Se votó en Cataluña y Grecia y las urnas dijeron algo

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 Juan Guahán-Question latinoamérica

En las últimas semanas se votó en Grecia y Cataluña. Fueron dos significativas elecciones. Su valor no es tanto por el peso numérico de sus participantes sino por lo que tienen de simbólico. Ellas nos dicen bastantes cosas sobre lo que está ocurriendo en Europa y en otras tierras y también hablan de un futuro no lejano.

 Grecia

Desde hace algunos años Grecia viene bamboleándose. El gobierno de los partidos tradicionales, de centro derecha y social demócratas, dejaron al país endeudado y sumido en una terrible miseria. La “troika”, que es el gobierno real de Europa (FMI, Banco Central de Europa y la Unión Europea), en coincidencia con los gobiernos de Alemania y Francia, ponía condiciones leoninas para prestar el dinero que le permitiera a Grecia, no caer en default y seguir en el área del euro. En ese marco en enero de este año hubo elecciones y triunfó Syriza, una fuerza de izquierda, (36% de los votos) liderada por Alexis Tsipras. alexis-tsipras

Las negociaciones entre la troika y el nuevo gobierno no resolvían el problema, no había acuerdo. A mediados del año, ante una dura propuesta de la “troika”, el gobierno griego –de izquierda-decidió una jugada audaz: someter el acuerdo a un referéndum.

Se votó en julio y más del 61% dijo NO. La “troika”, que advirtió a los griegos sobre su molestia con ese referéndum, bramó de bronca. En gran parte de Europa había miedo por el futuro de la Unión Europea y del euro. Pero 48 horas después del referéndum sucedió algo inesperado. Tsipras, líder de la izquierda gobernante, se rindió. Fue a una reunión con la “troika” con una propuesta propia aún más humillante que la que los acreedores le habían planteado y a la que el referéndum dijo NO. La “troika” firmó feliz y vino la plata salvadora de Grecia, el euro y la Unión Europea. Conmoción dentro de Grecia, 25 diputados oficialistas dejaron sin quórum al Partido gobernante, dos ministros se fueron. Tsipras, demostrando que es un “brillante y hábil político de estos tiempos” también renunció. Hubo que llamar a nuevas elecciones. Los disidentes armaron su propio partido y en la nueva elección Tsipras volvió a ganar con apenas 4 puntos menos que en la anterior, en una elección donde votó el 56% del padrón, un 7% menos que en la anterior. Los disidentes no llegaron al 3% y quedaron fuera del parlamento.

El resultado es ilustrativa paradoja. La dignidad del pueblo griego votó por el NO someterse a los designios del poder financiero internacional, con el 61% de los votos. Cuando su dirigencia dio marcha atrás el pueblo se “acomodó” a la nueva situación y decidió “salvar la ropa” votando al que supone menos los va a hacer sufrir.

Cataluñaesp catalunya

El domingo pasado se votó en Cataluña. Las elecciones eran para elegir autoridades legislativas y ejecutivas locales pero tenían un fuerte condimento, se trata de la voluntad de independencia que atraviesa a la política e instituciones catalanas. Conviene mirar los resultados a la luz de ese conflicto con el Reino de España, del cual -hasta ahora- forma parte. De hecho, los sectores independentistas las venían planteando como una especie de referéndum, sin definir si la mayoría se refería a legisladores o votos.

Los resultados indican que los partidos que abogan por la independencia reunieron 72 legisladores, sobre un total de 135, pero si lo medimos en votos alcanzaron el 48%. A partir de esos datos el partido mayoritario, cabeza visible del empresariado catalán, que reunió el 39% de los votos, entiende que debería avanzar en una declaración unilateral de soberanía. Su aliado, en la propuesta de independencia es una fuerza de izquierda radicalizada que reunió 9% de los votos y considera que la elección obtenida no alcanza para seguir con una declaración unilateral.

Si las elecciones son observadas desde la tradicional mirada de derecha e izquierda, las fuerzas triunfantes corresponde a sectores conservadores que habrían logrado 66 legisladores contra 55 de sectores de izquierda y 13 de grupos ideológicamente independientes.

Desde el gobierno de Madrid han profundizado las medidas contra quienes defienden la soberanía de Cataluña. Han denunciando a la Justicia al máximo dirigente de esa política soberanista e –incluso- plantean dar marcha atrás en aspectos de autonomía ya reconocidos a Cataluña.

Lo cierto es que esta cuestión y la votación de Cataluña han puesto en vilo a gran parte de Europa. Alemania y la mayor parte de los funcionarios de la Unión Europea le recuerdan a los catalanes que en caso de plantear la independencia dejarán de formar parte de ese agrupamiento.

Es bueno tener presente que Cataluña es la región más rica del actual Reino de España y representa el 18,8% del PBI español. Por eso no debe extrañar el interés del empresariado catalán en no seguir aportando recursos a la España más pobre. A este argumento económico se le agregan otros de tipo lingüístico, histórico y político.

Lo cierto es que frente a esta Europa de los Estados parece emerger otra Europa de los Pueblos.