Rivas Alvarado: Integración también es soberanía
Miradas al Sur
Representantes de entidades empresariales y laborales de la Argentina, hicieron llegar -en un acto celebrado el lunes 20 de abril en el local del sindicato de docentes en Buenos Aires- su plena solidaridad y compromiso de firme apoyo a Venezuela ante la indignante orden ejecutiva de Washington, declarando a este país como “amenaza a la seguridad nacional de EE.UU”. Miradas al Sur entrevistó al Dr. José Félix Rivas Alvarado, embajador venezolano ante Mercosur y Aladi.
-Se habla mucho de independencia y de soberanía
-Independencia y soberanía van de la mano con desarrollo nacional e integración. Este es un acto promovido y organizado por actores que decidieron unir voluntades para reafirmar estas dos palabras fundamentales, que la arremetida neoliberal de finales de siglo había querido convertirlas en fósiles, en referencias vaciadas de contenidos.
Toda agresión e injerencia contra la independencia y la soberanía de nuestras naciones no debe desvincularse de una estrategia para continuar imponiendo esa terrible negación histórica al derecho que nuestros pueblos sean los que conduzcan sus políticas económicas, sus políticas productivas. No se puede defender el derecho a la autodeterminación de los pueblos si no se defiende el derecho al desarrollo y a la integración.
Al comienzo de este siglo XXI, los poderes mundiales tuvieron en América de Sur un muro de resistencia contra el avance del neoliberalismo. Eran los tiempos cuando Chávez, Kirchner y Lula demostraron que la unión entre estos gobiernos progresistas generaban una fuerza que podía vencer la hegemonía unipolar. En 2005, se le produjo una derrota histórica en Mar del Plata, cuanto se detuvo al ALCA. Evidente, ellos, no nos perdonan esa derrota, que significó detener una iniciativa anexionista a escala continental promovida por la nación capitalista más poderosa del mundo.
En los diez últimos años América Latina y el Caribe decidió un camino que iba a contracorriente del guión dominante. Se reposicionó la necesidad y el derecho a la integración, una que no nos desintegre, integral, una que nos convierta en un polo de poder regional, una integración que vaya de la mano con la superación del subdesarrollo y la dependencia.
-¿Este es un asunto sólo de Venezuela?
-No debe quedar duda que esta arremetida contra América Latina, contra Venezuela, contra Argentina, contra Brasil va acompañada de la vieja estrategia de promover los tratados de libre comercio, de resucitar el ALCA por otros mecanismos, más eufemísticos. Estamos en presencia no sólo de un nuevo ciclo de injerencia sino de una amenaza grave a la integración latinoamericana y caribeña.
Y eso es así porque la integración regional condujo a un concepto más sólido: la unión latinoamericana, donde la solidaridad y la inclusión predominan como principal valor. Aprendimos a defendernos en bloque y demostrar que es posible la unión de la diversidad. Estamos seguros, éste no es un asunto sólo de Venezuela.
-La integración ¿es un asunto sólo de los gobiernos?
-No podemos negar que los gobiernoshan tenido y tienen un papel fundamental en este proceso que redimensionó a Mercosur, creó el ALBA y forjó algo más complejo como la CELAC. Sin embargo, no se debe ignorar el papel y la participación que han tenido los movimientos sociales y las organizaciones populares en la promoción de las ideas y las acciones de la integración. Debemos mantener en nuestra memoria que las cumbres tenían a la par grandes concentraciones de organizaciones populares que tomaban para sí las banderas de la unidad latinoamericana. La integración es fundamentalmente la integración de los pueblos.
No es un asunto solo de los gobiernos y de las burocracias nacionales y multilaterales, sino que involucra a los actores principales que la impulsan y ponen sus esperanzas en ella: a los trabajadores, a los productores y a todos los habitantes de los territorios involucrados. No podemos hablar en términos abstractos de integración y desarrollo si no consideramos a los productores, a los trabajadores y a los empresarios.
Las estructuras productivas en nuestros países responden a la realidad del capitalismo dependiente, periférico y subdesarrollado. Es un dilema, especialmente en Venezuela, superar el obstáculo que implica que los empresarios nacionales dejaron de serlo y se plegaran a los intereses trasnacionales. El neoliberalismo fue muy inteligente al vender la idea que era rentable sustituir la noción de patria y de nación por la de mercados.
-Se creó un imaginario de que integración es sólo comercio
-Una de las trampas ideológicas que utilizó el neoliberalismo para desdibujar la perspectiva nacional, fue la idea de que el comercio era desarrollo y que la integración era integración comercial. Pero esa ha sido otra lección de estos últimos años, que lo productivo es fundamental para la integración. Es, ante todo, integración productiva. El libre comercio está demostrando que tiene una capacidad letal para desmontar los aparatos productivos y convertir los estados en coto de caza de la delincuencia organizada y del capital financiero.
