Domingo de elecciones internas en Argentina: Macri hace crecer a Cristina
Juan Guahán-Question Latinoamérica|
El próximo domingo 13 se realizarán en toda Argentina las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO), con miras a la renovación de la mitad de la Cámara de Diputados (127) y un tercio (24) de los senadores. Esta elección preparatoria influirá –y mucho- sobre el futuro del gobierno. Un capítulo aparte merece la elección en la Provincia de Buenos Aires, donde vota el 37% del total, y por la presencia de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner como candidata al Senado.
Las elecciones, como máxima expresión de esta limitada democracia que practicamos, no terminan de definir la cuestión del poder, pero nunca dejan de constituirse en una esperanza porque son –para gran parte del pueblo- la única herramienta que se les ofrece para cambiar, aunque sea un poco, las cosas (Hay otros instrumentos pero están escasamente desarrollados).
Es bueno recordar que las PASO no van más allá de ser una “gran encuesta”, donde todos opinan y de acuerdo a sus resultados verán si mantienen ese voto o lo cambian en las elecciones definitivas el próximo 22 de octubre.
La idea original no era ésta. Se pensó que las PASO servirían para elegir los candidatos de los partidos, en lugar de ser puestos “a dedo”. Pero la realidad va mostrando otra cosa, que los partidos prácticamente ya no existen. A falta de vida orgánica, quedaron los sentimientos y las fuerzas reales, básicamente el dinero y el poder, aunque éstos usualmente van de la mano.
Son ellos los que arman las listas dentro de cada sentimiento. Es por eso que en el peronismo, el sentimiento mayoritario del pueblo argentino, cada grupo de poder armó sus propias listas (el cristinismo, el pejotismo, el massismo, el randasismo) procurando presentarse sin competencias y reduciendo la disputa interna –en la mayor parte de los casos- a candidaturas menores, como los concejales.
Hay que tener presente que, si bien estas elecciones no son definitivas, las bancas que se pondrán en juego (en octubre), se distribuyen de la siguiente manera: el macrismo arriesgará 41 de sus 87 bancas; el FpV, 32 respecto de sus 72; Massa, 20 de 37; el Partido Justicialista, orientado por Diego Bossio tendrá que revalidar 8 de sus 17 bancas; los progresistas 7 de 8; el Frente de Izquierda (FIT) 3 de 4.
El cristinista FpV es la fuerza que –proporcionalmente- menos diputados tiene que arriesgar. Esto es así porque ahora se van a renovar las bancas elegidas en el año 2013 cuando fue la peor elección de diputados del FpV, alcanzando solamente el 33,59% de los votos.
En lo que respecta se senadores, resulta que el peronismo –con fuerte presencia kirchnerista- debe renovar 17 senadores y el macrismo solo tres. Quedan otros 4 senadores que deberán renovar y que son independientes respecto de los dos bloques principales. En consecuencia después de las elecciones de octubre, el Senado puede ofrecer una composición bastante diferente a la actual.
Cristina y la Provincia de Buenos Aires
El domingo próximo, el gobierno y la oposición, el periodismo y la Justicia, el mundo de las finanzas y la diplomacia, estarán más atentos a lo que ocurra en la Provincia de Buenos Aires que a los engorrosos números generales. Esta provincia reúna más del tercio del total de electores del país.
No tiene menor importancia la circunstancia que la ex Presidenta se haya presentado allí para la elección de los senadores nacionales que, a dicha provincia, le corresponde elegir. De todos modos da la impresión que ha sido el propio gobierno el que se ha “enredado en su chiripá”.
Mareado por el aura de la actual gobernadora macrista María Eugenia Vidal; por el impacto negativo que –esperaba- que causarían los múltiples casos de corrupción en lo que aparece envuelta la expresidenta; en la múltiple fractura expuesta de distintas variantes del peronismo y acicateado por la fuerza de una prensa adicta, tan masiva como gorila, creyó que había llegado el momento de enterrar a los 12 años de kirchnerismo bajo el abrumador peso de los elementos ya citados.
