2015: El año que viviremos en peligro
Carlos Carcione – Le Monde diplomatique, Colombia
Foto: Malva Suárez Silva
La economía y la sociedad venezolana viven momentos cruciales: inflación desbocada, pérdida del poder adquisitivo del salario, retroceso en las conquistas sociales de la Revolución Bolivariana, recuperación de espacios por parte de los conglomerados del petróleo y del capital privado. ¿Cómo evitar que la sociedad regrese a los indicadores y a las políticas que le caracterizaron hasta 1998?
En febrero de 2014 el entonces vicepresidente del área económica, Rafael Ramírez, anunció la creación de un nuevo sistema cambiario, el Sicad II, que iniciaba operaciones a un tipo de cambio de 50 bolívares por dólar, mientras que el paralelo se encontraba para la fecha en 90 bolívares. Ramírez afirmó, entonces, que con esa medida se pulverizaría el dólar paralelo.
Han transcurrido doce meses desde aquel anuncio, y el nuevo vicepresidente del área, Rodolfo Marco Torre, en conjunto con el presidente del Banco Central de Venezuela (BCV), Nelsón Merentes, confirmaron la eliminación del Sicad II y la apertura del Simadi. Este nuevo sistema inició sus operaciones, una semana después del anuncio, cotizando a 160 bolívares por dólar, para entonces el paralelo ya tocaba los 190 bolívares. Una vez más triunfaba el dólar paralelo. Para entonces Ramírez se encontraba “exiliado” como embajador del país en la ONU, mientras el Bolívar Fuerte, contrario a lo anunciado por este funcionario, está en camino de ser “pulverizado”.
Unas pocas semanes después, a las 6 pm del viernes 6 de marzo, el dólar paralelo cotizó a 269,32 bolívares. Esto significa 42,75 veces por encima del tipo de cambio para alimentos y medicinas que el gobierno nacional mantiene a 6,30 en la relación dólar/bolívar. Mientras que si se toma el nuevo tipo de cambio oficial, de los 3 existentes, el Simadi, a la misma hora del mismo día cotizó en 177,90 bolívares por dólar, es decir 28,24 veces sobre la tasa mínima.
Esta relación es una fotografía del desquicio de la economía venezolana. Los precios de las mercancías en una economía de mercado tienden a relacionarse con su costo de reposición y ese cálculo en una economía netamente importadora como la que nos ocupa, parte de que la referencia para esa reposición no es el valor oficial más bajo, sino el más alto de la divisa. Es así como tenemos que, con un salario mínimo mensual de 5.700 bolívares un trabajador criollo puede acceder a bienes y servicios por un total de 21 dólares al mes, comparado con el tipo de cambio paralelo. Y comparado con la tasa Simadi no mejora demasiado, el poder de compra de igual forma quedó reducido a 32 dólares mensuales.
¿Qué ha pasado para que esta sociedad haya llegado a este nivel de desquicio? ¿Cómo detener esta dinámica que pulveriza, junto con la moneda nacional, las condiciones de vida de la población que vive de su trabajo y amenaza, al mismo tiempo, las conquistas de 15 años de Proceso Bolivariano? ¿Por dónde empezar a atacar la emergencia?
Es una crisis inocultable, profundizada, al mismo tiempo, por la caída de los precios del petróleo, cuya lenta recuperación hace que la crisis sea todavía más aguda. Esta situación, en combinación con las ofensivas políticas, la agresiva injerencia de Estados Unidos y los intentos destituyentes de la derecha local, provocan que en el terreno económico el 2015 se presente como un año en el que viviremos en peligro.
