¿Con qué medidas y con qué gobierno salir de la crisis?

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Equipo Operativo Nacional Marea Socialista

Con los ojos puestos en las elecciones legislativas del 6/D el gobierno parece no percibir la magnitud explosiva de la crisis. Enredado en su propia propaganda pierde apoyo real, impulsa el descontento y la desmoralización entre la población y confunde y desconcierta a su propia base social. Frente a la evidente falta de resultados de la política económica que aplica, apela a la descalificación hacia los que, del lado del Proceso, proponemos soluciones alternativas y en esta descalificación llega a niveles de persecución, proscripción y retaliación política.

Sólo como muestra de la crisis daremos algunos números. Según datos no oficiales del BCV, la inflación acumulada anual a setiembre de 2015 alcanzó a 130%. Por lo que la proyección para diciembre de este año, por aceleración del fenómeno, se ubicaría entre el 180 y el 220% anual, la más alta desde que existen registros en el país. Este dato confirma que estamos pisando o ya hemos cruzado, la línea de ingreso a la hiperinflación.

El cóctel se aliña con la no recuperación de los precios del petróleo.  Según el pronóstico del gobierno nacional, el precio promedio anual del barril se ubicará en 2015 alrededor de los 40$. Y no hay especialista en el tema que prediga un aumento significativo para el año próximo.

Por si faltara algo, el picante de la mezcla lo ponen los vencimientos de la deuda exterior. Según los analistas más moderados esa erogación llegaría para el año 2016 a un piso 16.000 millones de dólares. (Esto independientemente del rumor que señala que el país habría recomprado un 25% de su deuda)

Dos años de errores continuados. A pesar de los alertas tempranos que se emitieron desde distintos sectores de militantes del Proceso, entre los que se encuentra Marea Socialista, el gobierno profundizó en un rumbo equivocado. El termómetro de este camino es la manera errática y que raya en la desidia sobre el manejo del sistema cambiario y las divisas del país. Pero no la única. Advertidos, los principales responsables económicos, de un mal que cruza el patrón de acumulación desde el control de cambio, pero que se ha extendido y profundizado en el último tiempo: miran hacia otro lado para evitar asumir el flagelo de la corrupción y su acompañante la impunidad. No se actuó para detener el desfalco continuado a la nación y la brutal especulación financiera que surge de esos mecanismos. Es decir, que por acción u omisión se han hecho corresponsables de un desfalco continuado y que no es posible quitarlo de entre las causas de la actual crisis.

De la misma manera no se abordó seriamente la revisión del sistema de recaudación fiscal, que se ha convertido en uno de los más regresivos del continente. Igual que no se revisó el sistema de subsidios para hacerlos más eficientes. Se mantiene en la sombras el manejo de las divisas al no haberse implementado, a pesar de ser anunciado, el presupuesto en dólares. Se ha comenzado un proceso de descapitalización del país para conseguir liquidez momentánea y cumplir con una deuda exterior que hoy es impagable, y sigue una larga lista de errores y calamidades provocadas.

El emplazamiento para una rectificación del rumbo no ha sido escuchado. Los funcionarios encargados han profundizado la situación que debían haber resuelto, el fracaso en las políticas se hace evidente para el pueblo que vive de su trabajo y el malestar crece al tiempo que se mantienen y desarrollan las manifestaciones más dramáticas de la crisis provocadas por la escasez, la carestía y la paralización del aparato productivo.

El fracaso de Merentes, Marco Torres y el conjunto del equipo económico es un hecho evidente, lamentablemente apañado por el presidente Maduro. Tuvieron dos años y no lograron, al menos, frenar el ritmo del crecimiento inflacionario, detener el desabastecimiento ni evitar la evaporación del salario. Nosotros señalábamos este peligro ya en septiembre de 2013 en un trabajo titulado “Merentes a contravía de Chávez”. Hacíamos allí propuestas de emergencia que fueron desoídas (insistimos en estos dos años en varias oportunidades con la misma suerte).

Por otra parte, como integrantes de la Plataforma para la Auditoría Pública y Ciudadana,  enfocada hacia la necesidad de detener la fuga de capitales y la corrupción, entregamos documentos e investigaciones al Ministerio Público, a la Contraloría General de la República y al Consejo Moral Republicano del Poder Ciudadano, conscientes de que la acción oportuna contra la corrupción hubiese permitido evitar la pérdida de inmensos recursos e incluso intentar recuperar al menos parte de los fondos fugados.

A dos años de aquella alerta temprana creemos que la crisis se ha convertido en desquicio, y que no hay medidas que, por sí mismas, puedan estabilizar la situación si no se produce un cambio político marcado a fuego por la orientación económica antiimperialista y anticapitalista que adquirió el Proceso Bolivariano.

El fracaso es notable también en el terreno del abastecimiento de alimentos, medicinas imprescindibles y otros productos básicos para la población, es decir, todo el equipo de gobierno relacionado con estas áreas está cuestionado.

Ya no solo hay que tomar medidas largamente demoradas sino que hay que buscar un equipo político y económico que recupere el rumbo marcado en el Golpe de Timón de independencia y soberanía y consulte al pueblo en clave constituyente. 

Sólo la combinación de cambio político y medidas que apunten en el sentido de defender el salario, el trabajo, la soberanía económica del país, y enfrentar la gran corrupción, pueden detener este camino que conduce a un desastre todavía mayor para el pueblo trabajador.

El presidente Maduro tiene una oportunidad que debe aprovechar. No necesita esperar a las elecciones del 6 de diciembre, está habilitado y con una Asamblea en funciones. Debe dar una señal potente, contundente, con la participación protagónica del pueblo y sin el actual equipo que lo acompaña. 

El tiempo se agota al ritmo del crecimiento de los precios y del desabastecimiento. El proceso de descontento y mal humor que se está dando entre el pueblo trabajador es simétrico en profundidad y velocidad al desgaste de su popularidad.

El presidente debe, autocríticamente, desprenderse del equipo fracasado y sospechado y aceptar cambiarlo por hombres y mujeres que todavía hoy nuestro pueblo reconoce como la gente de Chávez. Debe convocar a nuestro pueblo y a todas sus expresiones orgánicas, para llevar adelante la discusión y aprobación de las medidas de emergencia y de los cambios urgentes que se requieren. Porque, para frenar la crisis hace falta, además de medidas contundentes en el sentido anticapitalista, otro equipo de gobierno.