“Presidenciales” e internacionalización de la crisis: ¿Adónde va Venezuela?
Marea Socialista|
El previsible fracaso del “Diálogo” en República Dominicana, el adelanto unilateral de las elecciones presidenciales para el 22 de abril por parte del gobierno de Maduro y la oficina electoral del Ejecutivo conocida como CNE, junto con la gira del ex directivo de Exxon Móvil y actual Secretario de Estado de Estados Unidos, Rex Tillerson por América Latina, para poner en marcha el plan de injerencia más ambicioso de este siglo contra un pueblo de la región; todo esto sumado al colapso hiperinflacionario que está en desarrollo; son los pilares sobre los que se construye un nuevo escenario de desenlace a la crisis integral que vive Venezuela, y que tendrá, sin dudas, como ya lo manifiesta el extraordinario fenómeno de migración que se está desarrollando, un enorme impacto en el continente.
1. La evolución de la crisis ha dado un nuevo paso, ya no sólo se juega en el terreno nacional, cada vez más acortado, sino que se desenvuelve también en el regional e internacional. Las medidas anti migratorias (incluido el cierre parcial de fronteras y la movilización de tropas con la cooperación de expertos gringos en el terreno) tomadas por los gobiernos de Colombia y Brasil contra ciudadanos venezolanos que buscan el exilio como salida a las penurias que provoca la crisis; la suspensión de exportaciones de Nicaragua, tradicional socio del ALBA, a nuestro país para no caer en las sanciones que promete Estados Unidos hacia todos aquellos que no se adhieran a su plan; las supuestas “ventajas” para los exiliados criollos que ofrecen otros gobiernos como los de Argentina, Chile y Perú; los planes de abastecimiento petrolero de EE.UU. para algunas islas del Caribe en sustitución de fenecido Petrocaribe, prometidos por Tillerson en su gira, y el anuncio por parte de casi 40 países, incluidos los de la Unión Europea, de que las elecciones presidenciales convocadas no serán reconocidas, son apenas algunos de los elementos de un menú aún no conocido en su totalidad, pero que cada día va quedando a la vista con nuevos anuncios. Estos hechos sugieren que la escalada injerencista norteamericana ha pasado de las declaraciones a los hechos.
Esas medidas y la prometida progresión de sanciones como la suspensión de la compra de petróleo venezolano por parte de Estados Unidos, tendrán efectos devastadores sobre nuestro pueblo. Buscan, al mismo tiempo, la capitulación total de un gobierno pusilánime que ha dado sobradas muestras de su voluntad de cumplir con las exigencias del capital internacional uno de cuyos ejemplos emblemáticos en la entrega del Arco Minero del Orinoco, sin importar las consecuencias para el país, y por eso mismo es repudiado por la mayoría absoluta de la población.
De no lograr la capitulación total del Madurismo o una parte importante de él (lo que no es descartable) con estas presiones, la orientación, hecha pública por Estados Unidos es buscar, en el mejor y menos costoso de los casos para ellos, que un sector de mandos de las fuerzas armadas nacionales produzca un pinochetazo enmascarado detrás de un discurso falsamente liberador, cuentan para ello con la complicidad del gobierno de Santos y la presión que está realizando las fuerzas armadas colombianas en la frontera. Es lamentable, en este escenario, que la burocracia madurista con su política pro neoliberal, autoritaria y antipopular, le haga el juego irresponsablemente a la escalada intervencionista al haber horadado y desmoralizado a la base social necesaria para enfrentar la agresión.
2. Por otra parte, el anuncio unilateral de la fecha de las elecciones presidenciales con la complicidad de un CNE amañado y sin legitimidad a los ojos de los venezolanos, se corresponde con el nuevo momento político en el que ha entrado el país. Se trata de otro paso en la búsqueda de consolidación de un régimen político autoritario, cada vez más cerca de un bonapartismo clásico, contrarrevolucionario. El maquillaje electoral de este régimen se desarrolló luego de la instalación de la fraudulenta Constituyente. Las elecciones a gobernadores y alcaldes y ahora esta “presidencial”, intentan mantener una apariencia democrática donde sólo hay represión, amedrentamiento y terror como política de estado hacia una población agotada por la crisis económica y el descalabro social.