Maduro y la caída de los precios del petróleo
Las condiciones presentes en la coyuntura configuran la posibilidad de una “tormenta perfecta”. Si algo faltaba para que estas condiciones estén al borde de precipitarse, era la caída de los precios del petróleo. Suponiendo que se produce, como pronostican los expertos más optimistas, una recuperación que lleve el promedio anual del barril a $55/60, el país estaría dejando de recibir entre 23.000 y 27.000 millones de dólares por año. Si descontamos las necesidades operativas de Petróleos de Venezuela (Pdvsa), que significan alrededor de 17.000 millones, y restamos los 11.000 millones que deberá pagar el país a lo largo de 2015 de Deuda Soberana y de Pdvsa, el total de divisas disponibles rondaría los 12.000 millones dólares. Un quinto de las divisas destinadas a importaciones en 2012.
Pero el rumbo elegido por el presidente Maduro ante esta encrucijada, diseñado a propósito de las Leyes Habilitantes sancionadas a finales de 2014, no ataca el problema que afecta la vida cotidiana de las mayorías nacionales, por el contrario aporta a la desestabilización nacional porque cede a la presión del capital y abre las puertas a imposiciones más severas.
Durante los últimos dos años presenciamos al menos tres momentos en los que estuvieron presentes y fueron desaprovechadas oportunidades de oro para corregir el rumbo: 1) En noviembre de 2013 se decidió atacar la especulación en los precios. La medida conocida como Dakazo dio como resultado inmediato el triunfo contundente en las elecciones municipales de finales de ese año. Pero se retrocedió en enero de 2014 con una nueva devaluación y aflojando los controles de precios que habían dado un importante resultado político. 2) El periodo inmediatamente posterior al triunfo electoral en las presidenciales de abril de 2013. El camino entonces elegido fue el de las Mesas de Paz Económica con los empresarios, en las que les otorgaron a los agremiados de Fedecamaras, Lorenzo Mendoza y otros, gran parte de lo solicitado: ventajas crediticias, aumentos de precios en productos regulados, facilidades para la importación de materias primas necesarias para la producción. Pero estos no cumplieron su palabra de abastecer el mercado interno, como fue su compromiso. Por el contrario fueron por más, reclamaron una supuesta deuda en dólares no liquidados por operaciones de importación previas. 3) También se perdió, hasta ahora, la oportunidad de frenar el desfalco a la nación estimado por diversos estudios en alrededor de 259.000 millones de dólares provocado por maniobras mafiosas con las importaciones y la especulación financiera, en el periodo comprendido entre 1998 y 2013 (1).
Avalando la afirmación sobre el desfalco a la nación, los dirigentes sindicales del sector automotriz afirman, según investigaciones propias documentadas y presentadas a las autoridades nacionales que: “Las empresas ensambladores de automóviles, la mayoría de ellas transnacionales norteamericanas y japonesas, recibieron durante la vigencia del control de cambios dólares suficientes para producir el tripe de automóviles que los que en verdad produjeron”.
La última oportunidad perdida fueron las leyes habilitantes de finales de 2014. En ellas se volvió a ceder al capital privado sin resultados a la vista. Fueron aprobadas, por ejemplo: a) una nueva ley de inversiones extranjeras que ratifica cláusulas de dependencia como la que prohíbe la “doble tributación”. Se aumenta la participación accionaria a las petroleras transnacionales en su asociación con Pdvsa, pasando de un máximo de 40 por ciento hasta el 49 del capital de las empresas mixtas que operan en la Faja del Orinoco. b) Se habilitaron unas zonas económicas especiales que limitan soberanía territorial y legal, eliminando en ellas, por ejemplo, la aplicación de la ley que regula las relaciones laborales. c) Una reforma tributaria que fortalece la tendencia regresiva de la tributación en el país.
