Trump no es un político, es una marca, afirma Naomi Klein/ Como sabotearla
Álvaro Verzi Rangel |
“Dudo que alguien esté completamente preparado para Donald Trump, porque el nivel de su desequilibrio mental es muy alto. (…) No es un político, es una marca”, disparó en México la socióloga canadiense y activista altermundista Naomi Klein.
Klein, autora de No logo, La doctrina del shock y Esto lo cambia todo, dejó de lado su ponencia –que iba a versar sobre el cambio climático-para hablar sobre el presidente estadounidense. El marco, el Festival Internacional de Escritores y Literatura de San Miguel de Allende.
“Pienso en mi primer libro, No logo, escrito hace 16 años en el marco del triunfo de las marcas, de las supermarcas, de las marcas humanas, Trump es como un producto de ese mundo de las marcas”, señaló.
“Trump no es un político, es una marca. Su relación con sus simpatizantes es más parecida a la relación de un consumidor con una marca o de un público con una celebridad. Las reglas tradicionales de la política no funcionan con Trump, se deben aplicar las reglas de las marcas, y la principal es que debes ser leal con la marca con la que te has identificado”, dijo Klein al diario mexicano El Universal.
Para Klein, el actual mandatario estadounidense creó “una marca a prueba de escándalos, del tipo de la que siempre gana, que quita a los perdedores de su camino. Eso hace que sea casi imposible de atraparlo haciendo algo , porque siempre dirá –si lo atrapas- que lo hace porque es listo. No pago impuestos porque soy listo, no pago a mis trabajadores porque soy listo. Su marca es el tipo rico e impune. La única forma de atraparlo en algo es descubriendo que no es tan rico ni tan poderoso como proclama ser, que su emporio es un espejismo”.
La escritora, periodista y activista, señaló que la presidencia de Donald Trump es el clímax del capitalismo y del neoliberalismo, la continuación de un proyecto.
Recordó que fue muy notorio cómo el mercado reaccionó muy favorablemente al triunfo de Trump, y que hubo como un boom de Trump en la Bolsa de Valores, porque después de la preocupación inicial quedó muy claro que iba a quitar impuestos y desregular, y colocó a todos esos ejecutivos (CEO) en su gabinete.
“Está haciendo mucho por las multinacionales en casa, y éstas aceptaron que dejara ir el Acuerdo Transpacífico, porque están obteniendo más en Estados Unidos: fue un buen trato para ellos”, indicó.
“Con Trump se ve la verdad más siniestra del capitalismo, la privatización del gobierno. Representa la tendencia más peligrosa del siglo pasado, la representación física del proyecto ideológico que ha creado guerras: el neoliberalismo”, señaló la activista canadiense.
Sorprendió cuando afirmó que Donald Trump está más loco que Donald Rumsfeld, Paul Bremer, George Bush o Dick Cheney. Recordó que Bush también juntó en su gabinete a millonarios, ejecutivos, y que Cheney venía de Halliburton, que ganó grandes contratros con la guerra de Irak. “Hay una gran amnesia sobre todo eso, me pone en shock esa amnesia… Pero Trump está yendo más lejos… pero hay continuidad, no vino del espacio, es parte del proyecto capitalista y neoliberal”, afirmó.
El valor de la marca Trump, agregó, aumenta exponencialmente cada día que está en la presidencia: debemos prepararnos para lo peor. “Ante el magnate no vale estar a la defensiva, hay que jugar a la ofensiva, organizarse y emprender le resistencia con coaliciones de gente, de partidos progresistas, de movimientos sociales, de países”, asevera.
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Como sabotear la marca Donald Trump
Naomi Klein|
Las acciones de United Airlines cayeron en picada después de la publicación de las imágenes de un pasajero que era retirado a la fuerza de un vuelo sobrevendido. Pepsi retiró del aire un comercial que mostraba a policías y supuestos activistas del movimiento Black Lives Matter (Vidas Negras Importan) usando una lata de refresco para hacer las paces. La red estadounidense de TV Fox News sufre una desbandada de anunciantes tras la revelación de voluminosos pagos para silenciar a las víctimas del asedio sexual practicado por el presentador Bill O’Reilly.
Una lección que podemos sacar de esas polémicas es que las instituciones basadas en la construcción de una marca fuerte –lo que implica el cumplimiento de una “promesa” hecha a los clientes- pasan por una serie de dificultades cuando esa promesa parece haber sido quebrantada, desgastando la impagen de las empresas. Eso hace que las marcas corporativas sean extremadamente vulnerables a la presión de la opinión pública, especialmente cuando ésta es intenbsa y organizada.
Este hecho es un viejo conocido de los gestores de marcas y de los consumidores activistas, pero ahora tiene implicaciones que van mucho más allá de la oscilación en el mercado de la Pepsi o la política de gestión de la crisis de United Airlines. Eso, porque –por primera vez en la historia- el presidente de Estados Unidos es una auténtica supermarca comercial, y sus familiares pueden ser considerados como marcas derivadas.
Desde el punto de vista ético, esta situación es extremadamente indecorosa, pues la dinestía Trump ya se está aprovechando de la Presidencia, sea por la publicidad gratuita para inmuebles prácticamente transformados en filiales de la Casa Blanca, o simplemente porque el nombre de la marca “Trump” es repetido hasta quedar exaustos en la prensa mundial diariamente. Las oportunidades que se presentan para lobbistas y para el tráfico de influencia son aún más preocupantes. ¿Qué mejor manera de caer en gracias con la familia presidencial que escogener una de sus propiedades como sede de un evento de porte, o pagar un precio inflado por los derechos de usar el nombre “Trump” en un nuevo lanzamiento inmobiliario?
La prensa ya denunció el problema varias veces, pero Trump y sus correligionarios repondieron con desafiadora indiferencia. Esto está sucediendo por una razón muy simple: Trump no actúa conforme a las reglas normales de la política, según las cuales los electos precisan satisfacer a los electores y seguir ciertos preceptos establecidos. Él actúa de acuerdo a las reglas del branding –gestión de marcas-, según el cual las empresas deben pensar solo en su imagen corpoirativa.
Pero eso tiene un lado positivo: como muestran los casos recientes de Pepsi, United Airlines y Fox News, las marcas también son vulnerables. Y eso nos puede ser muy últil: basta con conocer con exactitud la promesa hecha por ellos a los consumidores.
Vengo estudiando ese fenómeno desde hace mucho tiempo, desde que comencé a investigar sobre las campañas de presión y boicot a marcadas a medidas de los años 1990. Ese material se transformó en mi primer libro: Sin Logo: La Tiranía de las Marcas en un Planeta Vendido. Aprendí que, con la táctica cierta, cualquier marca, por mas amoral que pueda parecer, puede ser debilitada considerablemente.
Con esto en mente, creé una rápida guía para combatir al presidente en el único terreno que le importa: su marca personal.
*Artículo publicado en Carta Maior (Traducción de Rubén Armendáriz) El nuevo libro de Naomi Klein “No Is Not Enough: How to Resist Trump’s Shock Politics And Win the World We Need” será publicado en junio en Estados Unidos.