Reflexiones sobre la crisis
Roberto Savio |
Las desigualdades que crecen de manera exponencial nos han retrotraído a los niveles de la época de la reina Victoria, según Amnesty International; pero ahora en el nivel global. Hace diez años, 652 personas poseían la misma riqueza que el conjunto de dos mil trecientos millones de personas. Hoy sólo son ocho.
Según las proyecciones de la Organización Internacional del Trabajo, los jóvenes que ahora tienen 18 años se jubilarán con una pensión mensual promedio de 632 euros. A pesar de los discursos oficiales, nos estamos sumando a la indiferencia general sobre el límite de dos grados centígrados de aumento en la atmósfera desde 1854, considerado como el límite para que en nuestro planeta ocurran cambios irreversibles. Las finanzas ya salieron de la economía y han creado su propio mundo en el que, actuando sin organismos internacionales de control, las transacciones financieras de sólo un día son cuarenta veces superiores a la producción mundial de bienes y servicios. Los bancos más importantes han pagado de 2009 al día de hoy, algo así como 800 mil millones de dólares en multas por operaciones ilegales. La participación política descendió un promedio de 86 por ciento en 1960 al 63.7% de hoy.
Un análisis a profundidad es muy complejo dado que incluye todos los aspectos de nuestra vida. Empero, lo que sí es posible es individualizar los puntos importantes de reflexión y debate para concentrarnos juntos en ello, con la esperanza de que nos conduzcan a otras reflexiones y otros puntos de vista dado que el tema de la crisis es global y tiene que ver con todos los aspectos de nuestra vida. Las reflexiones son siempre sugerentes. Las que se presentan a continuación, se plantean a partir de hechos en los que yo he participado. Pero sólo son hechos…
Reflexión No. 1
Las raíces de la crisis vienen de tiempo atrás. En 1973 la Asamblea General de las Naciones Unidas adopta por unanimidad un plan de gobernabilidad global que tiende a la reducción de las desigualdades entre sus miembros y lo llama Nuevo Orden Económico Mundial. El plan nace con el apoyo de los Estados Unidos (aunque fue un proyecto de México y Argelia). El sistema internacional posguerra, así como las Naciones Unidas nacen por iniciativa de los Estados Unidos, vencedor principal de la segunda Guerra Mundial que tiene interés en la preservación de la paz y el desarrollo, luego de una guerra en la que perdieron cerca de medio millón de soldados sobre una población de 140 millones de personas (Alemania perdió a su vez 15 sobre una población de 78 millones de habitantes, además de dos millones de civiles frente ninguno de Estados Unidos y los veinte millones de muertos de la URSS).
Las Naciones unidas nacen con el compromiso de Washington de contribuir con el 25 por ciento de su presupuesto, dato que compara la diferencia con el día de hoy cuando Trump amenaza con su retiro. Hasta la Cumbre de Cancún en 1981 que reunió a los 22 jefes de Estado más importantes del mundo (con excepción de los del campo comunista) se vivía con la ilusión del final de las desigualdades sobre la base de una democracia mundial en la que la mayoría de los países decidiría el curso a seguir en aras del el bien común.
En Cancún participó el recién electo presidente Reagan quien anuncia que los Estados Unidos no aceptarán más sujetarse a las reglas de una abstracta democracia mundial. Los Estados Unidos no son un país como los demás y regresarán a decidir sus políticas internacional y comercial. A la misma reunión asistió Margaret Thatcher que se convierte en el lado europeo de Reagan. Nace entonces una nueva visión del mundo. La sociedad no existe, existen los individuos (Thatcher). Las fábricas no contaminan, son los árboles (Reagan). La pobreza produce pobreza y la riqueza produce riqueza. De ahí que hay que reducir al mínimo los impuestos a los ricos a efecto de que ellos distribuyan la riqueza.
Reflexión No. 2
Algunos años después de Cancún, en 1989, cae el muro de Berlín, lo que significa el fin de las ideologías, las camisas de fuerza que nos llevaron al nazismo y al comunismo. La idea es que hay que ser pragmáticos. La política debe resolver problemas concretos, no andar buscando utopías. Sin embargo, la solución de un determinado problema sin que esté inserta en la visión final de la sociedad (de derecha o izquierda, poco importa), en realidad se llama utilitarismo y la política destinada a la administración y no a las ideas, nos aleja de la participación política y aumenta la corrupción. Sin programas con ideales se incrementa la importancia personal del político, posiblemente fotogénica y por analogía telegénica, que se mide en la tv y no en las plazas públicas. Es el marketing y no las ideas o los programas el instrumento principal de las campañas electorales.
