Entramos a la era Trump/ Cuestiones inéditas -como protestas y represión- en la asunción/ Mesianismo/

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Bajo una pertinaz lluvia y ante un reducido número de seguidores, Donald Trump juramentó en Washington con la mano sobre dos biblias, con lo que se convirtió en el presidente número 45 de Estados Unidos. Prometió hacer que su país determine el curso del mundo, reconstruir la economía y retomar el control de las fronteras.

Miles se manifestaron en varias ciudades de Estados Unidos y de otros países en repudio al multimillonario que  asumió la presidencia. En territorio estadounidense, las principales movilizaciones tuvieron lugar en Los Ángeles, San Francisco, Oakland y Washington  (allí el saldo fue de más de 217 detenidos). También hubo protestas en Londres, Manila, México y Madrid

La ceremonia

David Brooks| Donald Trump, en punto de las 12 horas, y ante la aguda incertidumbre de buena parte del país y del mundo, ocupó Washington como el presidente novato más impopular en la historia moderna, y advirtió que determinará el curso del mundo

Bajo la llovizna de un día gris, ante un público de fanáticos mucho más reducido que en la primera inauguración de su antecesor, Barack Obama (según los primeros cálculos, como un tercio de los que acudieron en 2009), la ceremonia oficial de investidura procedió con Trump rindiendo su juramento con la mano sobre la Biblia que utilizó Abraham Lincoln (la misma que también usó Obama) y ante el jefe de la Suprema Corte, John Roberts. Con ello se coronó como el presidente número 45 de Estados Unidos.

Ofreció un mensaje populista, proteccionista e imperial: denunció a la clase política por promover sus intereses sobre los de los ciudadanos y afirmó: hoy estamos trasladando poder de Washington DC a ustedes, el pueblo. Con ello, proclamó que ahora “impulsamos un gran esfuerzo nacional para reconstruir nuestro país y restaurar su promesa para todo nuestro pueblo. Sentenció: juntos determinaremos el curso de América y el mundo para los años venideros.

América primero, es la consigna, anunció, al prometer que reconstruirá la economía, retomará el control sobre las fronteras y restablecerá el respeto para Estados Unidos en el mundo. Denunció que “por demasiado tiempo, un pequeño grupo en la capital de la nación se ha beneficiado con las recompensas del gobierno, mientras el pueblo ha aguantado el costo… El establishment se protegió a sí mismo, pero no a los ciudadanos de nuestro país… Los hombres y mujeres olvidadas de este país ya no serán olvidados más”.

Después de agradecer al pueblo de Estados Unidos y, por alguna razón, a los pueblos del mundo, hizo énfasis en que este viernes será recordado como el día en que el pueblo volvió a ser el gobernante de esta nación. Dijo que esto es el resultado de un movimiento histórico nunca antes visto por el mundo.

Pintó una visión de un país desindustrializado, un sistema de educación fracasado y devastación en zonas marginales. A partir de ahora esto llega a su fin, prometió. Durante muchas décadas hemos enriquecido a la industria extranjera a costa de la estadunidense y subsidiado los ejércitos de otros países mientras no se financiaba el nacional, hemos defendido las fronteras de otros países al tiempo que rehusamos defender las nuestras. Agregó: La riqueza de nuestra clase media ha sido arrancada de sus hogares y redistribuida por todo el mundo

Advirtió que de hoy en adelante una nueva visión gobernara nuestra tierra. Desde este día será América primero, América primero. Eso será lo que determinará toda decisión. Tanto en temas domésticos como externos todo se hará para beneficiar al trabajador y las familias estadunidenses.

Prometió que la protección llevará a gran prosperidad y fuerza y con ello, recuperaremos nuestros empleos, nuestras fronteras, nuestra riqueza. En el ámbito exterior, dijo que se buscará la amistad y buena fe con todos, y aseguró: “no buscamos imponer nuestra forma de vida a nadie, sino dejarla brillar como ejemplo… Brillaremos para que todos nos sigan”. Y prometió erradicar el terrorismo radical islámico.

