En Venezuela parece renacer la conveniente convivencia

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Aram Aharonian – Question Digital

Hay buenas noticias en Venezuela: habrá elecciones legislativas el 6 de diciembre y el clima de total intolerancia parece dar paso a una convivencia conveniente para chavistas y opositores. Hoy, sin abandonar la lucha política y mucho menos la electoral, el enemigo a quien había que destruir, destrozar, parece haberse convertido en un adversario con quien competir, articular, incluso acordar.

Se han sucedido situaciones externas e internas –más allá de la permanente guerra de micrófonos- que pueden haber sorprendido, como la coincidencia de oficialistas y opositores en la Asamblea Nacional para aprobar por unanimidad un acuerdo en defensa del Esequibo venezolano, y el llamado de la belicosa central empresarial Fedecámaras a emprender el diálogo con el Gobierno, tras plantear “tres consensos que permitan trazar un horizonte productivo para el país”.
Finalmente, los partidos y organizaciones opositoras aglutinadas en la Mesa de Unidad Democrática (MUD), unos 30 sellos, decidieron ir a los comicios legislativos “con una tarjeta única” de candidatos. El acuerdo puso fin –por ahora- a diferencias internas admitidas por dirigentes opositores, entre ellos el dos veces candidato presidencial Henrique Capriles, quien advirtió que “sin tarjeta única” se pondría en riesgo “la adhesión mayoritaria”.

Pero todo indica una crisis de liderazgo en la “unitaria” fuerza antichavista. Una encuesta de Hinterlaces (al 11 de julio último) señala que el 85% de los consultados opina que hace falta gente nueva para dirigir a la oposición, 77% que está muy dividida, 52% opina que no tiene un proyecto de país, 61% que es dirigida por viejos políticos, 67% que tiene votos por descontento pero no tiene respaldo popular.

Y nuevamente desde la oposición se habla de fraude, antes siquiera de comenzar la campaña electoral. Como desde hace más de una década. El exfuncionario de la OEA, Rubén Perina, señaló a medios extranjeros que en caso de que transcurran las semanas y el Consejo Nacional Electoral no envíe la invitación formal a la OEA, o niegue su participación, el Secretario General debería proponer (invocando el artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana) realizar una apreciación colectiva de la crítica situación política venezolana”.

Desde ya la prensa cartelizada quiere imponer el imaginario en el continente de que existe el peligro de una alteración del orden democrático, en términos de un fraude electoral. La respuesta la dio el propio Presidente, quien consideró que la OEA “no sirve para nada”, es “un traste viejo y caducado”, que ha aprobado invasiones y golpes de Estado durante 67 años. Y cuestionó si el nuevo secretario general, el uruguayo Luis Almagro va a trabajar para América Latina o para EEUU. “Cuántas misiones de salud tienen (…) o van a seguir con su burocracia intervencionista”, apuntó.

No está previsto, obviamente, la participación de OEA. Quizá sea invitada a presenciar los comicios. Pero Unasur, previendo estas “operaciones”, está preparando la misión electoral a Venezuela, con el apoyo de todos los países de la región, sin necesidad del monitoreo y la previsible manipulación que pueden hacer, entre otros, Estados Unidos y Canadá.

Ay, la economía y la seguridad

El que sorprendió con una frase dura fue el gobernador de Anzoátegui y dirigente del PSUV, Aristóbulo Istúriz: Si se elimina el control de cambio “tumban al Gobierno”, creando el imaginario colectivo de que no hay decisión de modificar la actual política cambiaria, que la verdad es que no ha servido para impulsar la producción ni para evitar la fuga de divisas. Y la derecha y los medios de comunicación hegemónicos siguen con sus exigencias: liberalización cambiaria o dolarización.
Esta carencia de un valor real de los productos (en base a que la brecha entre el dólar oficial y el paralelo es de dos ceros) y la inflación han logrado que disminuya el poder adquisitivo real.
Hay quienes insisten en que tiene que pensarse con seriedad en una transferencia directa, por medio de una tarjeta o un ticket de alimentación y medicinas sobre todos para los más pobres, que no pueden aumentar sus ingresos como los comerciantes.

El 13 de julio, el gobierno activó la Operación de Liberación y Protección del Pueblo (OLP), para resguardar la seguridad, frente a las crecientes acciones del paramilitarimo (importado de Colombia y asentado hasta en las grandes ciudades venezolanas), con la finalidad de quebrantar la estabilidad y la paz en el país. El presidente Nicolás Maduro informó que solo en el estado Miranda, se recuperaron 905 armas, 14 armas largas presuntamente manejadas por francotiradores expertos, 32 vehículos robados recientemente y 200 apartamentos que permanecían secuestrados por grupos paramilitares.

Y un ingrediente más, Maduro aseguró que el gobernador de ese estado, Capriles Radonski, está vinculado con el paramilitarismo y líderes colombianos. “La ultra derecha colombiana ha llenado a Venezuela de droga y caos para ponerle las garras”, aseveró.

Divisionismo contra integración

Cada vez que avanzan las posibilidades de integración, de cambio y de separación progresiva del imperio, surgen en América latina conflictos fronterizos, heredados de la colonia, generalmente.
En Venezuela, hasta hace poco, la oposición le pedía al gobierno que se ocupara del tema del territorio Esequibo. Y ahora que el gobierno ha decidido hacerlo, algunos opositores se pusieron del lado del gobierno guyanés y en defensa de la trasnacional ExxonMóbil. Pero lo importante es que todos los parlamentarios –chavistas, antichavistas- votaron juntos en la Asamblea Nacional.
Las colisiones por razones fronterizas hay que ubicarlas en su contexto y en el cuadro político más amplio, interno y externo, en que tienen lugar.

De tanto en tanto, la República Cooperativa de Guyana pretende discutir sobre el Esequibo o explotar sus riquezas. Entonces, esa no puede ser la causa de las recientes tensiones. Lo nuevo es que el gobierno de Guyana se descarriló de la vía diplomática y jurídica –hay acuerdo internacional para transitar por esta vía- y haya pasado a realizar acciones unilaterales por vías de hecho, como la instalación de una plataforma de exploración petrolera en contubernio con la transnacional Exxon y sus asociados.

Es una liza en la que no resulta extraña la presencia de Exxon, como tampoco que el representante diplomático de Estados Unidos en Georgetown haya declarado como garante del resguardo de la embarcación de esa empresa. Estrategias y oficinas se entrecruzan.

Estas circunstancias, añadidas a las divisiones en Venezuela, explican –para el polítologo Leopoldo Puchi- que Guyana haya pasado del diferendo diplomático a los hechos violentando el acuerdo de Ginebra y haya iniciado la exploración en las aguas en disputa, con la concurrencia de una empresa trasnacional y la amenaza del brazo armado del imperio.

La división de los débiles siempre fue la fortaleza de los poderosos.