Cabiess: La tragedia que no fue/ Barrios: Las amenazas reales
Manuel Cabieses Donoso
Si el atentado terrorista del 4 de agosto en Caracas hubiese tenido éxito, habría descabezado al Estado venezolano sumiendo al país en el caos de la venganza y la ira de las masas.
No solo el presidente Nicolás Maduro habría resultado muerto. El objetivo no era sólo él. En la tribuna de la Avenida Bolívar, participando en el acto de celebración de la Guardia Nacional Bolivariana, estaban también la esposa de Maduro y las más altas autoridades de la república, incluyendo a la plana mayor de las fuerzas armadas. La masacre de la cúpula civil y militar del país habría provocado quizás qué hecatombe social. La brutal provocación habría desatado la ira de un pueblo que sufre desde hace 20 años el acoso internacional encabezado por el imperio y la conspiración sediciosa de la ultra derecha.
El “bogotazo” de 1948, cuando la oligarquía colombiana y la CIA asesinaron al líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, sería un pálido antecedente de la tragedia que ahora se ha intentado provocar en Venezuela. No solo se planificó asesinar al presidente Maduro. Los autores intelectuales y materiales del atentado sabían que al orientar hacia la tribuna presidencial a dos o más drones cargados con explosivo plástico C4 iban a causar la muerte de muchísimas personas, entre ellos los más altos funcionarios civiles y militares del Estado. Sería imposible que un atentado terrorista de esta magnitud no provocara la airada respuesta del pueblo y las fuerzas armadas.
La tragedia que se intentó desatar en Venezuela debe servir de alerta respecto a la naturaleza y propósitos de los enemigos de la revolución bolivariana. Se trata de criminales dispuestos a todo.
La alianza pueblo-fuerzas armadas, forjada por el presidente Hugo Chávez y que se mantiene sólida en el gobierno del presidente Nicolás Maduro, es la garantía fundamental de paz y justicia en Venezuela. Eso lo tienen claro los venezolanos pero hace falta que lo asuman también aquellos gobiernos de América Latina que se han dejado manipular por el Gran Buitre del norte. Sobre todo el llamado Grupo de Lima en el que embarcó a Chile el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y de la Nueva Mayoría. Esa pandilla -en la continúa el gobierno de Sebastián Piñera- se está desinflando debido al retiro anunciado por el nuevo gobierno de México y a los graves conflictos sociales y políticos que afrontan los gobiernos de Brasil y Argentina.
El fracasado intento por sumir a Venezuela en un baño de sangre, debe hacer reflexionar a los gobiernos pro yanquis de América Latina sobre las consecuencias que acarrearía a sus países seguir haciendo de comparsas de la criminal política hacia Venezuela que sigue el esquizofrénico Donald Trump.
Pero sobre todo corresponde que los sectores más sensatos (si los hay) de la oposición venezolana, se den cuenta que cada acción que toma su ala de ultra derecha, desde las guarimbas y saqueos hasta los intentos golpistas y actos de terrorismo, no hacen sino fortalecer a la revolución bolivariana. Es el saldo que deja este intento de asesinar al presidente Maduro y alto mando de las fuerzas armadas. Está demostrando, una vez más en la historia, que un pueblo con un ejército forman una alianza invencible.
*Director de Punto Final
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Las amenazas reales
Aldemaro Barrios R|
Enmanuelle Wallerstein analiza los métodos como los centros de poder maniobran para mantener el relacionamiento de dominación con la periferia en los que señala fases de recomportamiento político de los gestores de la hegemonía del centro hegemónico hacia la periferia si esta logra alcanzar relaciones favorables para sí, de esta manera diseña estratagemas que le permiten controlar la periferia.
En su libro Capitalismo Histórico señala lo siguiente: “La burguesía no tiene que elegir entre el mantenimiento del materialismo histórico y el suicidio…ante la transformación de un orden mundial incierto pero más igualitario y ante un atrevido intento de hacerse del control del proceso de transición, en el cual la propia burguesía revestirá un ropaje socialista y trataría con ello de crear un sistema histórico alternativo que dejará intacto el proceso de explotación de la fuerza de trabajo mundial en beneficio de una minoría”
Esta aseveración de Wallerstein es válida, en tanto que en los procesos antisistémicos, como el venezolano se han introducido vectores que intentan estas estratagemas, no siempre logran su objetivo, y cuando esto ocurre podemos inferir que el comportamiento hacia la periferia es de violencia e imposición obligatoria de las políticas del centro hegemónico.
Eso es lo que ha ocurrido de hecho en América Latina a lo largo de trescientos años de historia, en el caso de la Gran Colombia en el siglo XIX, Estados Unidos como centro de poder logró mediante la inserción de estos elementos revestidos de “independentistas” y una diplomacia agresiva y cizañera, dividir a la Gran Colombia y fracturar la amenaza de una unidad político territorial que significó un riesgo para los objetivos expansionistas del centro estadounidense.
En el siglo XX el mismo esquema de dominación se repite a lo largo del continente americano y en particular, hoy en el siglo XXI, Venezuela, es un objetivo selectivo para evitar el riesgo del dominio que promovió como líder antistémico Hugo Chavez, no hay porque adivinar o dudar que dentro de ese movimiento antisistémico como el Bolivarianismo, se barajen cartas a favor de EEUU y en desmedró de las apenas señas del igualitarismo o nuevos relacionamientos favorables a la periferia que propugna ese movimiento de derecho y de justicia como lo dice la Constitución venezolana.
Por otro lado no se debe desmeritar que en tanto EEUU intentará neutralizar los movimientos antisistémicos desde de adentro, y desde afuera aplicaron y aplican fórmulas de violencia política que generaron y generan situaciones caóticas que le aseguren el control de la periferia o por lo menos neutralizar cualquier formato de alianzas en la periferia que ponga en riesgo los intereses del centro de poder y el control sobre las mismas. El caso del asesinato de Gaitan en Colombia durante los años 50, igual que con el golpe contra Chávez en 2002 que no llegó a consumar el objetivo final..
El estudios del centro y la periferia como lo plantea Wallerstein debe profundizarse y no es sobre la base teórica solamente, la experiencia, el hecho político en América Latina, la empírica tierra de volcanes y revoluciones sociales campesinas, en los que sucedieron y suceden actualmente en proceso, deben ser valorados para hurgar las fuentes de esa propuesta de Wallerstein, de allí el valor de los análisis de otros autores latinoamericanos como Anibal Quijano y el aporte crítico del historiador mexicano Carlos Aguirre Rojas entre otros sobre las teorías del pensador norteamericano Enmanuelle Wallerstein.
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