Capriles necesita un barrio (o dos)
RAÚL PINEDA | Probablemente sin consulta con los precandidatos, los 400 misteriosos técnicos de la MUD, en su “plan de gobierno”, decidieron “perdonarle la vida” a los consejos comunales para no tener que enfrentarlos, por lo menos durante la campaña electoral.
Luego de divulgar el plan, la MUD diseñó una agenda de visitas de su abanderado a los barrios supuestamente “blandos”, que resultaron no ser tales. Apenas a una semana de las primarias opositoras, El Mundo Economía&Negocios tituló en primera página: “Capriles logró entrar a los barrios”, (lo cual confirmaba que nunca había podido hacerlo, aunque tampoco después).
El intento era más por motivar a los independientes que por convencer a los antichavistas comprometidos, y mucho menos a los chavistas, ya que ambos perdieron la cuenta de las posturas de gallina y los proyectiles vegetales que ha tenido que limpiarse el candidato opositor en su viacrucis por los sectores populares de Caracas y el interior.
Las tomas cerradas en pequeñas calles, con anfitriones doblegados a punta de hamburguesas y vigilados por guardaespaldas, igual que las escasas tomas abiertas, donde destacan obreros y empleados de las gobernaciones y alcaldías opositoras, indican que el “caminero” sigue generando rechazo entre los humildes o, en el mejor de los casos, una respetuosa y cívica indiferencia.
Hasta el más ingenuo habitante de un barrio tiene la intuición suficientemente afilada como para saber que, en el supuesto negado de que Capriles llegara a la Presidencia, los recursos no bajarán directamente a los consejos comunales sino a través de las alcaldías.
Y eso sería nada más en la primera etapa, porque en la segunda, los consejos comunales desaparecerán, con todo y recursos, de un solo plumazo. Francamente, tanto sacrificio merece fundar un barrio con el nombre de Capriles.