Sigue la cacería sobre Lula
Juan Manuel Karg |
Pasó una semana luego del brusco allanamiento a la vivienda de Lula Da Silva, en el marco de la investigación Lava Jato que lleva adelante el juez Sergio Moro. A esto se le sumó el reciente pedido del Ministerio Público de San Pablo de una detención provisoria del histórico líder del PT, que deberá analizar la justicia.
Algunas primeras conclusiones sobre el momento político que vive Brasil:
a) Lejos de dañarlo, el accionar de Moro y la Policía Federal fortaleció al histórico dirigente petista
No sólo lo reivindicó de cara a sus históricos simpatizantes (el propio PT, los trabajadores de la CUT, los estudiantes de la UNE y los sin tierra del MST) sino que solidificó el apoyo por fuera de las organizaciones sociales, gremiales y políticas. Es decir: amplificó su imagen, la del ex presidente mejor valorado de la historia del país, el que sacó a 28 millones de brasileños de la pobreza y permitió el ascenso a la clase media de 50 millones. La reciente encuesta de Vox Populi muestra el nuevo escenario: seis de cada diez brasileros confían en la inocencia de Lula.
Para amplios sectores de la población en Brasil la desproporción de la actitud de la Policia Federal en torno al allanamiento a su casa y al Instituto Lula no se condice con la vocación de Lula de testimoniar ante la Justicia. El cálculo falló: pretendieron ver herido a quien, con paciencia, resistió a la dictadura, construyó el partido de izquierda más grande del continente y recién desde esa plataforma ganó las elecciones -luego de perder tres presidenciales de forma consecutiva-. De continuar la política de asedio al ex presidente, la inestabilidad será aún mayor.
b) El poder judicial busca avanzar en la inhabilitación de Lula
Esta es la hipótesis del momento en la política brasileña. La propia presidenta Dilma Rousseuff había aludido a que ese era el objetivo final de Lava Jato: que Lula no compita, que no retorne a su hábitat natural, el de las elecciones y Planalto. La cárcel para el petista sería circunstancial, aún si fuese temporaria: lo que la derecha no quiere permitir es que vuelva a mostrar su hegemonía (en caso de que aún la detente, claro) en las urnas. Incluso un hipotético período en prisión podría aumentar su influencia, tal como sucedió con otros líderes populares de la historia de nuestro continente.
La derecha juega con fuego con ambas decisiones: si lo apresa o si no lo deja competir. Ambas opciones dejan lugar a la movilización, a la protesta en las calles. Sin embargo sabe que si no toma cartas en el asunto, también será complicado vencer al paulista, que se mueve cómodamente en la arena mediática-electoral.
c) Los medios brasileños y latinoamericanos también se suman al asedio a Lula
No es algo nuevo en la política brasileña: Globo, Folha y O Estado de Sao Paulo han intentado erosionar la imagen de Lula desde hace décadas.Incluso la revista Veja, en el año 1979, mencionó en tapa la supuesta “caída de Lula”, cuando este encabezaba huelgas en San Pablo. 37 años después, la caída no sólo no se verificó: Lula fue dos veces presidente y entró a la historia brasileña por la puerta grande, más allá de las convulsiones económicas que ahora transita el gigante sudamericano durante el segundo mandato de Dilma, derivado en gran parte de la compleja situación económica mundial.
Acá hay una particularidad que amerita ser destacada: buena parte de los medios de la región, que ahora editorializan fuertemente contra los dirigentes del PT, eran los mismos que no se medían en elogios para con Lula y su política económica cuando este era presidente. Destacaban, en aquel entonces, el roce internacional del ex mandatario, el éxito en sus políticas redistributivas, el control sobre la inflación y otras variables que explicaban, desde su perspectiva, el éxito de la “izquierda lulista” -buscando asimismo diferenciarla de los gobiernos de Venezuela y Argentina, junto a quienes Lula había logrado frenar el ALCA en 2005-. Ahora, paradójicamente, son estos mismos medios los que editorializan una y otra vez contra el paulista
d) La derecha volverá a la carga contra Dilma, buscando su salida anticipada de Brasilia
El PSDB, principal partido opositor en Brasil, tiene en claro dos cuestiones: a) El impeachment dejaría a Temer a las puertas del nuevo gobierno,aún cuando para este sería compleja la situación en relación a conformar un gobierno sólido; b) La única vía para habilitar elecciones anticipadas sería la anulación de las elecciones de 2014, a raíz de la investigación sobre financiamiento irregular en la misma.
Por ello apuntará su estrategia a la segunda opción, intentando desgastar a Dilma en las calles, tal como sucedió en 2015. La inhabilitación de Lula podría ser la vía para dejarlo fuera de carrera para 2018 o antes -en caso que se activara la anulación referida anteriormente-.
La reciente condena al empresario Marcelo Odebrecht, con ejemplificadores 19 años, parece ser más bien un aleccionamiento de parte de la justicia brasileña al conjunto de los implicados en Lava Jato, visto y considerando que la delación es premiada. El poder judicial brasilero busca amedrentar al resto con esta decisión, intentando que, a como de lugar, señalen a alguien con más peso en la investigación.
Sin embargo, sobre Lula el escenario es más complejo: El propio PSDB sabe que un “linchamiento mediático”, tal como lo calificara el Secretario General de Unasur, Ernesto Samper, podría engrandecer aún más la imagen del dirigente. ¿Hasta qué punto se animarán? ¿Se hará efectivo el pedido de prisión preventiva sobre Lula? ¿Cuán fuerte jugarán las fuerzas conservadoras de Brasil? Las próximas semanas parecen decisivas para dilucidar esa inquietud, que puede definir la política brasileña de los años venideros.
*Politólogo UBA / Analista internacional
Fuente: http://www.diariobae.com/notas/114679-sigue-la-caceria-sobre-lula.html