La bipolaridad discursiva/ Periodista de BBC hace un análisis de VTV
Maryclen Stelling|
Idealmente, en nombre de la honradez y la integridad, se aspira a una comunicación orientada a su función de interés público y sustentada en el imperativo ético de informar.
Cuando nos aproximamos y evaluamos la palestra mediática del país nos preguntamos si la producción informativa, al seleccionar temas de actualidad, se orienta al desempeño de su función de interés público. O, si por el contrario, obedece a una perspectiva de interés político-estratégico con miras a incrementar la credibilidad de un determinado discurso y de ciertos actores políticos.
La situación política confrontacional actual ha incrementado la necesidad de creer en la ciudadanía. Necesidad que, de acuerdo a estudiosos del tema, se ha trasladado desde las instituciones que tradicionalmente generaban la capacidad de creer y de hacer creer -en donde reposa el funcionamiento de la autoridad- hacia los medios de información. “Los medios heredan, absorben y recrean las modalidades históricas entre el acto de creer y el objeto de la creencia (…) los medios montan simulacros de credibilidad, mediante la construcción del acontecimiento”.
Nos confrontamos en consecuencia a una larga cadena de mediaciones en el proceso de producción informativo, entre los hechos y lo que finalmente se ofrece al público en carácter de “versión fidedigna” de lo acontecido. De allí la afirmación de que “la noticia no es un hecho, sino más propiamente la narración de un hecho (…) El concepto de noticia no lleva inserto el concepto de verdad”.
Se genera una suerte de “segunda realidad” (suprarealidad o realidad mediática) que se superpone al acontecer que relata y, además, se legitima gracias al discurso mediático, suplantando “sin querer queriendo” el contexto originario de los hechos reseñados. Suerte de acontecer mediático que adquiere una existencia autónoma y ante el cual se comprometen las reacciones de los actores sociales y agentes políticos.
De manera tal que los medios “fuerzan la atención” hacia determinados temas, jerarquizan la importancia de los problemas y orientan la reflexión colectiva hacia determinadas áreas. Reglas de selección que se tornan en reglas de atención. Ello se observa con gran nitidez en el tratamiento bipolar de la salud económica, la gestión petrolera, la confrontación de poderes, el diálogo y la mediación y etcétera.
En Venezuela, con escasas excepciones, el discurso mediático nos ofrece dos realidades o “suprarealidades” provenientes de los dos bandos políticos, Gobierno y oposición. Bipolaridad discursiva que conduce a una suerte de disonancia pragmática autoreferencial que nos “obliga” a transitar por caminos paralelos.
¿Habrá legado el momento de cuestionar tales simulacros de credibilidad? ¿De procurarnos o demandar otro discurso mediático y otra versión de la realidad?
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Anexo:
Periodista de BBC hace un análisis de VTV, el canal estatal de Venezuela
Juan Paullier| La crisis en Venezuela es imposible de esconder. Las colas para conseguir alimentos, la escasez de medicamentos, los cortes de luz, el problema del acceso al agua y la inflación galopante son evidentes. Pero si uno llega al país y mira la televisión estatal la historia parece otra.
En el canal emblema del gobierno, Venezolana de Televisión (VTV), es casi imposible escuchar a alguien admitir que los venezolanos no la están pasando bien. Y en las ocasiones en que lo hacen, los responsables de los diferentes males, de acuerdo al léxico oficialista, son el imperio, la oposición fascista, los empresarios apátridas, el mercado capitalista o el fenómeno de El Niño.
*Eso no es nuevo.
En 2011 y parte de 2012 fui corresponsal de BBC Mundo en Venezuela y ahora volví por unos días a Caracas. En aquel entonces el control remoto de mi televisor era casi un adorno. Aunque debo reconocer que a veces era una práctica tortuosa, estar constantemente pendiente de VTV era una obligación ineludible para cualquier periodista extranjero que quería conocer la visión del gobierno, que -como ahora- era bastante reacio a conceder entrevistas.
Hugo Chávez, excelso orador, dueño de un carisma inigualable y comunicador por antonomasia de la Revolución Bolivariana, gobernaba al aire, en vivo y por VTV. El canal 8 no se podía cambiar. Con esa experiencia a cuestas, en mi estancia reciente me propuse ver cómo el canal está contando lo que ocurre en el país.
Hacerlo, como lo hice durante varios días hace un par de semanas, equivalió a amanecer escuchando hablar de “escasez inducida” y de “guerra no convencional”, pasar la tarde viendo cómo hay una conspiración de la derecha internacional contra el país e irse a dormir con el discurso de que se quiere forzar una intervención extranjera en Venezuela.
*Chávez presente
Una de las cosas que más me llamó la atención es ver cómo Chávez sigue en pantalla. ¿A cuántos convence el mensaje de la televisión estatal venezolana?
Los domingos por la mañana repiten episodios de su programa emblema, Aló, presidente, ese ejercicio semanal de egolatría televisiva que tan bien se le daba a Chávez y lo podía tener ocho horas hablando a cámara entreteniendo a sus seguidores y arruinándole el fin de semana a quienes lo criticaban.
