
Una tarde de julio de hace algunos años, en uno de los salones del edificio del Ateneo
que ahora es Unearte, había una charla con Earle Herrera y Aníbal Nazoa. Después que
Earle habló e ironizó con su humor y su talento acerca de la política nacional, le tocó la
palabra a Aníbal Nazoa, y en un alarde de creatividad Aníbal dijo: “Después de lo que dijo Earle yo voy a decir como decía uno de los dos vendedores que bajaban a vender frutas de Galipán.
El vendedor que iba adelante gritaba: Guanábano, guayabas, lechosas, fresas,
piñas, cambures. Y el otro vendedor que venía atrás gritaba: Lo mismo. Lo mismo”. Así
era Aníbal Nazoa, con la chispa siempre presente. Con el humorismo en su palabra y en
sus textos. Nació en Caracas un 12 de septiembre de 1928. Y él decía que había nacido
entre el golpe de Pinochet a Allende, —el 11 de septiembre— y el nacimiento de Acción
Democrática –el 13 de septiembre—.
Se nos fue un 17 de agosto de 2001, y su compañera María Lucía siempre está recordando esa fecha para que Aníbal no se nos vaya para siempre. Además, no se va a ir nunca, porque nos dejó los mejores libros de humor: Obras Incompletas; Artes y Oficios; La puerta de Caracas; La palabra de hoy. Una vez le preguntaron a Earle Herrera que dijera los nombres de los diez mejores cronistas del país, y Earle dijo: “Diez veces Aníbal Nazoa”. Y nosotros decimos que tiene toda la razón,
porque en sus crónicas estaba siempre presente el talento, la inteligencia, el humor, el
conocimiento, y Aníbal.