Del fascismo a la escatología/Excremento humano como arma biológica
Del fascismo a la escatología
15yUltimo| Por una jugarreta del lenguaje, del griego al castellano sucede que el término escatología refiere a dos cosas completamente distintas: de un lado, tomando como raíz etimológica la palabra éskhatos, que en griego significa “último”, da cuenta del “conjunto de creencias relativas al fin de los tiempos”. Pero a la vez y con el mismo grado de validez, aplica para todo lo concerniente al “estudio y uso de los excrementos”, en este caso tomando como raíz la palabra skatós, que en griego significa “excremento”.
Así las cosas, por ejemplo, todo lo contemplado en el Apocalipsis cristiano y en las diversas teorías sobre el fin del mundo, puede englobarse bajo el rótulo de escatologías. Aquellas sectas como los davidianos o el Templo del Pueblo de Jim Jones ‒por solo citar las dos más famosas‒ que creían que había que morir y matar para dejar el infierno en la Tierra y llegar a la Tierra Prometida, son en tal sentido escatológicas. Pero a su vez, todos aquellos y aquellas que trabajan, conviven o se obsesionan con las heces y el excremento, también, aunque no tengan nada que ver ni en el fondo ni en la forma con esos otros.
Ahora, esa confusión terminológica derivada de un accidente lingüístico, ha terminado repitiéndose en el caso venezolano, aunque no por accidente sino por una razón mucho más compleja: como resultado del devenir fascista del oposicionismo de derecha. No necesitamos mayores explicaciones: y es que si a ver vamos, es claro que el accionar y el reflexionar de la MUD y todas sus vertientes (o al menos las principales) degeneraron de un tiempo a esta parte en una amalgama perversa entre lo típicamente escatológico en el sentido catastrofista del término, con lo escatológico en cuanto lo excremental.
¿La prueba?: hoy 10 de mayo de 2017, cuando se publica este editorial, el oposicionismo ha convocado, como si de un apocalipsis se tratara, a una marcha terminal –en cuanto será para acabar de una vez con el gobierno de Nicolás Maduro– utilizando como arma recipientes con mierda, para descargarla sobre todo aquel o aquella que pretenda evitar que lleven a cabo su misión histórica.
Claro que parece un chiste. Y si no se le oyera y leyera de los mismos voceros del oposicionismo, hasta podría pensarse que se trata de un ejercicio de contrapropaganda sucia del PSUV. Pero no: es una acción deliberada de la MUD.
En su conocida novela Miedo a volar, la escritora norteamericana Erica Jong afirma irónicamente que “los inodoros alemanes son la verdadera clave de los horrores del Tercer Reich. Quienes son capaces de construir inodoros como estos, son capaces de cualquier cosa”. El comentario viene a propósito de que le parecen horribles y antihigiénicas las pocetas típicas alemanas, de base plana y sin agua hasta que se baja la cadena. A partir de este comentario, el célebre filósofo Slavoj Žižek afirma que, en efecto, tal disposición no es casual, y que así como la poceta típica norteamericana, donde las heces flotan, da cuenta del espíritu práctico gringo, la alemana, seca y plana, da cuenta del severo espíritu contemplativo bávaro.
Vaya uno a saber si esto es cierto, pero si extrapolamos el debate para el caso venezolano, ¿qué podríamos decir del espíritu del oposicionismo a partir de su disposición y uso de las heces? Los gringos son prácticos porque las hacen flotar para mejor hacerlas desaparecer. Los alemanes contemplativos porque prefieren retenerlas un buen rato. Y aquellos que quieren esparcirlas por toda la ciudad, ¿qué son? ¿Qué líneas podrán dedicárseles dentro de algunos años en una novela o libro de filosofía a aquellos y aquellas que, en un momento determinado, optaron por abrirse apocalípticamente la salida hacia el cielo del postchavismo usando para ello, literalmente, mierda?
Pudiéramos decir que estaban locos. Pero parafraseando a Erica Jong, también es verdad que quienes son capaces de lanzar heces a otros seres humanos, son capaces de cualquier cosa. Y es que por más rudimentarios que sean y por pintoresco que parezca, recipientes llenos de heces igual son armas biológicas, que no solo están prohibidas en el país sino en todo el mundo. Pero además, tal acto dice mucho del modo en que un sector del país considera a sus semejantes, el grado de deshumanización al que pretenden reducir la diatriba política y la propia vida en sociedad. Nunca olvidemos que los nazis hicieron eso con los judíos y demás “no arios” antes de meterlos en hornos.
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Excremento humano como arma biológica primativa
Del fascismo a la escatología
Noticia Al Día| Un arma biológica también conocida como bioarma o arma bacteriológica es cualquier patógeno (bacteria, virus u otro organismo que cause enfermedades) que se utiliza como arma de guerra.
Utilizar productos tóxicos no vivientes, incluso si son producidos por organismos vivos (por ejemplo, toxinas), es considerado como una arma química bajo las provisiones de la Convención de armas químicas. Un arma biológica puede estar destinada a matar, incapacitar o impedir seriamente a un individuo como a ciudades o lugares enteros.
A pesar de que eventualmente la gente se dio cuenta de que la causa de las epidemias es la caca y otros fluidos corporales, ha habido varias instancias en las que la gente ha usado la popó como una especie de arma biológica primitiva.