Esta vez me tocó mirar un compendio del 6 de agosto de 2009 donde menciona la Biblia, recuerda a Mao, narra una conversación telefónica con Fidel, dice que la Revolución solucionó la alimentación para el pueblo, hace chistes, habla de arepas, de carne mechada, se frota las manos, mira al cielo y genera risas en el público. Chávez.
El expresidente también aparece en el programa Zurda Konducta, uno de los más ácidos en un canal donde la aspereza, la virulencia y la mordacidad, que vale aclarar no son patrimonio exclusivo del chavismo, son moneda corriente.
Mientras lo miro una noche, los conductores hablan del “asesinato” de Chávez a manos de Estados Unidos y de la estrategia de la oposición y los empresarios para “matar al pueblo de hambre” y forzar una “invasión” extranjera.
*Propaganda
En la semana en que avanzaba el proceso para realizar un referendo revocatorio con el que la oposición intenta sacar a Nicolás Maduro de la Presidencia y cientos de miles salían a las calles para autentificar sus firmas, VTV casi no se dio por aludido, salvo acaso para preguntarle a un par si habían sido testigos de algún incidente.
Que el canal estatal minimice a la oposición y sea el principal vocero, órgano de propaganda y defensor del gobierno no es único de Venezuela, pero acá las cosas parecen haberse llevado al extremo.
“Los venezolanos vamos a impulsar el revocatorio hasta sus últimas consecuencias”. Ya en mi época el discurso de la cadena pasaba por esconder problemas, encontrar culpables, atacar al que piensa distinto y cargar todo de un tinte político-ideológico.
En aquel entonces en el supermercado al que iba era difícil a veces conseguir azúcar, café o papel higiénico. Ahora en ese mismo local vi cientos de personas cada día haciendo cola para comprar comida.
El modelo económico ya daba muestras de agotamiento, las regulaciones a los precios de ciertos productos empezaba a generar desabastecimiento y Chávez le daba pelea al cáncer que le terminaría quitando la vida hace más de tres años.
La situación se agravó. Las distintas facetas de la crisis están en las calles a la vista de todos. Pero el discurso oficial no ha variado. Lo que vi en VTV fue una repetitiva programación al servicio de sostener una lógica maniquea entre un gobierno bueno y una oposición mala. Y la continúa ejecución de una retórica destinada a separar cada vez más el nosotros del ellos.
Así desde el comienzo del día hasta el fin de la jornada van pasando presentadores, comunicadores, analistas, panelistas, funcionarios, y hasta periodistas, dedicados a explicar al pueblo cómo la Revolución Bolivariana avanza en medio de los ataques de la derecha.
*Era así en 2011. Es así en 2016.
Una de las figuras más prominentes del chavismo, Diosdado Cabello, tiene su propio programa (Con el mazo dando), los miércoles en la noche. Cuando lo vi desestimaba al aire los saqueos en Cumaná -a mediados de junio- como algo organizado por la oposición.“Hambre se pasaba aquí en la Cuarta República, ahorita lo que hay es una situación que nuestro pueblo entiende perfectamente”, explicaba.
“No sé dónde vamos a conseguir algo para comer”: La vida en Cumaná, Venezuela, tras dos días de saqueos generalizados
*El presidente de la cadena, Jordán Rodríguez, también tiene su programa (En dos y tres) en el canal que según su eslogan es de “todos los venezolanos”.
Una tarde tildaba de “organización terrorista” al partido político Voluntad Popular, cuyo líder Leopoldo López está encarcelado, y decía que en el país hay un “desabastecimiento programado, planificado e impulsado por los grandes monopolios”.
En VTV no se menciona el hambre, pero sí las medidas que el gobierno toma sin referirse al problema y a los que considera responsables de esa situación que no se nombra ni se termina de admitir.
Por ejemplo, dedican un programa a los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), lanzados en abril y que prometen ser la solución del gobierno a la escasez de alimentos.
Qué son los polémicos CLAP, el sistema paralelo de distribución de alimentos del gobierno de Venezuela
Tres panelistas —funcionarios de distintas dependencias— hablan de sus beneficios y el presentador lanza el hashtag Escasez planificada y pide que la gente lo use. Y luego: imágenes de una vivienda en Caracas, una señora recibe una bolsa con comida de manos de un funcionario, la señora sonríe, agradece, el funcionario besa al niño que la mujer tiene en brazos, la señora sonríe.
Algo que no es común ver en la televisión estatal venezolana: colas de personas para realizar compras.
Ideología
Mirar VTV puede ser cansador porque se ideologiza hasta un álbum de estampas. Una mañana en uno de los programas informativos dedican varios minutos al lanzamiento por parte del gobierno de uno sobre lugares turísticos del país.
“Es una alternativa”, comenta el conductor, “para tantas banalidades que forman parte de la transculturización o de eventos deportivos que no son de nuestro país”.
A cuántos les convence un mensaje de la televisión oficial tan cargado de política e ideología, no lo tengo claro. Sí parece patente que mirando VTV a uno no lo pueden culpar de pensar que está en otro lugar. Una Venezuela donde por televisión la crisis no se ve.
*BBC Mundo, Caracas 08-07-2016