Reflexión No.3
Al mismo tiempo, aparece un solo pensamiento sin alternativa TINA (por sus siglas en inglés, There Is No Alternative) acuñado por la Thatcher, la globalización neoliberal. Resulta curioso que antes de la caída del muro de Berlín, el término globalización no aparece en los medios de comunicación. Se fundamenta en el modelo socioeconómico y político del llamado Consenso de Washington, el paradigma de desarrollo impuesto por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos que establece la adopción de las siguientes reformas: estabilización macroeconómica, liberalización (comercial, financiera y de inversión) privatización y desregulación. Elimina por todos lados las barreras de protección nacionales, reduce los gastos no productivos (educación, salud, asistencia social) y promueve la libre competencia entre los Estados. Famosa es la definición que de ello hace Kissinger “el nuevo paradigma de la supremacía americana”. Los países en desarrollo la viven con sumisión a las reglas económicas dictadas por el Norte. Kissinger no vio que una vez abierta la vía de la libre competencia, China y otras naciones podrían emerger.
Reflexión No. 4
Las reacciones de la izquierda frente al pensamiento único que llega y puede llamarse Tercera vía, propuesta con buen éxito por Tony Blair, son abandonar las viejas ideas de la izquierda, cabalgar con la globalización y aceptar la falta de alternativas. La socialdemocracia, desde Blair a Renzi busca transformarse en un partido transversal que incluya aún al centro con una política proactiva basada en hechos concretos, sin jaulas ideológicas ya superadas. De hecho, la izquierda pierde a sus adherentes y la crisis de 2008 que se debió a la ausencia de controles sobre los bancos americanos desembarca luego en Europa (con gobiernos de izquierda casi en todas partes) y elimina su capacidad de distribuir los excedentes. Crisis para los obreros, la clase media, víctimas de la globalización quienes buscan nuevos defensores y comienzan a votar por la extrema derecha, por los Le Pen, los Farage, los Wilder y ahí se van para llegar a votar ahora por Salvini y las 5 Estrellas.
Reflexión No. 5
Muchos historiadores sostienen que la codicia y el miedo han sido unos de los principales motores del cambio en la historia. Ricardo Petrella en su último libro “En nombre de la humanidad” piensa que estos motores fueron utilizados mediante tres trampas: en nombre de Dios, en nombre de la Nación y en nombre del lucro. No cabe duda de que, desde la caída del Muro, los valores de la globalización (competencia, lucro, individualismo, exaltación de la riqueza), al igual que la desaparición del debate político sobre la justicia social (solidaridad, transparencia, equidad, etc.) han creado una ética fundamentada en la codicia. Veinte años después, en 2009, la crisis económica y financiera en los Estados Unidos, primero con la especulación inmobiliaria y luego en Europa con los bonos soberanos, abre un segundo ciclo, el del miedo.
El ciclo del miedo, en el que nos encontramos plenamente (sin haber abandonado la codicia mientras vuelven las trampas en nombre de Dios, de las Naciones y del lucro), crea una nueva derecha sin ideas y está sustentada en emociones. El Brexit y Trump son fenómenos que fácilmente lo demuestran. Pero el fenómeno es mucho más profundo. Vivimos en una sociedad líquida, sin estructura de ideologías o de clases. En esta sociedad resulta fácil para los dirigentes montarse en el miedo y la codicia para brincar al escenario público… La crisis del 2009 se suma a la inmigración masiva proveniente de los países invadidos por occidente para deponer a los dictadores e instaurar automáticamente la democracia. (la segmentación de la antigua Yugoslavia, un país moderno y europeo, luego de la muerte de Tito debió haber sido una advertencia). No llega la democracia, pero sí el caos, la guerra civil, la sangre y la destrucción. En 2003 George Bush inicia la invasión de Iraq.
