Aumenta la temperatura por Malvinas

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JUAN GUAHÁN| No están muy claras las razones por las cuales la “cuestión Malvinas” ha recuperado protagonismo mundial. Puede tener cierta vinculación con lo que está pasando al interior de la Gran Bretaña y la propia evolución de la situación argentina. Sin embargo esas razones no parecen constituir una explicación suficiente.Question Latinoamérica

También se ha mencionado, sin que se pueda considerar como el único motivo, el tema petrolero. Es posible que hayan actuado como detonantes las posiciones solidarias adoptadas por CELAC (América Latina y Caribe) y UNASUR (América del Sur), junto a la decisión de los países del MERCOSUR al negar el uso de sus puertos a embarcaciones con la ilegal bandera kelper.
Sean cuales fueran las razones, lo cierto es que, a 30 años de la gesta malvinense, el tema ha cobrado un vuelo inusitado que -en esta semana- no ha perdido altura.

A la cínica afirmación de David  Cameron (Primer Ministro Inglés) calificando a nuestro país como “colonialista” le siguió una ristra de naturales y lógicas respuestas que pueden sintetizarse diciendo que “el ladrón imagina que todos son de su condición”. Entre los hechos más recientes se pueden destacar la posición de los Estados Unidos, la declaración de los países que forman parte del Caricom, reflexiones del Director del Buenos Aires Herald y el discurso de la Presidenta al reasumir su cargo.

La ambigua posición de la diplomacia norteamericana, pudiéndose interpretar como genéricamente favorable a nuestro país, se puede resumir en 3 puntos: En materia de soberanía, reconocen la existencia de un diferendo y no toman partido; a estos fines reclaman un diálogo entre las partes y reconocen que “de hecho” las Malvinas están bajo gestión inglesa.

Donde la diplomacia inglesa ha logrado un poroto a su favor es con la Declaración de los gobernantes de las islas del Caribe, integrantes del CARICOM. Los 16 países caribeños firmaron un documento junto al Canciller británico en el que “apoyan el principio y el derecho a la autodeterminación de los pueblos, incluyendo los habitantes de las Islas Malvinas”. Este éxito británico se realza por el hecho que todos ellos forman parte del CELAC y algunos del ALBA (integrado por Venezuela, Cuba, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y algunos países caribeños) agrupamientos solidarios con la posición de diálogo sostenida por Argentina.

James Neilson, Director del Buenos Aires Herald (diario en lengua inglesa publicado en Buenos Aires) hizo –en su edición del lunes pasado- algunas consideraciones que son claves para saber quiénes somos. Criticando la posición de considerar “colonialista” a Inglaterra sostiene que kelpers (cachiyuyeros, en lengua castellana) y argentinos somos “colonos blancos” hijos de la “expansión europea”. Desde ese punto de vista seríamos iguales a los malvinenses, sin derecho a soberanía nacional o con tanto derecho como ellos.

Esa visión se vincula con la perspectiva mitrista y sarmientina de nuestro país, de la que participa una parte de nuestra población. Por suerte no es así y esa opinión cipaya no es mayoritaria. Al no haber puesto límites al cruzamiento, se produjeron muchos mestizajes que dieron origen y fundamento a la actual cultura criolla. Ésta tiene sus raíces en la inmigración europea, los esclavos negros traídos del África y las culturas nativas preexistentes. De esa práctica y la historia malvinense nacen nuestros derechos sobre esas Islas.

Cristina al reasumir recolocó el tema “Malvinas” desde la óptica que le interesa desarrollarlo, tratando de poner “paños fríos” a este recalentamiento. Además de ratificar nuestra soberanía y criticar las palabras de Cameron dejó en claro que nuestros derechos los reivindicaremos “con mucha rigurosidad jurídica y diplomática”.

Esa frase, que descarta toda acción militar, se complementa con la idea de tomar distancia con los hechos del 2 de abril de 1982 sosteniendo que “no fue una decisión del pueblo argentino, sino de un gobierno despótico”. Esto se completa con la decisión de hacer público el “Informe Rattenbach” (apellido del General que lo redactó), donde se critica muy duramente el intento de “recuperar militarmente las Islas”. Este planteo, que sectores kirchneristas de la denominada “izquierda nacional” critican por parecerse a políticas “desmalvinizadoras”, tiene como contrapartida el “aviso” que le dio Cristina al gobierno británico, en el sentido que “consulte” a los empresarios ingleses sobre sus inversiones en el país.

Agenda política y reforma constitucional

Al reasumir Cristina -tras su licencia por operación de tiroides- echó una mirada a las políticas en marcha, sus protagonistas y perspectivas. Paralelamente, desde “el riñón del gobierno” y bajo el impulso de “la Cámpora” se ratifica la idea de “ir por todo”.

Bajo la consigna que la “sintonía fina” significa “acabar con las avivadas” hizo un repaso de algunos cambios políticos respecto a los años anteriores. Señaló que la reducción de subsidios a quienes prestan servicios públicos y el fin de la tolerancia al incumplimiento de la ley por parte de empresas petroleras son para terminar con algunas de estas “avivadas”. Con ellas estos grupos empresariales tuvieron “ganancias” excepcionales. Es obvio que ello se produjo con conocimiento del gobierno que lo fomentó o toleró para aumentar la producción, el empleo y la capacidad de consumo de la población. Cristina al mismo tiempo que extendió su crítica a sectores gremiales manifestó que  “usará todo el poder legal para sostener el modelo”.

La Presidenta, utilizó los 43 minutos que duró su discurso, para –además de la ya dicho- respaldar a Guillermo Moreno y Ricardo Etchegaray; agradecer por las muestras de afecto durante su reciente operación; fustigar a las organizaciones ambientalistas por no denunciar la depredación de recursos pesqueros y los riesgos ambientales por la exploración petrolera en la zona patagónica (lo que fue desmentido por varias de ellas); admitir la existencia de una crisis energética, que atribuyó a la falta de inversiones empresariales; anunciar una reducción de la desocupación.

Otro hecho de singular significación tuvo como escenario Mar del Plata. Por inspiración de “la Cámpora”, Amado Boudou convocó a una reunión con funcionarios, legisladores e Intendentes de la Provincia de Buenos Aires. Dicha reunión contó con la presencia de Gabriel Mariotto, a cargo de la gobernación, por ausencia de Daniel Scioli. Allí Boudou se despachó con la necesidad de debatir –ya- la reforma de la Constitución, aclarando que no se trata de la reelección de Cristina.

No obstante ello otros participantes sí tradujeron en palabras esa perspectiva. La diputada Diana Conti hizo saber – hace un tiempo- su esperanza de una “Cristina Eterna”. Mucho más moderada, aunque más seria y viable, es la propuesta de Eugenio Raúl Zaffaroni -miembro de la Suprema Corte de Justicia- quien propone un régimen parlamentarista en lugar del actual presidencialismo. Con esa modificación Cristina podría seguir gobernando sin necesidad que se plantee el tema de la re-re reelección.

Estos temas: Reforma Constitucional y continuidad de Cristina, son cuestiones que, de aquí en más, serán parte cotidiana de los debates políticos.