La historia despues del 16-J: El bravo pueblo vencerá

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Mario Sanoja Obediente e Iraida Vargas-Arenas|

La épica jornada electoral del pasado domingo 16 de Julio nos revela la profunda sabiduría que anima al pueblo venezolano, en particular al pueblo caraqueño, humillado y vejado por las prácticas fascistas terroristas de la derecha venezolana que cierra las calles, que quema vivos a los caraqueños, que destruye los bienes patrimoniales de la sociedad caraqueña en una orgía de violencia brutal y nihilista. ¿Cuál es el metamensaje de esta violencia? Los golpes militares de Pinochet en Chile y de Videla en Argentina comprobaron que las tesis neoliberales solo pueden ser impuestas con éxito a los pueblos desprevenidos, carentes de organización política, a punta de pistola, con violencia.

Para poder acometer esta tarea, la derecha imperial y sus cipayos de Venezuela decidieron someter a la población desde hace años a una cruel guerra económica que tiene por objeto destruir la vida social y económica de los venezolanos y venezolanas, una guerra mediática y cultural que destruya los valores sociales y altere la mente de los y las venezolanos -particularmente en los niños y niñas- para que, finalmente, el imperio norteamericano y la burguesía nacida en Venezuela puedan apoderarse de la riqueza petrolera y gasífera, del hierro y los demás minerales estratégicos, el oro y el agua, salvando así a Europa y a Estados Unidos de la crisis capitalista en ciernes. Ya la derecha venezolana recibió su pago en dólares por la traición al pueblo, cual Judas moderno; pero no pudo completar su mandado: el pueblo y la unión cívico militar son un escollo insalvable para sus oscuros designios.

El pasado domingo 16 de Julio, el pueblo asumió con seriedad y decisión su poder soberano para convertir lo que era un mero ensayo electoral en un referendo aprobatorio que consolida su poder. Lo que vimos pudiera interpretarse como el inicio de una nueva fase histórica de la Revolución Bolivariana. Es conmovedora y asombrosa la manera como millones de hombres y mujeres acudieron en todo el país a los centros de votación expresando todos y todas una profunda conciencia de su papel histórico en esta hora decisiva donde se juega el futuro de la patria y de la revolución. Como nos decía ayer un viejo camarada, estos ultimos días que faltan para la votación del 30 de Julio se parecen a los que describió John Reed en su novela Diez Días Que Conmovieron al Mundo, donde narra los expectantes momentos que precedieron el inicio de la Revolución Soviética.

De manera semejante al año 2002, cuando el Imperio y la burguesía venezolana apoyados por los altos mandos militares de entonces derrocaron por algunas horas el gobierno del Presidente Chávez, el bravo pueblo caraqueño bajó de nuevo el 16 de Julio de 2017 como una oleada revolucionaria interminable, con el apoyo de la fuerza armada bolivariana, y plantó cara a la pretensión del imperio y de esa burquesía apátrida de crear un estado fascista paralelo. Más que a una constituyente, estamos asistiendo al nacimiento de una nueva fase del proceso bolivariano caracterizada por la presencia de un revivir del sujeto politico popular revolucionario, organizado y consciente, de una nueva encarnación del Bravo Pueblo de 1811 que culminará la tarea de emanciparnos, tanto de los neomantuanos como de los neoimperios que quieren pisotear otra vez la soberanía y la independencia. El 30 de Julio tenemos una cita con la historia de Venezuela.

Tal como decía el maestro Acosta Saignes cuando se refería al Libertador Simón Bolívar como el Hombre de las Dificultades, el pueblo venezolano asumió de manera similar su papel de pueblo de las dificultades en esta hora decisiva de la independencia de la patria. Así como compañó a Simón Bolívar, hecho ejército, en su tarea extraordinaria de darle la libertad a cinco naciones suramericanas, ha continuado luchando con su participación protagónica en la creación de esta nación venezolana, sobreponiéndose a las derrotas y las traiciones, de que fue objeto durante el siglo XIX y el siglo XX hasta que, finalmente, encontró en Hugo Chávez el intérprete fiel de sus luchas centenarias.

Lo ocurrido el pasado domingo 16J, refleja el alto nivel de conciencia que tiene el pueblo en relación a los objetivos que son posibles de lograr a través de la lucha en este momento de la Revolución Bolivariana. El pueblo ha mostrado que no quiere seguir solo resistiendo de manera relativamente pasiva, ha hecho patente que quiere ser un sujeto protagónico, activo, inquieto, cuestionador en esta batalla por su destino. El pueblo ha asumido que si bien en este momento la lucha contra el fascismo es prioritaria, la paz no puede ser una meta etérea pues si no hay justicia social, si no se derrota al capitalismo, si el pueblo no se empodera no solo como sujeto histórico de esta revolución sino fundamentalmente como protagónico, no puede haber paz, ni avances; así como bajó como un río embravecido y alegre el 16J, su fuerza debe llevarse por delante a todos aquellos y aquellas que intenten obstaculizar su marcha indetenible hacia la conformación del bloque histórico protagónico de la Revolución Bolivariana.

Es necesario advertir, asimismo, que en los actuales momentos la Venezuela Bolivariana enfrenta una situación decisiva para avanzar en su marcha hacia el socialismo. Esa situación está caracterizada por problemas vitales, fundamentalmente los materiales derivados de los ataques fascistas de la derecha imperial y sus cipayos nacionales. La cultura revolucionaria popular aunque intenta resistir los embates de la guerra económica, se ha visto seriamente afectada hasta el punto de que el pueblo se ha replegado políticamente, pues se ha sentido abandonado a su suerte.

Por ello, ese río popular debe asumirse como el poder central del nuevo Estado, nuevo en tanto Estado reformado, reestructurado, donde el poder popular arrope a todos los demás poderes puesto que es el soberano, que ese poder popular se exprese constitucionalmente lo que garantizaría su autonomía, su permanencia y su efectividad.

Coincidimos con las propuestas del Chavismo Bravío para la Asamblea Nacional Constituyente que se deslinda “de quienes aprovecharon responsabilidades públicas para usufructuar el poder que el pueblo les dio, o quienes se enriquecieron y acomodaron sobre todo cuando el pueblo ha sufrido más necesidad”. Asimismo, concordamos con su aseveración de la necesidad de que el pueblo, con la participación protagónica del poder popular, con el control desde abajo y con la disputa ética necesaria logre “superar vicios como el burocratismo (que impide la concreción de derechos fundamentales) y la corrupción”.

Como decía el camarada Alí Primera, “el pueblo tiene derechos”, y el mayor de ellos, el más importante, el más significativo es el de lograr la mayor suma de felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política, tal como nos dijo El Libertador Simón Bolivar.