¿Qué significa el ingreso de Venezuela al Banco Asiático de Infraestructura?

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Nazareth Balbás-RT|

La ‘mala prensa’ contra Venezuela y los amgos de la oposición para promover su aislamento mundial han sufrido un fracaso este viernes: el país suramericano participa en una banca que promete, en unos años, derribar la hegemonía financiera mundial con China a la cabeza.En medio de la difícil situación económica que apremia a Venezuela, China le ofrece un nuevo espaldarazo a la nación suramericana.

Este viernes, en Corea del Sur, Venezuela participó como país miembro del Banco Asiático de Infraestructura (BAII) en la reunión de gobernadores del organismo multilateral que se ha propuesto, en pocos años, convertirse en el contrapeso de la hegemonía financiera que mantienen el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y el Banco Asiático de Desarrollo (BAM). ¿La estrategia? Otorgar préstamos a los países emergentes en áreas clave como la energía y el transporte. 

Venezuela, con las reservas petroleras más grandes del mundo, se perfila como una atractiva opción a los inversionistas asiáticos, a pesar de los esfuerzos que ha hecho la oposición de ese país para impedir la entrada de financiamiento al gobierno del presidente Nicolás Maduro. ¿Es una declaración de confianza?Venezuela, con las reservas petroleras más grandes del mundo, se perfila como una atractiva opción a los inversionistas asiáticos, a pesar de los esfuerzos que ha hecho la oposición de ese país para impedir la entrada de financiamiento al gobierno del presidente Nicolás Maduro. ¿Es una declaración de confianza?

Vencer el bloqueo

Para el vicepresidente de Finanzas de Petróleo de Venezuela (Pdvsa), Simón Zerpa, la adhesión al BAII tiene varias lecturas: “el reconocimiento al país dentro de organismos financieros internacionales, la posibilidad de recibir préstamos en mejores condiciones y una victoria sobre el bloqueo de facto que mantienen algunas instituciones para asfixiar nuestra economía”, dice a RT.

El banco, que se creó hace apenas dos años, arrancó con 100.000 millones de dólares, un monto que iguala al capital que actualmente dispone el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), fundado en 1959, para financiar las inversiones en toda América Latina. La amenaza de la administración norteamericana de más proteccionismo y menos recursos para la región ahora empuja a los países suramericanos a mirar la propuesta encabezada por China. Entre ellos, Brasil, Chile, Bolivia, Perú y, claro, Venezuela.Sin embargo, el acercamiento entre Caracas y Pekín no es nuevo. Desde que se agriaran las relaciones entre Venezuela y EE.UU., especialmente en la era de Hugo Chávez, el gobierno empezó un proceso de diversificación de sus socios comerciales que hoy rinde fruto: “Estamos dando un salto cualitativo en la relación con China en momentos en que nuestra economía está bajo el asedio de los grandes centros de poder mundial”, sostiene Zerpa.

Ese “asedio” ha sido alentado, en parte, por la derecha venezolana. En abril de este año, por ejemplo, el presidente de la Asamblea Nacional (AN), Julio Borges, envió una docena de cartas a instituciones financieras mundiales para exigir el bloqueo de préstamos a Venezuela. El legislador opositor José Guerra también aseguró en marzo que instituciones como el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe (CAF), ya no ofrecerían financiamiento al país. El respaldo de China, en este escenario, le da un respiro a Caracas.

Beneficios

Además de la posibilidad de optar a financiamiento total o parcial para obras de infraestructura y desarrollo, la membresía de Venezuela le permitirá al país percibir los rendimientos de los fondos que aporte al BAII y fortalecer una ruta comercial de Asia hacia América Latina.

“La puesta en funcionamiento de este banco es un golpe duro a las finanzas hegemónicas, lideradas por EE.UU., y una herramienta clave para Venezuela porque puede sortear el boicot y las presiones financieras”, apunta el economista y miembro del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (Celag), Guillermo Oglietti.

EE.UU. no participa en el banco, lo que representa una ventaja para la nación suramericana en vista de las hostilidades manifestadas por Washington contra Caracas desde la llegada del chavismo. No obstante, en enero de este año, los directivos del BAII ratificaron la invitación a Donald Trump para participar en el órgano financiero, que también cuenta entre sus ausencias la de Japón. De cualquier manera, las condiciones del gobierno corporativo son distintas.

“A diferencia del BM y el FMI, donde el sistema de gobernanza le da a EE.UU. y sus aliados la posibilidad de ejercer el liderazgo en la toma de decisiones, en el BAII hay tres formas de voto: por país, donde cada miembro es igual a otro; por participación accionaria; y como fundador, que beneficia a China. Sin embargo, Pekín no llega a monopolicar más de 28% del poder de votación en todas esas modalidades”, detalla el economista.

Para Oglietti, esta es una diferencia medular: “Es una institución mucho más democrática”. Hasta ahora, países como India, Bangladés, Indonesia, Omán y Pakistán han sido beneficiarios de financiamiento para proyectos de desarrollo con una inversión cercana a los 2,2 mil millones de dólares, bajo condiciones muy precisas: sustentabilidad, respeto al medio ambiente y rentabilidad, una estrategia que va íntimamente unida con el plan del “Cinturón Económico y la Ruta de la Seda Marítima” que China prevé impulsar en Asia, África y Europa con el objetivo de ampliar los mercados e incrementar el entorno de consumidores.

La entrada de América Latina al BAII ofrece una arista aún más amplia al proyecto de expansión de los flujos comerciales y Venezuela, como en los últimos años, estará a la vanguardia. ¿Qué cartas tiene el país para ocupar su silla? Oglietti responde: “Es una de las naciones más seguras en términos financieros porque sus reservas de petróleo, diamantes y oro equivalen a varias veces el Producto Interno Bruto (PIB) de toda la región suramericana. Eso, como colateral para financiar un crédito, es exageradamente holgado. Es una economía que pide muy poco dinero con mucha garantía. En términos estratégicos, es una de las jugadas más ambiciosas en términos geopolíticos que ha hecho Maduro”.