El primer ejemplo que encontré fue el de los escitas, un pueblo nómada eurasiático que vivió desde el siglo nueve antes de nuestra era hasta el siglo 4 d.C. Una de sus especialidades de guerra era el uso de flechas envenenadas, las cuales, según el libro Greek Fire, Poison Arrows, and Scorpion Bombs: Biological and Chemical Warfare in the Ancient World (Fuego griego, flechas envenenadas y bombas de escorpión: la guerra química y biológica en el mundo antiguo), eran sumergidas en una mezcla de veneno de víbora, cadáveres de serpientes, sangre humana y popó. Si las flechas lastimaban a una persona, podían causar gangrena y tétanos
Poco tiempo después, durante la Edad Media, las heces de las víctimas de la plaga bubónica eran catapultadas hacia los castillos para infectar a aquellos en el interior.
En la China del siglo doce se usó una versión un poco más avanzada de la caca catapultada, según el libro Siege Weapons of the Far East (1): 612-1300 (Armas de asedio del lejano oriente: 612-1300 d.C.), de Stephen Turnbull. El arma, que el autor llama “una bomba lanzaexcremento”, fue una especie de dispositivo explosivo hecho con hilo de cáñamo y relleno de pólvora, excremento humano y veneno, con una mecha que era encendida antes de ser lanzado al enemigo.
Esta tradición de la gente que no tiene armas a la mano y usa su mierda como una sustancia para humillar e infectar sigue llevándose a cabo hasta hoy en día. El año pasado, el LA Times dijo que el número de ocasiones en que los prisioneros de la Cárcel Central de Hombres de Los Ángeles lanzan sus cerotes y otros fluidos corporales a los oficiales ha incrementado cinco veces. “Los presos suelen mezclar sus desechos con mermelada para que se adhieran más fácil a su objetivo”.
París, principios de los ´40: atomizador militar de heces humanas
Who Me era un arma secreta desarrollada por la Oficina de Servicios Estratégicos (una agencia de inteligencia estadunidense extinta) durante la Segunda Guerra Mundial.
Aunque el arma en realidad no contenía heces, Who Me estaba inspirada en la popó humana, y es por eso que la incluyo aquí. El arma era un químico apestoso que se enviaba a los miembros de la Resistencia francesa en forma de atomizadores pequeños.
El objetivo del artefacto era ser rociado a los oficiales alemanes para humillarlos frente a sus colegas, ya que olerían como si no pudieran controlar sus esfínteres.
Wade Davis, un antropólogo y etnógrafo de Vancouver, ha contado varias veces la historia de un viejo inuit que hizo un cuchillo de su popó congelada para escapar del gobierno canadiense.Wade dice que fue una familia que conoció en Arctic Bay, una comunidad inuit en el norte de Canadá, la que le contó la historia.
En los años cincuenta, el gobierno canadiense obligó a los inuits a que se instalaran en la zona alta del Ártico. La familia de Arctic Bay alegaba que su abuelo no quería ser reubicado y entonces decidió desafiar las órdenes del gobierno y quedarse donde estaba.
La familia, temerosa de las repercusiones que el abuelo podría enfrentar si se negaba a cooperar con el plan de reubicación, se llevó las herramientas del hombre y lo dejó en su iglú con nada más que dos perros. Según la historia, lo hicieron para que el hombre sintiera que no tenía otra opción más que seguirlos hacia el norte.
“Lo que hizo fue salir, bajarse el pantalón de piel de foca y defecar en su mano. Y mientras las heces empezaban a congelarse, les dio forma de cuchillo”, añadió Wade, Y con el mito al perro para usar su piel como abrigo.
Vietnam en los ´60: estacas punji
Durante la Guerra de Vietnam, el Viet Cong usó una arma simple, pero efectiva (y asquerosa) conocida como estacas punji.
Las punji se hacían con palos de bambú afilados que sumergían en excrementos humanos (o a veces en veneno de plantas o animales). Las lanzas llenas de caca solían ponerse en el suelo y estaban cubiertas con hojas o estaban encima de una trampilla y se esperaba que el enemigo cayera en ellas. Las estacas no siempre mataban a la gente que caía sobre ellas, pero imagino que no era nada divertido que se te clavaran.
Rusia 2009: cañones de popó
Aleksandr Georgievich Semenov, un inventor ruso con unas 200 patentes a su nombre, presentó una más en 2009 llamada “Método de eliminación de residuos biológicos del compartimiento sellado de blindados militares y dispositivo para su implementación”.
Esto, en términos no patentes, quiere decir un dispositivo que permite que los tanques disparen excremento humano.
La idea es que, cuando un soldado dentro del tanque tenga ganas de cagar, lo hagan en una especie de casquillo que tiene el espacio suficiente para contener tanto su caca como una carga explosiva. Éste entonces se coloca en el cañón del tanque y es disparado al enemigo para llenarlo de desecho humano.
En Venezuela combaten con bombas de excremento
Los manifestantes opositores venezolanos podrán ser acusados de muchas cosas falsas por parte del gobierno, pero hay una de la que son francamente culpables: de sobrellevar la crisis con el mayor de los ingenios. Día a día, los ciudadanos venezolanos se las arreglan para conseguir llevar leche, pan o medicinas a sus casas. Esa inventiva de supervivencia también la han trasladado a sus protestas para combatir de la manera más curiosa las duras represiones de las fuerzas de Maduro.
“La Marcha de la Mierda’. ¡Armémonos! Ellos con gas, nosotros con excrementos”, reza el lema de la marcha opositora planeada para el 10 de abril por todas las ciudades del país vecino. Los manifestantes llevarán excrementos a las protestas, para responder con este arma las incesantes bombas lacrimógenas con las que les atacan la GNB y la PNB. “Puputov”, es el original nombre que le han puesto a esta bolsa o tarro de excrementos con las que combaten, en clara alusión a los cócteles molotov. Menos ofensivos, peros sin duda más innovadores y sobre todo más asquerosos.