Llamó a la unidad, por un patriotismo que implica la no discriminación, ya que la sangre del patriotismo es del mismo color para todos. Afirmó que no debe haber temor, ya que estamos protegidos por las fuerzas armadas y las de seguridad pública, y, más importante, seremos protegidos por Dios. Concluyó que juntos Estados Unidos será una nación fuerte de nuevo, rica de nuevo, orgullosa de nuevo, segura de nuevo y sí, juntos haremos grande otra vez a Estados Unidos.

En la ceremonia, que siempre es curiosa por su mezcla político-religosa, el cardenal de Nueva York Timothy Dolan, el reverendo Samuel Rodríguez, la pastor Paula White-Cain, el rabino Marvin Hier y el ultraconservador antigay reverendo Franklin Graham ofrecieron lecturas bíblicas. El himno nacional fue entonado por la adolescente Jackie Evancho, quien saltó a la fama en el programa America’s Got Talent. También cantó el famoso coro mormón Tabernacle, con la ausencia de por lo menos una de sus integrantes, que rehusó participar afirmando que no cantaría por un fascista.

Hubo poca asistencia de simpatizantes en las ceremonias oficiales en contraste con la presencia multiétnica de 1.8 millones de personas hace ocho años en la inauguración de Obama.El gigantesco parque conocido como el Mall estaba semivacío, con un mar de caras blancas y cachuchas rojas con el lema del presidente Volver a hacer grande a Estado Unidos.

Al concierto previo a la inauguración, la noche del jueves, se calcula que asistieron unas 10 mil personas, mientras al concierto de la primera inauguración de Obama acudieron 400 mil. Todo esto fue un indicador de la falta de apoyo a este mandatario. Las decenas de actos de protesta en varios puntos de la ciudad fueron la expresión más amplia de repudio que se ha registrado contra la llegada de un nuevo presidente en la historia del país.

En la ceremonia destacó la presencia de Hillary Clinton (junto con su esposo, el ex presidente Bill Clinton), pues muchos suponían –hasta el 8 de noviembre– que ella sería la que prestaría juramento. Llegó vestida de blanco, con una sonrisa forzada. Los ex presidentes George W. Bush y Jimmy Carter también asistieron. Todos con el pretexto de que estaban festejando la transición pacífica del poder en nombre de la democracia. Ninguno de ellos deseaba que ganara Trump.

Rodeado de la cúpula política de ambos partidos, cuyos integrantes lo rechazaron e hicieron de todo para evitar su triunfo, recibió sonrisas y buenos deseos. Trump ofendió a casi todos y a sus familias. Aproximadamente un tercio de los diputados demócratas boicoteó el encuentro; más de 60 en total.

El presidente Trump tomó posesión de la Casa Blanca bajo más nubes que las que pintaron el cielo ayer: sospechas de la influencia de la mano rusa en la elección y su triunfo. El New York Times reportó este viernes que agencias de inteligencia están investigando comunicaciones interceptadas en relación con posibles interacciones del gobierno de Vladimir Putin con representantes de Trump.

Ese viernes el magnate se volvió el primer presidente sin previo servicio en el sector público o en las fuerzas armadas, y entre los más ricos. A sus 70 años, es el presidente novato más viejo en asumir el cargo. Al final, el presidente Trump acompañó a Barack Obama al otro lado del Capitolio donde él y su esposa Michelle abordaron el helicóptero presidencial para despedirse del gobierno.
La transición se registró de inmediato, a partir de las 12 horas, el sitio de Internet de la Casa Blanca borró a Obama; la nueva imagen de la página excluyó temas como el ambiental y presentó un nuevo mensaje (ver: whitehouse.gov).

Poco más tarde, después de una comida ofrecida por el Congreso, arrancó el desfile desde el Capitolio a la Casa Blanca a lo largo de la avenida Pensilvania para llevar al presidente a su nueva residencia. En el tramo, las familias de Trump y la del vicepresidente Mike Pence –transportadas en limosinas– se bajaron a caminar durante media cuadra para saludar a algunos simpatizantes y tratar de ignorar a otros, pero en una escena que se repitió todo el día fueron notables las gradas vacías a lo largo de este recorrido. La ruta pasó frente al nuevo hotel de Trump, ubicado a pocas cuadras de la Casa Blanca.