En 2011 estalla la guerra civil en Siria que se convierte en un desencuentro que opone a las potencias árabes, europeas, la americana y la rusa (con seis millones de desplazados y medio millón de muertos), En 2011 Sarkozy propicia la invasión de Libia. De las ruinas de Iraq nace el ISIS, el terrorismo en el nombre de Dios que propugna un retorno al islam original (el wahabismo financiado en el mundo por Arabia Saudita con 80 mil millones de dólares en los últimos veinte años). Todo esto después de que quince años antes se unieron en Al Qaeda las fuerzas veteranas de la guerra financiada por Estados Unidos contra la ocupación rusa de Afganistán, bajo el mando de Bin Laden quien perpetró el primer ataque de la historia en suelo americano.
Como dice el famoso caricaturista el Roto del País: “nosotros mandamos bombas y ellos nos mandan refugiados”. Los refugiados que llegan disparan dos trampas: el nombre de Dios y el de la Patria. En la Europa de hoy los partidos de extrema derecha y los soberanistas representan la segunda fuerza política frente a los socialistas. Si hoy se llevaran al cabo elecciones europeas, la derecha radical obtendría 40 millones de votos, en adición a los gobiernos de Hungría, Polonia, las RR. Checa, Eslovaca y Austria, pero también afecta a los gobiernos nórdicos, Holanda y la misma Alemania desde que el AFD obtuvo 92 curules. Orbán de Hungría lanza la llamada “democracia illiberal”, Polonia denuncia el laicismo de la Unión Europea y convoca a una gran marcha con los populistas soberanistas de toda Europa al grito de “en el nombre de Dios”.
El Grupo de Visegrad (Hungría, RR. Checa, Eslovaca, Polonia y ahora Austria) denuncia la entrega de Europa al Islam lo que crea una fractura entre el Este y Oeste de Europa, misma que se suma a la del Norte-Sur bajo la perspectiva de la economía: austeridad o solidaridad. Empero, aparece una novedad. Estados Unidos intervienen en Europa abiertamente apoyando a partidos nacionalistas de derecha y xenófobos que no sólo miran hacia Trump, sino también hacia Putin. Como resultado, en una Europa que envejece rápidamente (por ejemplo, en Italia los jóvenes de entre 18 y 25 años sólo representan el 3 por ciento de los votantes), la inmigración se ha convertido en una gran bandera de la derecha populista y los xenófoba. Mientras tanto, el Fondo Monetario Internacional ha lanzado una advertencia: Europa necesita absorber en el corto plazo 20.5 millones de inmigrantes para sostener su sistema de pensiones y la productividad. Las estadísticas demuestran que los inmigrantes contribuyen más al sistema de lo que le cuestan; constituyen la mayoría de las nuevas pequeñas empresas, cuyo sueño es integrarse rápidamente al sistema.
Mas no existe un debate sobre la migración y qué tipo de inmigrantes hay que aceptar y recibir. Ahora son vistos todos como invasores peligrosos con intenciones de destruir la identidad europea, de criminalidad, de ocupar los puestos de trabajo de los ciudadanos europeos, víctimas de un intenso desempleo. Aún así Trump, en un país integrado por inmigrantes ha hecho del control de la inmigración uno de sus caballos de batalla. Un fenómeno trágico es que los jóvenes, muchos menos que los jubilados ya no están activos políticamente.
En el curso de la historia, los jóvenes irrumpían en la escena política para cambiar el mundo que encontraban. Si hubieran votado el Brexit no habría ocurrido. Pero el sistema político de los viejos los ignora. El gobierno Renzi asignó 30 mil millones de euros para salvar a cuatro bancos. El presupuesto total anual dedicado a los jóvenes italianos es de dos mil millones.
Desde la creación de las Naciones Unidas en 1945 pasamos de 2.5 mil millones de habitantes a 7.5 mil millones hoy día. El crecimiento de la población sólo se detendrá en el 2050 cuando seamos 9.5 mil millones. Durante el mismo período, África se duplicará. O encontramos un necesarísimo acuerdo de gobernabilidad y de la inmigración, o habremos de disparar sobre los migrantes como algunos proponen.
