Roberto Savio: “La prensa ha perdido poder y dignidad”

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Cristian Cabalin-Palabra Pública|

En 1964 fundó Inter Press Service (IPS), una de las agencias de noticias más reconocidas del mundo. Desde ese lugar, Savio ha seguido los acontecimientos más relevantes de la historia reciente, enfatizando la necesidad de extender las fronteras de la comunicación, reivindicar la importancia del periodismo y, ahora, frenar la irrupción de movimientos nacionalistas después del Brexit inglés y el triunfo de Trump en Estados Unidos.

De visita en Chile, Savio aborda la actual configuración del sistema de medios de comunicación, el rol del periodismo en la sociedad contemporánea y el auge de movimientos nacionalistas en Europa. Según afirma, el debate iniciado para un nuevo orden mundial de la información en 1980 con el Informe McBride de la Unesco, donde se llamaba a democratizar las comunicaciones y promover la paz, ha quedado en el olvido con el modelo neoliberal promovido desde sus inicios por las administraciones de Reagan y Thatcher. “Debido a los intereses corporativos, hoy el estado de la comunicación es mucho peor que hace casi 40 años. Los medios ya no promueven una visión de la sociedad, ya no se preocupan de los ciudadanos”, dice.

 -Pero hoy se habla de “periodismo ciudadano” ¿Existe esa categoría?

-Ese periodismo ciudadano se hace fuera de los diarios gracias al sistema de comunicación horizontal que promueve Internet. Al referirse a la prensa, se habla de medio de comunicación, pero no lo es. La prensa es un medio de información. La comunicación es un sistema horizontal.

 -De todos modos, la prensa sigue siendo fundamental para el funcionamiento de la democracia.

-Sí, pero la profesión periodística se ha banalizado. Para ahorrar dinero, ahora los diarios sólo se dedican a cubrir acontecimientos. No cubren procesos, donde se necesita mayor interpretación y desarrollo de las historias. El periodismo se ha reducido a píldoras; entonces, no necesito periodistas brillantes.

 -¿Son menos complejos los periodistas de hoy?

-Claro, pero es producto de la estructura del mercado de medios. Si no necesito escribir análisis, pago menos. Por ejemplo, los periodistas en Italia trabajan por artículo publicado; pocos tienen contratos que les den estabilidad.

 -¿Este problema económico de los diarios ha afectado también su influencia en la sociedad? Siempre se ha creído que la prensa construye la agenda política.

-La prensa ha perdido poder, porque hoy la política es menos importante. La política ya no dirige la sociedad. El poder lo ejercen el mundo de las finanzas y las grandes corporaciones económicas. Antes un diario podía hacer caer a un gobierno, hoy eso es imposible, porque la política ha perdido poder frente a la economía financiera.

 -Entonces, ¿cómo se recupera ese poder?

-Los medios de información y la política tienen que presentar un modelo de sociedad. Proponer una discusión sobre si es correcto o no salvar a los bancos en épocas de crisis. Los bancos en Europa todavía tienen 800 mil millones de dólares de títulos tóxicos. Se destina más dinero a salvarlos a ellos que a los subsidios para el trabajo juvenil. Hoy, el 35% de los jóvenes está sin empleo, pero se gastan más recursos para ayudar a los bancos europeos. Entonces hay que discutir qué modelo de sociedad queremos y si todo se lo vamos a entregar al mercado. Los medios no han liderado ese debate. La prensa ha perdido poder y también dignidad.

 -En ese marco, ¿qué se puede esperar del periodismo?

-La ontología del periodismo es ser la conciencia crítica de la sociedad para que ésta pueda discutir sobre sí misma. En una sociedad en crisis, el periodista tiene una función muy importante. El periodismo debe volver a conectar a la sociedad con la democracia. Se requiere una visión compleja para entender e interpretar los procesos sociales.

El Brexit y Trump

 -En esa exigencia de mayor análisis, ¿cómo es posible explicar el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos o el Brexit en Inglaterra?

