Las deudas odiosas no se pagan, proclamaba José de San Martín
Juan Guahán-Question Latinoamérica|
El préstamo del FMI comenzó a tomar cuerpo. El gobierno festeja ese hecho y el ascenso a “mercado emergente”. Pero esa deuda, que atará por años a Argentina, puede formar parte de lo que se denominan “deudas odiosas” , que según el libertador José de San Martín, los pueblos no están obligados a pagar. Se viene un nuevo Paro Nacional, cuando la gestión de Macri y sus perspectivas políticas están seriamente cuestionadas.
Ahora sí, el acuerdo con el FMI ya está: aprobado, firmado y con los primeros 15 mil millones de dólares pasando por las arcas estatales argentinas. Vinieron en un paquete que trajo un regalo extra: Morgan Stanley, que es un banco de inversiones y Agente de Bolsa maneja un índice que califica a los países. Esa calificación responde a la lógica impuesta por el mercado y los países desarrollados del mundo capitalista.
Dicho índice los agrupa en tres categorías: Desarrollados, emergentes y fronterizos. En la categoría de “desarrollados” ingresan los países centrales que tienen un alto nivel de industrialización; los “fronterizos” representan (para su lógica) un alto riesgo, por lo cual las grandes empresas tienen restringido los créditos e inversiones en los mismos y los “emergentes” –los del medio- son los que se encaminan hacia mejores posiciones competitivas, mejoras en la productividad y un buen lugar para canalizar el dinero de las inversiones.
En estas categorías y valores, este índice tiene entre los “emergentes” de la región a Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. Argentina había descendido -en esa calificación- a “fronterizo” en el 2009, por sus restricciones a la circulación de los capitales y ahora le ha sido restituido el grado de “emergente”. Según dicen, los que dicen saber, como se trata de un mercado de acciones se privilegiarán aquellas empresas que operan en esos mercados, es decir en las Bolsas de Valores. Las posibles inversiones podrían privilegiar los sectores financieros y energéticos.
Sus posibles e inmediatos beneficiarios serían el Banco Macro, Grupo Galicia, BBVA Banco Francés, Banco Supervielle, Pampa Energía, Transportadora de Gas del Sur, Edenor, YPF, Telecom Argentina y Loma Negra. Esto generó una exultante alegría, transformada en propaganda, del gobierno. Sin embargo no mencionan un dato significativo. Argentina debe mantener la libre circulación de capitales.
Es justamente esa exigencia del “mercado” la que hace que los usureros internacionales caminen por estos lares como “Pancho por su casa” jugando a la timba financiera y apoderándose de la riqueza producida por nuestro suelo y el trabajo de los argentinos. Eso es lo que está pasando en estas semanas, durante las cuales se llevaron unos 13 mil millones de dólares.
Deudas y FMI ¿serán odiosas como las sanmartinianas?
Las sonrisas y los buenos augurios de los funcionarios no alcanzan. La realidad es otra. Se nota en la calle, plagada de reclamos; se filtra en los medios periodísticos, aún en aquellos cercanos al oficialismo. Así están las cosas, lejos, pero muy lejos de los sueños macristas. Parece que el “cansancio” ya se ha generalizado.
Pero ¡cuidado! Estos son los momentos más peligrosos, cuando la desesperación del gobierno abre las puertas a las peores y mayores entregas. Ésas que hipotecan el futuro por mucho tiempo y varias generaciones. La pregunta que surge inmediatamente: ¿No es esto lo que está pasando con éste, el actual y desesperado endeudamiento con el FMI? Es cuando los gobernantes suelen contraer deudas odiosas, contra el interés y la voluntad de sus pueblos. Esto deja mucha tela para cortar y vale la pena mencionar algunos antecedentes.
El Libertador José de San Martín siendo Protector del Perú, declaró que no se pagarían los empréstitos tomados por los gobiernos sin el consentimiento del pueblo y para ser usados en contra de sus intereses. Ese tipo de deudas, con el paso del tiempo, fueron reconocidas como “deudas odiosas”.
Un ruso, Alexander Nahum Sack, docente de las universidades de San Petesburgo y París, desarrolló en detalle –hace un siglo- la teoría de las deudas odiosas que podían ser repudiadas. Dicho muy sintéticamente, planteó que las dos condiciones que se debían dar eran la ausencia de beneficio para la población y la complicidad de los prestamistas.
Cuando vemos las medidas que comienzan a tomarse en materia de salarios, haberes jubilatorios, tarifas, transferencias a provincias, no quedan dudas que lo que se viene no beneficia a la población. En cuanto al requisito de de complicidad de los prestamistas, aquí hay algo más que complicidad, aquí hay “autoría” de los prestamistas, porque son ellos quienes imponen esas medidas.
Son innumerables las deudas que distintos pueblos decidieron que no se debían pagar, de un modo total o parcial. En este espacio es imposible rescatar todos los casos, se mencionarán algunos: Estados Unidos lo hizo en 1830, 1860 y 1870; México en 1861, 1867, 1883 y 1910; Cuba en 1898; en 1918, las deudas rusas contraídas por los zares; Costa Rica en 1922-1923; Brasil y México 1942-1943; China en 1949-1952; Argelia en 1962; Namibia en 1994; Irak en 2004; Paraguay en 2005; Ecuador en el 2009.