Reflexión No.7
Los intelectuales y los politólogos están siempre sorprendidos por la pasividad de los ciudadanos que parecen completamente anestesiados y ya no reaccionan a nada, aunque la política vaya en contra de sus intereses. La historia del Brexit ha sido objeto de muchos análisis. ¿Cómo es posible que las zonas más deprimidas que tanto recibían de Europa hayan votado la salida? ¿Cómo es posible que Polonia, el mayor beneficiario de los fondos europeos (tres veces el Plan Marshall) vote en contra de Europa? ¿Cómo es posible que Trump, quien debiera drenar los pantanos de los grandes intereses a favor del pueblo ignorado por los grandes poderes, gobierne aliándose con los grandes capitales y el ejército (además de sus propios familiares) y sus electores le permanezcan fieles? El 92 por ciento de sus votantes se declara hoy en amplia disposición para reelegirlo.
Existen muchas interpretaciones de esta situación paradójica. Pero como decía Thalleyerand “cada Nación tiene el gobierno que se merece”. Debemos reconocer que desde la crisis del 2009 la clase política es la que más crédito ha perdido. Habría que examinar el impacto de las evasiones televisiva de “Big Brother” de 1989: la sensación de distanciamiento del poder político, cómo un refugio hacia un espacio virtual, como Internet, ha contribuido a un individualismo fruto de la frustración y de la falta de debate sobre las ideas. El ejemplo macroscópico de esta anestesia general es el cambio climático. Los ciudadanos comunes lo ven todos los días en su vida cotidiana: fotos impresionantes de la desaparición de glaciares, nevadas en el Sahara, huracanes, incendios, tormentas… Todos tienen los datos de la comunidad científica que comprometió en París a los gobiernos de todo el mundo mediante la firma de un acuerdo insuficiente y sin controles. No necesitan estudiar para saber. Pueden ver cómo los gobiernos hablan de ello, mas no hacen nada. Continúan gastando para financiar tres veces más en la industria fósil que lo que invierten en la industria renovable. Incluso, Italia ha convocado un referéndum para continuar con la explotación de campos petroleros en el sur. Y estos días, el gobierno español combate a las industrias eléctricas que quieren clausurar sus centrales de carbón. En España los jubilados han hecho una marcha impresionante para defender sus pensiones. Empero, ningún país ha convocado una marcha sobre el clima. Se podría escribir mucho sobre la ausencia de reacciones de los ciudadanos sobre problemas vitales. Y ello constituye la base del cambio de época en el que nos encontramos.
Reflexión No. 8
El impacto de la tecnología. Tomemos el impacto de la IV Revolución Industrial que llega. Recordemos que la Primera fue a principios de los 1800 cuando la mecanización sustituyó al trabajo individual, como los telares mecánicos frente a los manuales. Entonces fue fácil reciclar a los trabajadores que pasaron de los telares de casa a los de la fábrica. La Segunda fue hacia el final de los 1800 gracias a la utilización de máquinas activadas por energías mecánicas con origen en nuevas fuentes como el vapor. Nacen las redes ferroviarias, la construcción de embarcaciones de vapor y veloces medios de comunicación con importantes descubrimientos en los campos químico, médico, la cadena de ensamble, la electricidad, el teléfono, etc. Aún en ese momento, gracias al traslado del campo a la fabrica, el hombre sigue siendo vital para la producción.
Nacen también las batallas políticas por un reconocimiento equitativo de su trabajo, así como la política moderna. La Tercera Revolución se ubica al final de la segunda Guerra Mundial cuando el progreso de la tecnología y después, con el internet a la cabeza cambia la manera de trabajar. Ahora, como consecuencia, está iniciando la Cuarta que se fundamenta en la inteligencia artificial y la robotización que producen el 17 por ciento de los bienes y servicios, mas se calcula que en el 2030 generarán el 30%. Sólo la autonomía del transporte desplazará en Europa a seis millones de taxistas, camioneros, choferes de medios públicos; cambiará totalmente el sistema de transporte, la industria automovilística, las aseguradoras, etc. Empero, esta vez, ¿sabrán reciclarse los conductores de taxis en una sociedad que privilegia el conocimiento tecnológico frente al trabajo tradicional? Vamos hacia un problema estructural que la política ya dirigida hacia tiempos brevísimos ignora todavía. Todo esto, ¿no corre el riesgo de aumentar el desempleo, el miedo y las tensiones sociales y políticas? Es sólo un ejemplo de cómo la distancia entre la política y la tecnología, las finanzas y la globalización se va ampliando dramáticamente.
