La última crisis

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Luis Britto García|

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Entonces estamos todos de acuerdo. La Unión Soviética se desintegró, los gobiernos progresistas desaparecen ante la restauración conservadora. La única opción es el capitalismo, que sí funciona. ¿O no?

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Georg Friedrich Hegel en su Filosofía del Derecho (1821) formulaba algunos reparos a la última afirmación. La sociedad civil, librada a su propia lógica, seguirá produciendo mercancías hasta sobrepasar la demanda de aquellos que tienen medios para adquirirlas. Llegada a este punto, engendra la contradicción de masas de bienes que no encuentran comprador, y multitudes de necesitados que no tienen cómo comprarlos, por lo que la sociedad “no es lo suficientemente rica, en medio de su riqueza”. Contingentes de población son arrojados a la pobreza; el único remedio es aplicarlas en creación de colonias o, como diríamos hoy, imperialismo.

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Carlos Marx, que había escrito una crítica a la Filosofía del Derecho de Hegel, escribió 27 años más tarde conjuntamente con Friedrich Engels en El Manifiesto Comunista que las crisis capitalistas eran inevitables, cíclicas y progresivamente graves: “Basta mencionar las crisis comerciales, cuya periódica reiteración supone un peligro cada vez mayor para la existencia de la sociedad burguesa toda. Las crisis comerciales, además de destruir una gran parte de los productos elaborados, aniquilan una parte considerable de las fuerzas productivas existentes. En esas crisis se desata una epidemia social que a cualquiera de las épocas anteriores hubiera parecido absurda e inconcebible: la epidemia de la superproducción. La sociedad se ve retrotraída repentinamente a un estado de barbarie momentánea; se diría que una plaga de hambre o una gran guerra aniquiladora la han dejado esquilmado, sin recursos para subsistir; la industria, el comercio están a punto de perecer. ¿Y todo por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados recursos, demasiada industria, demasiado comercio.

Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya para fomentar el régimen burgués de la propiedad; son ya demasiado poderosas para servir a este régimen, que embaraza su desarrollo. Y tan pronto como logran vencer este obstáculo, siembran el desorden en la sociedad burguesa, amenazan dar al traste con el régimen burgués de la propiedad. Las condiciones sociales burguesas resultan ya demasiado angostas para abarcar la riqueza por ellas engendrada. ¿Cómo se sobrepone a las crisis la burguesía? De dos maneras: destruyendo violentamente una gran masa de fuerzas productivas y conquistándose nuevos mercados, a la par que procurando explotar más concienzudamente los mercados antiguos. Es decir, que remedia unas crisis preparando otras más extensas e imponentes y mutilando los medios de que dispone para precaverlas”.

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¿Mintió Hegel, engañaron Engels y Marx? Desde que se escribieron las líneas anteriores, la Historia del Mundo es la de la sucesión de catástrofes en virtud de las cuales el capital se hace más concentrado, más injusto, más inviable. En 2008 revienta la penúltima crisis, que colapsa los sistemas financieros del mundo y desangra las economías mundiales para salvar a los delincuentes bancarios que la provocaron. Después de que todos los medios gastan una década asegurándonos que todo está bien, el lunes 5 de enero Wall Street cierra con una caída de 1.175 puntos, la más fuerte experimentada en la historia de la Bolsa neoyorkina en un solo día.

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El cataclismo se extiende. El índice Dow Jones clausura el lunes con una baja de 4,6% con respecto al día anterior. El martes la bolsa asiática muestra una caída en el índice Nikkei de 4,7% y otra de 4,9% en el Hang Seng de Hon Kong; el ASX de Australia pierde 3,3%. Los analistas que siempre prevén las cosas después que han sucedido culpan a las políticas “proteccionistas” de Trump, pero éste a los únicos que protege es a los grandes capitales, rebajándoles impuestos y elevando el gasto armamentista que los nutre. También responsabilizan a los algoritmos que realizan operaciones automáticas, pero no explican por qué había crisis cuando no había algoritmos y sí capitalismo. No hay crisis que dure cien años, ni capitalismo que la resista. Nadie sabe cuándo la última crisis resultará la última.