-Hay dos razones fundamentales para entender estos procesos. A partir de 1981, con el impulso del neoliberalismo -a través del Consenso de Washington, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional- se decide que el crecimiento económico viene del mercado y que se deben eliminar los gastos sociales. Con esta política de ajuste se empieza a desmantelar la estructura del Estado para privatizarlo todo.

Luego, con la caída del Muro de Berlín, se comienza a hablar del fin de la historia. La izquierda se encuentra con este contexto, con un tsunami ideológico neoliberal y es incapaz de crear un muro de contención. Desde Tony Blair en adelante se produce una disociación con la democracia y la izquierda se acomoda al nuevo orden, donde existe un declive de la participación de los ciudadanos en la política y muchas personas son desplazadas de la sociedad por el sistema neoliberal. Pero nadie lo nota y sólo se dedican a mirar estadísticas.

 -¿Y esos son los desplazados que votan a favor del Brexit y Trump?

-Claro. Hay crecimiento, pero también mucha desigualdad. El voto por el Brexit y por Trump viene de personas que han sido marginadas, precarizadas y castigadas por el exceso neoliberal. Pero este fenómeno también se conecta con la elección de un presidente en Filipinas, Rodrigo Duterte, que promete matar a delincuentes, narcotraficantes y drogadictos. Hace unas semanas dio una conferencia de prensa donde dijo que su gobierno estaba atrasado, porque ¡sólo ha matado a tres mil de las 300 mil personas prometidas en su campaña! Estamos en un cambio de sociedad donde afloran estos sentimientos de odio y nacionalismo. Y parece que nadie es consciente de esto.

 -¿Los grupos más progresistas no fueron capaces de ver estos cambios?

-La izquierda no supo contener el neoliberalismo desatado porque buscó adaptarse y descuidó a las personas, sobre todo a los jóvenes. En Inglaterra el 82% de los jóvenes votó para quedarse en Europa, porque tienen una visión más contemporánea de la realidad. En Estados Unidos los jóvenes dieron 10 millones de votos a Bernie Sanders, pero el Partido Demócrata apoyó a Hillary Clinton y ahuyentó a toda la juventud.

 -Usted decía que Internet ha promovido una comunicación más horizontal, pero algunos analistas sostienen que las redes sociales digitales se han convertido en un riesgo para la democracia, porque crean algunas comunidades donde sólo se comparten discursos racistas, misóginos o xenófobos. ¿Existe ahí también una explicación para el triunfo de Trump, a quien incluso lo llamaban el candidato “troll”, porque atacaba con virulencia a sus contendores?

-Hay una responsabilidad muy compleja en ese ámbito. La sociedad civil -que está en la base del concepto de las redes sociales digitales- se ha organizado básicamente por temas. Por ejemplo, si a mí me interesa el medio ambiente, no compro diarios, porque esa información no está en ellos y voy a Internet. Esta organización de flujo de comunicaciones por temas ha llevado a un tipo de información sin jerarquías profesionales. Entonces, en el contexto de esta falta de organización conceptual, se crea material informativo que sólo tiene la intención de llegar a personas que piensan igual a mí, promoviendo la intolerancia.

 -De hecho, según un análisis reciente, Facebook es la mayor plataforma para la difusión de noticias falsas.

-Claro. Uno de los grandes problemas actuales es que gran parte de la población sale del mundo real para ingresar al mundo virtual. Por ejemplo, el año pasado en China, un millón de parejas se casó sin nunca haberse encontrado antes personalmente, sólo habían mantenido contacto por Internet. Este mundo virtual ha creado una nueva cultura, donde la vida social ha sido reducida. En Internet es mucho más fácil hacer circular ilusiones, deseos y falsedades, porque no hay un mecanismo de filtro ni control. Por lo mismo, la función del periodista se vuelve insustituible en la sociedad contemporánea.