Reflexión No.9
La conciencia de que sólo a través de la cooperación multilateral se podría buscar una paz duradera, luego de la tragedia provocada por el nacionalismo y de la idea del dominio sobre los demás. Nacieron también organizaciones internacionales como las Naciones Unidas, con todas sus agencias y fondos, del Unicef a la Fao, de la Organización Mundial de la Salud a la de la Energía Atómica y, en Europa, el gran proyecto de la Comunidad Europea, todos junto a proyectos regionales de la Asean a la Organización de Estados Americanos, el Mercosur, etc. Todo bajo el sistema multilateral hoy en crisis. Las guerras comerciales de Trump están destruyendo el sistema de intercambios comerciales. De la democracia mundial de Roosevelt al libre intercambio y competencia de Reagan, hemos pasado a los intereses americanos únicamente, America first.
Las guerras monetarias despuntan en el horizonte. He aquí la idea de competir y no cooperar, la codicia como valor que sustituye al valor de la cooperación que ayuda a los débiles y controla a los fuertes se está extinguiendo. Así como Kissinger no vio que un día la libre competencia se rebelaría contra los Estados Unidos, Trump no ve que una política de enfrentamientos podrá revertirse un día. Rusia, China y los Estados Unidos regresan a la era de los cañonazos que parecía ya desaparecida.
El presente y futuro inmediato se asemejan a una peligrosa reedición de los años treinta, borrosos y desenfocados por la segunda Guerra Mundial. ¿Tendrán conciencia de ello los que votan por el nacionalismo? Como dice el Papa Francisco, estamos ya en una fraccionada tercera Guerra Mundial… ya superamos el número de refugiados de entonces. A las guerras en nombre de la patria en África, se agregan aquellas en el nombre de Dios, de los Rohyngia en Birmania a los terroristas islámicos… Habíamos pasado decenios derribando muros y ahora estamos construyendo más que antes… Pareciera que el futuro va en contra de los intereses de la humanidad que ahora conoce la amenaza planetaria que no existía en los años treinta, del clima a lo nuclear, en un proceso de darwinismo social y económico que ya sabemos a dónde conduce…
Reflexión No. 10
Resulta evidente que la reflexión final es la necesidad de encontrar una gobernabilidad de la globalización y de la Cuarta Revolución Industrial. No es verdad que carezcamos de ideologías. La globalización neoliberal es una ideología de una fuerza sin precedentes que ha producido nuevos fenómenos, como las finanzas globales, un sistema multinacional más fuerte que los gobiernos en el que el ejemplo de uso del Facebook para usar a los ciudadanos como mercancía, para influir en sus preferencias políticas y comerciales demuestra que estamos inmersos en una profunda crisis de democracia. Entramos en un mundo inimaginable descrito por los pioneros de la ciencia ficción, Orwell y Clark, fundamentado en las máquinas y el poder de pocos.
Hace sólo diez años en China era impensable el ascenso al poder total como el de de Xi, de Erdogan en Turquía o de Putin en Rusia. Eran impensables el Brexit y Trump. Era impensable que los paraísos fiscales acumularan la cifra colosal de 80 billones de dólares. Era impensable que ocho personas poseyeran la riqueza de 2.3 mil millones. Era impensable que Noruega tuviese un invierno con temperaturas cercanas a las de primavera. Hace diez años la crisis financiera abría un período de profundas y dramáticas transformaciones. A este ritmo de la aceleración de la historia como lo llamaba Toynbee ¿dónde estaremos dentro de diez años? Se impone encontrar rápidamente un diálogo entre todos que sólo puede fundamentarse en el redescubrimiento de los valores comunes, en la construcción de la paz y la cooperación, en el derecho internacional como base de las relaciones entre los Estados y reencontrar el sentido del reparto, de la paz y de la justicia social como base de la convivencia, que conduzca al hombre al centro de la sociedad y no al capital, a las finanzas o a la codicia y que nos libre del miedo. ¿Encontraremos el camino para hacerlo?
Concluyen aquí las 10 reflexiones para observar de dónde venimos y a dónde vamos. Sólo es una propuesta para pensar… Vivimos en una sociedad que se barbariza, en la que se dialoga y se lee cada vez menos. Se gasta el doble más en publicidad que en educación. El elector no tiene brújula. Si algún lector se siente animado a otras reflexiones, bienvenido. ¡Lo que importa ahora es reflexionar!