La superación de las asimetrías es fundamentalmente la superación de esa visión reduccionista e interesada de la integración comercial, para centrar la atención en la integración productiva. Esta es otra lección: la idea de la integración productiva fue ganando espacio en los discursos.
Promover una nueva matriz productiva no es sólo una estrategia nacional sino que lleva a una estrategia regional y, por tanto le da impulso y sentido a la integración. Se trata entonces que el derecho a la autodeterminación, la lucha contra la dependencia, implica proyectos conjuntos de producción de alimentos; proyectos de que hagan posible que la región produzca medicamentos genéricos, alimentos, equipos y maquinarias, tecnologías, conocimiento.
Debemos defender el legado reciente de las experiencias de nuestros procesos políticos y de la integración, y uno de ellos ha sido la defensa de nuestros recursos naturales y del manejo soberano de los mismos es una de las lecciones más importantes en este andar. La canalización de la renta proveniente del manejo soberano de los recursos naturales hacia los sectores populares es una de los rasgos más resaltantes del período en referencia,
-Usted sostiene que el desarrollo y la integración debe ser integral
-Otra de las lecciones, es la concepción integral de lo que significa la integración: la insistencia en la superación de las asimetrías, la integración productiva y el protagonismos de lo social, la defensa de los derechos humanos, de nuestras culturas. La integración requiere de la construcción de una nueva arquitectura económica regional. El cambio de matriz productiva, la inversión en infraestructura y en proyectos socio-productivos requiere evadir el cerco que nos ha tendido tanto el capital financiero especulativo y como la planificación de las empresas trasnacionales .
Es necesario que en las agendas de los actores involucrados se reposicionen ideas que nacieron de esta época, la creación de instrumentos de financiamiento del desarrollo –como el Banco del Sur-, la utilización de monedas nacionales, el fortalecimiento de los mecanismos de pagos a través de la cooperación, la reducción de la fuga de excedentes a través del fortalecimiento de los mecanismos de control de capitales.
Todo esto en una coyuntura potencialmente peligrosa para la región, donde cambios de la economía mundial pueden crear desequilibrios en las balanzas de pagos en los países que conduzcan a salidas que pondrían en riesgo la integración.
Estamos enfrentando una arremetida contra la unidad latinoamericana y especialmente contra los avances y logros que generaron los gobiernos y los pueblos en la integración. Los partidarios de mantener nuestras sociedades y nuestras economías en una relación subordinada, se reorganizaron, vistieron de otro ropaje sus propuestas de libre comercio. Está en marcha una contrarrevolución conservadora contra los logros alcanzados en nuestro sur; se reactivan propuestas de desarrollo favorables al libre comercio. Los sectores más reaccionarios se disfrazan de abanderados de la defensa de los derechos humanos y la democracia.
Suponen, cínicamente, que los pueblos sufren de una gran pérdida de memoria, para que no relacionen la complicidad que -en el pasado- estos poderes fácticos tuvieron con la violación de los derechos humanos y la promoción de dictaduras, o la más reciente práctica de promover “golpes suaves”…
Ese proceso de producción de amnesia colectiva cuenta con el inmenso poder que tienen los medios de comunicación corporativos para producir mentiras, confundir y manipular privatizando la opinión pública. La estructura de la desigualdad la mantienen no sólo el capital financiero, las instituciones financieras internacionales, o el complejo industrial-militar, sino que tienen un puntal fundamental en las grandes cadenas privadas de comunicación, las que se atribuyen el poder de determinar cuál gobierno es bueno y cuál es malo, de acuerdo a los intereses del capital que ellos defienden.
Pero tenemos reservas históricas, morales y sabiduría no sólo para resistir sino también para pasar a la ofensiva, retomando las ideas de integración integradora, proponiendo ideas frescas y propuestas posibles. Por eso es necesario defender la autodeterminación de los pueblos, la independencia y la soberanía, defendiendo el derecho a desarrollarnos, a unirnos como patria grande, a producir lo que necesitamos comer, a producir lo que necesitamos para mejorar las condiciones de salud de nuestros pueblos, para fortalecer nuestras economías disminuyendo la dependencia; el derecho a manejar nuestros recursos naturales, el derecho a construir carreteras, vías férreas, puertos y ciudades que beneficien a nuestros pueblos, y que no fortalezcan las venas abiertas.
*Publicado en Miradas al Sur, 25-04-2015