La detención indiscriminada tanto de opositores acusados de conspiración que luego son liberados, como de ciudadanos comunes que protestan por las miserias del día a día, y de dirigentes y activistas chavistas que reclaman contra el rumbo del gobierno como los obreros de Lácteos los Andes. Así como la llamada “masacre” del Junquito o los asesinatos producidos por las fuerzas de seguridad en barrios populares, van construyendo el camino sobre el que la cúpula burocrática y boliburguesa encabezada por Maduro y Cabello, transita en su objetivo de eliminar todo vestigio democrático y consolidar un sistema de control social que cabalga sobre el hambre, el miedo y la impotencia a la que están arrastrando al pueblo venezolano.
Su debilidad consiste justamente en esta orientación, opuesta por el vértice a la de Chávez. Mientras el bonapartismo sui generis o cesarismo progresivo que encarnó Chávez se apoyaba en la movilización y participación relativa del movimiento popular para resistir algunas políticas imperiales, este autoritarismo madurista se apoya en la represión indiscriminada y brutal sobre la población y en la entrega de todos los recursos, para buscar la simpatía y confianza del gran capital, una ilusión inútil que le está costando muy cara al país.
En este contexto, las elecciones presidenciales así convocadas, de manera unilateral, violando, a propia cuenta y riesgo todas las reglas constitucionales y de la ley orgánica de procesos electorales, se inscribe en el desesperado intento de esa cúpula de evitar las presiones internacionales y de mostrarse como víctima frente a un pueblo hambreado y maltratado, y eludir su enorme y principal responsabilidad en la situación actual del país y su fracaso frente a la crisis.
Al no representar un ejercicio democrático real, las elecciones tienen un resultado anticipado. Ni el apoyo abierto de Rusia ni el más encubierto o vacilante de China, podrán lograr los resultados declarados desde el poder. Un poder que Maduro quiere construir como absoluto, aunque no puede ocultar su propia y extrema debilidad.
La participación en ellas se justifica como parte del aprovechamiento de los escasos y reducidos espacios democráticos que aún subsisten, para intentar avanzar en un proceso de reorganización del movimiento social hoy disperso y extremadamente reducido, tratar de instalar en el limitado debate popular la responsabilidad del gobierno en las penurias actuales que sufrimos y poner en discusión un nuevo proyecto nacional contra el de la burocracia parasita y la oligarquía tradicional y para hacer el intento de dar los pasos iniciales en la construcción de una nueva alternativa política.
3. El fracaso del “Diálogo” es al mismo tiempo un nuevo momento del derrumbe de la vieja oposición política organizada en la MUD. La práctica politiquera de los viejos partidos y dirigentes que conformaron esa plataforma, más preocupados por su destino y ventaja personal que por la situación del país y su pueblo, ha chocado de frente con su propia incapacidad. La sucesión de graves errores cometidos en las últimas dos décadas por estos dirigentes y partidos se explican por su propia naturaleza, tan entreguista y antipopular como la de la burocracia gobernante en la actualidad.
Estamos presenciando el derrumbe definitivo de esa oposición. Su división entre sectores que participan de la fiesta del reparto madurista y aquellos que están siendo perjudicados y perseguidos por el gobierno se hará cada día más patente y se terminará expresando en la elección presidencial como lo hizo antes en las de alcaldes. Estos dirigentes y partidos están dando los últimos respiros cómo bloque opositor. Algunos de ellos más confiables para el imperialismo norteamericano y otros más comprometidos por intereses crematísticos o por miedo y cobardía con el régimen de Maduro y Cabello. Tomen la decisión que tomen sobre su participación en las elecciones presidenciales, ya dilapidaron el capital político que les tocó administrar en diciembre de 2015.