Bandas militares (y algunas escolares) marcharon después de que Trump subió a su palco frente a la Casa Blanca y pasaron revista ante su nuevo comandante en jefe, a pesar de que él evitó el servicio militar durante la guerra de Vietnam.

La noche culminó con la visita del presidente a tres fiestas de gala oficiales (muchas menos de las acostumbradas).

Mientras tanto, el Senado ratificó a los primeros dos integrantes del gabinete: los generales John Mattis, en Defensa, y John Kelly, en Seguridad Interna. Pero esta noche el país –ni el mundo, cuyo curso dice que determinará– no se siente más seguro.

*La Jornada

Cuestiones inéditas en la asunción

Juan Guahán| Hubo varias cuestiones inéditas para la asunción de un Presidente norteamericano. La noche anterior y el mismo día de la asunción hubo grandes manifestaciones en su contra. Nueva York y Washington fueron la sede de las mismas. Esas manifestaciones fueron tan numerosas como las producidas a favor de Trump en el momento de asumir su cargo.

De todas maneras ellas (entre 600 a 800 mil personas) reunieron apenas la mitad de la gente movilizada el día de la asunción de Barack Obama. En la movilización realizada en Nueva York primó un clima hollywoodense, incluida la presencia de renombradas figuras del espectáculo. Allí, dominaba la idea que Trump no debería terminar su mandato de 4 años. En Washington hubo un centenar de detenidos, entre ellos manifestantes a favor de la liberación de la marihuana.

El discurso de Trump no trajo novedades pero ratificó los ejes planteados en la campaña. De ese modo se consolida la idea de su defensa del proteccionismo con un duro golpe, que de allí se deriva, para las políticas globalistas. De este modo se está clausurando una etapa de la política y alianzas internacionales construidas desde 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial.

Su alocución, dirigida casi exclusivamente a cuestiones internas, sí tuvo un poderoso ingrediente refundacional: “Juntos vamos a hacer que Estados Unidos sea un país grande otra vez”, es su consigna preferida. Sobre los inmigrantes dijo: “Hemos defendido a otros países mientras nos negamos a defender nuestras fronteras”. Acerca de su posición respecto a la defensa de los puestos laborales y la industria fue rotundo: “Vamos a seguir dos reglas simples: compren estadounidense y contraten estadounidense”. Durante la campaña había acusado de Hillary Clinton de haber facilitado el terrorismo de los islámicos del ISIS, ahora se comprometió a: “reforzar todas las alianzas contra el terrorismo radical islámico. Lo vamos a erradicar completamente: de la faz de la tierra”.

También dedicó unas palabras para criticar al actual sistema político de su país, lo hizo diciendo: Hoy no sólo transferimos el poder de una administración a otra: lo estamos transfiriendo desde Washington (sede del poder político) y se lo estamos dando a ustedes, el pueblo (…) el 20 de enero de 2017 será recordado como el día en que el pueblo se convirtió en el gobernador de esta nación”.

Firma decreto contra el Obamacare
Trump firmó este viernes un decreto contra el sistema de salud conocido como Obamacare, en cumplimiento de una de las más notables promesas de su campaña electoral. Trump determinó que los órganos y agencias oficiales “tomen todas las acciones acordes con la ley para minimizar la carga económica y regulatoria“ de la ley de salud, de acuerdo con el texto de la decisión distribuido por la Casa Blanca. El objetivo, añade el decreto, es crear un mercado de seguros de salud más libre y más abierto.

En la campaña electoral, Trump afirmó que su gobierno se empeñaría desde el primer día en eliminar el Obamacare. Sin embargo, la dirigencia del Partido Republicano en el Congreso hizo ver al nuevo presidente que la simple abolición de la normativa dejaría a millones de personas sin un seguro de salud, subrayando la necesidad de elaborar una alternativa antes de su derogación. Un tercio de los estadounidenses tienen alguna cobertura médica pública. La mitad de la población dispone de seguros de salud a través de sus empleos o del mercado privado.