Para salvar la dignidad y la vida de millones de compatriotas y el futuro de la Patria, habría que ir pensando en la necesidad de plantear las “deudas odiosas” como un paso más de las ideas de “Investigación previa” y “No pago” que sostuviera Adolfo Rodríguez Saa ante el Congreso de la Nación, en medio de la rebelión popular de diciembre de 2001. Aquella decisión de Rodríguez Saa facilitó -entre otras razones- que Eduardo Duhalde y Néstor Kirchner contaran con los recursos que hicieron posible los años de crecimiento que le siguieron.
Macri: fracaso económico y laberinto político
La “corrida bancaria” y el haber acudido al FMI reflejan las cuestiones centrales de estos meses. Estos hechos dan cuenta de las dos situaciones de fondo por las que atraviesa el gobierno: El fracaso económico y el derrumbe político, y ambas señalan la endeblez de la economía argentina.
Ésta, luego de un período de varios años de bonanza que no fueron debidamente aprovechados, llegó a una situación donde el crédito privado ha dicho “hasta aquí llegamos”. Todo ello es la manifestación de un “desastre anunciado”, que todavía no derivó en una explosión social generalizada por un hecho que la Iglesia y los organismos internacionales ya habían previsto unas semanas antes de lo ocurrido en diciembre del 2001.
Fue allí, con Eduardo Duhalde como su principal articulador nacional, que Iglesia y organismos internacionales, abrieron la ventana al inicio de masivos planes sociales. En aquel momento no llegaron a tiempo porque la situación ya había ido demasiado lejos, la explosión ya estaba en marcha y el peronismo prefería terminar con ese gobierno en la calle, en lugar de esperar las elecciones. Esa es la explicación del “helicóptero” (en el que debió huir el presidente Fernando de la Rúa)
Luego, como los sucesivos gobiernos no supieron encontrar una salida más sólida, el asistencialismo de los planes sociales fue el principal mecanismo para evitar que la situación volviera a desbordar. Eso se mantiene hasta el día de hoy. Todavía la situación no ha llegado al extremo de explosiones incontenibles porque son millones de compatriotas los que reciben, del alguna manera, asistencia estatal. Ella no les permite llevar una vida digna, pero sí sobrevivir, en esta argentina donde buena parte de la sociedad -por lo menos un tercio de la misma- no logra superar la línea de pobreza.
Claro está que si esta situación se profundiza la aparición de esos estallidos podrá demorarse pero cuando lo hagan serán aun más graves que los dramáticos días del 2001/2002.
Ahora Argentina está en manos de las políticas del FMI. Cada tres meses revisarán sus números para ver si siguen mandando los recursos que completen los 50 mil millones que dicen que van a prestar. ¿Cuáles son los objetivos de esos controles y de las medidas que se van a adoptar? Muy sencillo, juntar los dólares necesarios para que el país pueda seguir pagando la deuda.
Para hacerlo posible van a enfriar la economía, disminuir el consumo y tratar de sostener a los sectores que producen dólares: Campo, minería y unos pocos rubros de exportación de manufacturas. Ya avisan que en el segundo y tercer trimestre (de abril hasta octubre) tendremos parate económico y alta inflación. La economía con crecimiento “cero” y una inflación del 30% no serían los peores datos. Lo que hoy pasa con los salarios es claramente indicativo de los tiempos que vienen.
El gobierno reconoce que la inflación no bajará del 27% pero trata de evitar que los salarios suban, siquiera hasta ese nivel. Eso no les resulta fácil en los empleos privados porque los empresarios necesitan que no se paralice su actividad y les conviene mantener viva la economía. La reciente paritaria de los camioneros es un ejemplo. En cambio los jubilados y empleados públicos, verán cómo se licúan sus ingresos.
Quebrantos económicos, pobreza y desempleo serán los efectos inmediatos de lo que está pasando. Las provincias serán empujadas a que también se endeuden para mantener los planes propios y las obras públicas previstas. Así se construye el drama social de los argentinos y el colapso del país. Cuanto más avance el gobierno en sus objetivos más severo será el sufrimiento de la mayor parte de los argentinos.
Los cambios producidos son una lavada de cara, con poca agua y nada de jabón. Luis Caputo va al Banco Central para aplicar las políticas acordadas con el FMI y Dante Sica en Producción es un guiño a algunos grandes exportadores. Tratarán que el dólar acompañe la inflación.
Habrá que ver si la sociedad y la política soportan esta situación. Por lo pronto, la reelección de Macri está en el freezer. Es una incógnita el motivo real del reciente viaje de “macristas amigos del Papa”, como María Eugenia Vidal; Federico Salvai, Jefe de Gabinete de Ministros de la Provincia de Buenos Aires y esposo de -la también viajera y Ministra de Desarrollo de Macri- Carolina Stanley, la amiga de algunas organizaciones sociales, para hablar en “audiencia privada” con Jorge Bergoglio.
Es probable que después del Mundial de Fútbol se desaten internas y acuerdos hoy impensables. Esto vale para la oposición, pero también para el oficialismo. Mientras tanto la semana comienza con un Paro Nacional de las cengtrales sindicales, junto a la mayor parte de las organizaciones sociales y gremiales. El mismo, seguramente, tendrá una gran efectividad.