4. Un último elemento de análisis pero no el menos importante, es el colapso económico al que se desliza el país por ahora sin freno a la vista. Algunos de los elementos que lo caracterizan son: la brutal dinámica hiperinflacionaria que se ha desatado; la caída en picada de la producción petrolera que según algunos pronósticos tocaría durante 2018 un piso de un millón de barriles diarios, contra los dos millones seiscientos mil con los que se inició 2017; la situación de default de hecho y desordenado en relación a la deuda externa, que parece inevitable, entre muchos otros. Todo esto con el impacto tremendo que provoca este desastre económico en la vida cotidiana de la población que vive de su trabajo.
5. El rechazo contundente a las maniobras imperiales que como está demostrado históricamente, solo traerán mayor destrucción y penurias al pueblo y al país, no puede estar separado de la lucha contra un régimen interior autoritario, hambreador y entreguista.
Pero la simplificación de leer la realidad como dividida en apenas dos campos, entre un enemigo principal y otro secundario para justificar la intervención internacional encabezada por Estados Unidos con la excusa de que primero hay que salir de Maduro y después “como va viniendo vamos viendo”, es la contracara de otra visión equivocada que conduce a identificar “proceso” con “gobierno” y a partir de esta atrocidad, cerrar filas con Maduro y el gobierno, responsable principal del colapso del país.
En el terreno electoral esta simplificación empuja a sectores centristas algunos de los cuales pudieran estar ingenuamente bienintencionados, a buscar el peligroso atajo de proponer al candidato de los gringos, un Macri caribeño en la figura de Lorenzo de Mendoza, con la falsa ilusión de que un “empresario exitoso” buscaría un modelo de producción para el país, olvidando que el éxito de este empresario y su familia se debe fundamentalmente a la apropiación mafiosa y corrupta de la renta petrolera de todos los venezolanos en provecho personal y con la complicidad de las cúpulas políticas. Lo mismo sucede con los que se preparan para participar en las elecciones apoyando a Maduro o presentar otros candidatos que sostengan una propuesta acrítica y funcional al gobierno.
Somos conscientes que sostener una política independiente, democrática y en defensa de los intereses populares y nacionales es extremadamente difícil en las actuales condiciones de amenaza intervencionista, polarización y entrega. Pero aunque en un primer momento esta orientación resulte minoritaria, capitular a cualquiera de los polos, incluso en el terreno electoral resultaría una traición abierta al proceso de independencia que se abrió en el país a finales de la década de los ‘80 del siglo pasado.
Los pilares para construir esa política independiente son, desde nuestro punto de vista, los siguientes: a) rechazar de manera contundente la intervención imperialista en todas sus variantes, incluido el Golpe de Estado o la agresión militar del gobierno de Colombia u otras. b) Poner en pie un amplio movimiento ciudadano democrático, soberano e independiente de las cúpulas políticas actuales, que impulse la lucha directa por recuperar el marco constitucional, la defensa de los derechos humanos elementales e instale un espacio amplio de debate nacional con la participación activa de los movimientos sociales hacia un gobierno provisional. c) articular un plan de emergencia económica soberano e independiente, que dé prioridad a la alimentación, salud y trabajo de los venezolanos por encima de cualquier otra prioridad como por ejemplo los pagos de deuda externa.
De la misma manera hacemos un llamado a los pueblos hermanos de Nuestra América para que al tiempo que rechacen activamente y en las calles la cooperación de sus gobiernos con la agresión imperialista a Venezuela, repudien el rumbo abiertamente autoritario, represivo y hambreador del gobierno de Nicolás Maduro, y expresen una solidaridad activa con los venezolanos que han debido exiliarse en sus países.
La crisis en Venezuela la debemos resolver de manera democrática, sin injerencias ni intervenciones, y entre venezolanos.