Obama: el objetivo es “empoderar” a los cubanos
David Brooks – La Jornada
Cuando el presidente Barack Obama declaró a principios de este mes que las relaciones diplomáticas entre Washington y La Habana se restablecerán abriendo un nuevo capítulo que pondrá fin a la ruptura ordenada por el presidente Dwight D. Eisenhower en 1961, no aclaró si esto representa un nuevo texto o sólo parte de la misma historia de más de cinco décadas de políticas para promover un cambio de régimen en Cuba.
La reapertura de las embajadas –la cubana en Washington está programada para el 20 de julio y el secretario de Estado John Kerry viajará en algún momento de este verano para presidir la apertura de la embajada estadunidense en La Habana– oficialmente cumple con lo prometido por los presidentes Raúl Castro y Barack Obama cuando sorprendieron al mundo el 17 de diciembre del año pasado –después de unos 18 meses de negociaciones secretas en las que tuvo un papel clave el papa Francisco–al anunciar su intención de normalizar las relaciones diplomáticas entre sus dos países.
No tenemos que estar encarcelados por el pasado, declaró Obama el primero de julio al anunciar el acuerdo para restablecer las relaciones diplomáticas. Antes, en diciembre, Obama afirmó que estos 50 años han demostrado que el aislamiento no ha funcionado. Subrayó que no creo que podamos seguir haciendo la misma cosa por más de cinco décadas y esperar un resultado diferente.
Pero no queda claro si el resultado esperado por Washington es el mismo de hace más de 50 años. El gobierno de Obama ha declarado, a veces de manera simultánea, que Estados Unidos no está buscando un cambio de régimen y, a la vez, que está dedicado a promover el cambio político y económico dentro de Cuba.
En una conferencia de prensa en abril en Panamá en el contexto de la Cumbre de las Américas y poco después de haber extendido su mano a Raúl Castro, Obama declaró: No estamos en el negocio de cambio de régimen. Estamos en el negocio de asegurar que el pueblo cubano tenga libertad y la capacidad de participar y dar forma a su propio destino y sus propias vidas.
Al anunciar el giro de su política en diciembre, Obama argumentó que las políticas de las últimas cinco décadas fracasaron en lograr nuestro objetivo de empoderar a los cubanos para construir un país abierto y democrático. Agregó que a pesar de que esta política se basó en la mejor de las intenciones, su efecto ha sido prácticamente nulo: en la actualidad Cuba está gobernada por los hermanos Castro y el Partido Comunista, que llegaron al poder hace medio siglo.
Así, aunque dio un paso que sus 10 antecesores en la Casa Blanca no deseaban o no se atrevían a hacer, desde diciembre hasta la fecha casi toda declaración oficial, todo comunicado y justificación, continúa afirmando que el propósito es promover el cambio dentro de Cuba.
Obama, en diciembre, aseguró que tiene muy presente las barreras a la libertad que permanecen para los cubanos ordinarios y afirmó que Estados Unidos cree que ningún cubano debería enfrentar hostigamiento, arresto o golpizas sólo porque están ejerciendo un derecho universal de hacer que sus voces sean escuchadas, y continuaremos apoyando a la sociedad civil allá. O sea, el enfoque de la política estadunidense continuará buscando apoyar, con millones de dólares, a cubanos opositores a través de diversas ONG (ver, por ejemplo: http://www.ned.org/where-we-work/latin-america-and-caribbean/cuba ).
Obama concluyó: “No espero que los cambios que estoy anunciando hoy lleven a cabo una transformación de la sociedad cubana de la noche al día. Pero estoy convencido de que a través de una política de acercamiento, podremos defender más efectivamente nuestros valores y ayudar al pueblo cubano a ayudarse a sí mismo mientras proceden al siglo XXI… Estamos llamando a Cuba a que libere el potencial de 11 millones de cubanos al poner fin a restricciones innecesarias sobre sus actividades políticas, sociales y económicas”.
Por ahora, esta normalización será llevada a cabo exclusivamente en el área diplomática mientras se mantiene no sólo una política de guerra en el ámbito económico con la continuación del bloqueo, sino políticas y programas diseñados para intervenir en la política interna de Cuba.
De hecho, como señalan varios analistas, no se ha ordenado un cambio en los programas de asistencia de la Agencia Estadunidense para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) y otras agencias cuya justificación oficial es la promoción del cambio dentro de la isla y que a lo largo de los últimos años, incluso bajo este mismo gobierno de Obama, han violado las leyes cubanas al intentar establecer vías de comunicación no autorizadas, financiar a grupos disidentes, promover hasta un tuiter cubano y más.
En mayo, altos funcionarios del Departamento de Estado comentaron a medios que en el transcurso de las negociaciones para reabrir las embajadas, los cubanos presentaron otros temas, incluyendo el levantamiento del embargo, el asunto de Guantánamo y los programas de democracia. No todos se han abordado, añadieron, pero no es secreto para nadie que al gobierno cubano no le gustan los programas de [promoción] de democracia que hemos tenido. Hemos dicho que continuaremos solicitando fondos para los programas de democracia, pero también creemos que esto [la nueva estrategia] es una forma de apoyar directamente y más efectivamente al pueblo cubano que lo que hemos hecho en el pasado.
En la explicación oficial de la nueva política en su portal, la Casa Blanca afirma:
Estas acciones incluirán un apoyo fuerte y continuo para que haya mejores condiciones de derechos humanos y reformas democráticas en Cuba. La promoción de la democracia que apoya los derechos humanos universales al empoderar a la sociedad civil y el derecho de las personas de hablar libremente, reunirse y asociarse de manera pacífica y al apoyar la capacidad de la gente para determinar su futuro de forma libre. Los esfuerzos de EU se enfocan en promocionar la independencia de los cubanos para que no tengan que depender del Estado cubano.
Algunos analistas han recordado que esta política recién anunciada por el gobierno estadunidense no es tan novedosa, ya que en los 90, el presidente Bill Clinton junto con algunos legisladores buscaban promover algo llamado Track II, o Segunda Vía, en lo cual el propósito era ampliar el apoyo estadunidense de agrupaciones antigubernamentales en la isla, llamadas sociedad civil, para fomentar el cambio democrático.
Aún está por verse si el nuevo capítulo implica un cambio real o sólo es una nueva edición de la misma historia.