Todo este cúmulo de definiciones, junto a las inéditas protestas callejeras y el escaso apoyo que surge de las encuestas hicieron que algunos observadores internacionales reflexionaran sobre esa realidad afirmando: “mucho populismo para tan poca popularidad”.

Mesianismo y pananoia en la avenida Pensilvania

Editorial de La Jornada| La ceremonia de asunción del presidente 45 de Estados Unidos, y en especial su discurso inaugural, dejaron muy en claro la concepción que Donald Trump tiene de sí mismo, de su país y de las relaciones que éste mantiene con las demás naciones del mundo. Esa imagen, de la cual había dado numerosos anticipos a lo largo de su campaña, no resulta precisamente tranquilizadora, al tiempo que sus palabras sonaron como un aviso para quienes, candorosamente, abrigan esperanzas de que las amenazas que lanzó en materia de política, economía y sociedad hayan sido sólo declaraciones electoreras que una vez en funciones no puede o no está dispuesto a cumplir.

El marco que Trump dispuso para su toma de posesión –solemne, aparatosamente grave, de una conservadora austeridad, fecundo en gritos de apoyo, pero huérfano de alegría– estuvo acorde con la retórica nacionalista y el tono profético que utilizaría en su mensaje. De oscuro y triste calificó a ese mensaje el analista político Rick Wilson, que no es un opositor demócrata, como podría pensarse, sino un añejo militante del Partido Republicano, es decir el del presidente. Se trató ciertamente de un discurso oscuro, pero no porque contuviera pasajes incomprensibles, sino por lo que auguraba para el futuro. Y en cuanto a su presunta tristeza, ésta pudo derivar acaso del victimismo que Trump eligió para presentar a un Estados Unidos profundamente inocente, débil, crédulo y perjudicado por la mala fe del mundo entero.

Defendimos la frontera de otros países, mientras nos negamos a defender las nuestras, dijo. Hicimos ricas a otras naciones, mientras la riqueza, fortaleza y confianza de nuestro país desapareció del horizonte, afirmó. Debemos proteger nuestras fronteras de las devastaciones de otros territorios, sostuvo. La riqueza de nuestra clase media fue sacada de sus hogares y luego redistribuida a lo largo del mundo entero, agregó. La perfecta descripción, en suma, de un mundo al revés.

El discurso (al que previamente Trump había definido de filosófico) pintó una realidad distorsionada por la nostalgia del más rancio imperialismo, cuando la potencia estadunidense se presentaba a sí misma como campeona de la democracia, modelo de desarrollo y ejemplo de los valores blancos, anglosajones y protestantes; cuando quienes tenían justamente esas características (y no todos) podían presumir de vivir el sueño americano que ahora buscan inútilmente los miles de dreamers que el nuevo presidente desprecia.

Pero ese carácter irreal, de reaccionario paraíso perdido, fue uno de los atractivos para quienes llevaron a Donald Trump a la avenida Pensilvania número 1600, en Washington, donde se encuentra la sede del gobierno estadunidense. Junto con la promesa de que las personas rectas contarán de ahora en más con …grandes escuelas para sus hijos, barrios seguros para sus familias y buenos trabajos para ellos mismos (una aspiración individual) y de que Estados Unidos comenzará a ganar de nuevo, obtendrá como nunca antes lo ha hecho (una aspiración colectiva), la oferta de una Arcadia venturosa para un pueblo que según Trump está sojuzgado por la maldad ajena le permitió a él ser el iluminado líder del proceso.

No habló de naciones, pero en sus reiteradas alusiones a nuestras fronteras y a las manos y trabajadores estadunidenses es fácil percibir un eco de los amagos e intimidaciones que a lo largo de los meses recientes profirió explícitamente contra México.

Una última observacion: dentro y fuera de Estados Unidos, muchas voces convalidan el proyecto de Trump con el argumento de que el mandatario, en definitiva, se debe a sus votantes y a los intereses de éstos. Sin embargo, una frase de su discurso lleva a pensar que sus políticas apuntan bastante más allá de su electorado: Juntos definiremos el rumbo de Estados Unidos y del mundo en los años que vendrán.