Medidas adoptadas según la escala de valores heredada de los intereses económicos que representa, la ausencia de una lectura sistematizada de nuestra propia historia y una pronunciada “falta de calle”, están conduciendo al gobierno hacia un atolladero. Así fue cómo eligieron confrontar con la expresidenta y para ello pusieron el eje sobre los temas de corrupción, pero a poco de andar se dieron cuenta que había lazos que los unían y que posiblemente terminarían todos en el cadalso.
Como el “miedo no es zonzo” no fueron a fondo. Las corrupciones del caso Odebrecht, que sigue sin avanzar, es el más emblemático. Una de las banderas macristas, la lucha contra la corrupción, se está deshilachando. Su política económica sembró más hambre y miseria. A los millones de pobres de La Matanza (la zona más populosa del conurbano bonaerense) , por ejemplo, el aura de la gobernadora no les llena el plato, ni alcanza para pagar los aumentos de la luz o el agua.
Groserías como la suspensión de pensiones por incapacidad no hicieron más que exacerbar la bronca colectiva. Hasta la prensa del sistema comenzó a cuestionar aspectos de su política. Ahora es bastante tarde para reparar todo eso. El gobierno lo percibe y le teme a lo que dirán las urnas el próximo domingo. En este marco, donde la vida cotidiana vuelve a ocupar el centro de la escena, la victimización de Cristina surte efecto.
Cristina muy probablemente gane las PASO en la provincia de Buenos Aires, venza al macrismo por una diferencia entre 4 y 8 puntos, superando el 35% de los votos. Gane o no, en octubre es casi seguro que será senadora. Desde el Senado, tratará de renacer de sus cenizas y procurará revertir ese 60% de opiniones negativas para ponerse al frente del peronismo y dar pelea en el 2019 o antes si las circunstancias lo ameritan. ¡Macri lo hizo!
El voto a Cristina, comparado con otras elecciones legislativas bonaerenses seguramente estará por debajo del 56,78% que el peronismo consiguiera en las elecciones para senador del 2011 y podría estar rondando el 37,28% conseguido en los comicios para diputados del 2015. También es muy factible que el voto a Cristina Senadora sea superior a los votos de la boleta a diputados.
Algunas conclusiones
En esta confrontación, donde la inmensa mayoría de las miradas se dirigen hacia lo que pasa entre Cristina y Macri, es obvio que ambos se presentarán como triunfantes. Eso será para la tapa de los diarios. En realidad, Cristina con la sola posibilidad –casi segura- de llegar a lograr una senaduría en octubre, ya se da por satisfecha, con mucha más razón si supera el límite del 35%. En cambio para Macri la cosa es más compleja, le habrá ganado a Cristina si efectivamente recoja más votos en la Provincia de Buenos Aires, lo que hoy parece harto difícil.
Demandará empate, aunque pierda en territorio bonaerense, si puede mostrar que consiguió incrementar sensiblemente su número de diputados y senadores y derrotando –en números absolutos- al peronismo cercano al kirchnerismo. Todo otro resultado es derrota y será difícil de taparla.
Macri sabe que el resultado electoral que consiga será inversamente proporcional a sus negociaciones con el peronismo (a menos votos en las elecciones, más necesidad de negociación con el peronismo en el Congreso). Esto es particularmente importante teniendo en cuenta que en las próximas negociaciones –es muy probable- que tenga una fuerte injerencia la ex Presidenta.
El grupo de Sergio Massa (aliado a Macri desde el peronismo) obtendría un decoroso resultado si ronda el 20% en la elección bonaerense. Florencio Randazzo, candidato por el PJ y diferenciado de Cristina, difícilmente pueda contener su desvalorización. La izquierda seguirá teniendo cierto peso, sin lograr revertir su fragmentación.
Macri espera mejorar para octubre dados los últimos datos sobre un recupero de la economía de la mano de la construcción y del campo. De todas maneras el economista de derecha Roberto Lavagna dio su voz de alerta advirtiendo sobre los riesgos de colapso en el mediano plazo, de no corregirse políticas.
Hoy, mientras el macrismo quiso proponer la idea de oponer el futuro al pasado. Desde la kirchnerismo han planteado, con bastante éxito, la perspectiva de oponer el presente al pasado.