El nuevo modelo productivo para la independencia nacional
A medida que el margen de maniobra para gobernar la economía se adelgaza, las propuestas alternativas de solución a la crisis se abren en tijeras. El debate ideológico no es menor. Los autodenominados “pragmáticos”, entre ellos opositores expertos en economía y por otra parte, reconocidos chavistas, apelan al recetario clásico de los organismos internacionales del fracasado Consenso de Washington: disciplina fiscal, eliminando los subsidios que benefician a la población de menos recursos; ajuste monetario con híper devaluaciones, volviendo al Producto Interno Bruto (PIB) y en los niveles de vida de la población a los parámetros anteriores a 1998; privatización del control y distribución de la renta petrolera como base para volver a la apertura petrolera privatizadora de Pdvsa, iniciada por Caldera, gobierno previo a Chávez. Es claro, contrario a lo difundido por estos voceros, que estas medidas acentuarán las características especulativas, rentísticas y antipopulares del capitalismo dependiente venezolano, y pasando por el infierno de la hiperinflación desmantelarán las conquistas sociales logradas tras 15 años de construcción del Proceso Bolivariano.
Pero no es ineluctable que suceda de esta forma. Hay otra salida. Una que podemos verla reflejada en los momentos cruciales que vivió el propio Comandante Chávez. En el paro patronal y el sabotaje petrolero, en la crisis de los precios del petróleo de 2008 y en la crisis bancaria de 2009/2010 (2).
En todas ellas hubo dos principios a los que Chávez ató su política: en primer lugar, la defensa de la soberanía nacional; en segundo término, pensar la política económica para mantener las conquistas y el nivel de vida del pueblo venezolano.
Con igual perspectiva, las medidas necesarias para la emergencia, articuladas en un plan de emergencia para el 2015, pensado como el primer paso para la construcción de un nuevo modelo productivo deberían incorporar: a) Moratoria de la deuda externa hasta superar la iliquidez en divisas e investigar la legitimidad de esa deuda (3). b) Romper el patrón mafioso de acumulación de capital, deteniendo el desfalco a la nación realizando una auditoria pública y ciudadana para recuperar los dólares fugados. c) Monopolio del comercio internacional. d) Nacionalización del crédito para volcar esos recursos al financiamiento de un nuevo modelo productivo. e) Reforma tributaria integral para que el déficit estatal lo financien los sectores que más ganaron, especialmente el capital financiero. f) Salario amarrado al dólar promedio de los distintos tipos de cambio, con un mínimo que parta de la última estimación oficial que indicaba un salario mínimo de 740 dólares. g) Planificación democrática de un plan agrario e industrial para sustituir importaciones básicas como: alimentos, productos de industria liviana y mediana, dándole nuevo impulso a las industrias básicas con el control de sus trabajadores.
Entre estos dos caminos, grosso modo, es que deberá decidir el presidente Maduro. No hay una tercera vía. Si cae en la ilusión del mantener el rumbo que proponen los “pragmáticos” se profundizará el desquicio de la economía y crecerá la desestabilización política, como pudo comprobarse en los últimos dos años. Si por el contrario decide rectificar y avanzar, como lo habría hecho Chávez, por el camino de la soberanía del país y el respeto a las necesidades populares, no será fácil, pero estará cumpliendo con el legado heredado el 5 de marzo de 2013.
Dilema crucial a resolver por Maduro y su equipo inmediato. El 2015 será recordado como el año en el que el experimento social, político y económico conocido en el mundo como Revolución Bolivariana enfrentó su prueba de fuego.
Notas
1 Sinfonía de un desfalco a la nación: tocata y fuga de capitales. Equipo de Investigación de Marea Socialista. http://www.aporrea.org/contraloria/n257348.html
2 En septiembre de 2009 estalló una burbuja financiera especulativa por la negociación de Notas Estructuradas, un instrumento que utilizaban los bancos para especular con los papeles de deuda soberana. Esta crisis llevó a la quiebra a 15 bancos que debieron ser nacionalizados para preservar los puestos de trabajo y los ahorros.
3 Raspar la olla para pagar la deuda. Equipo de investigación de Marea Socialista. http://www.aporrea.org/contraloria/n258820.html
* Periodista especializado en economía. Investigador del Centro Internacional Miranda. Miembro del Consejo Editorial de la Revista “Comuna” –pensamiento critico en la revolución. Coordinador del Equipo de Investigación de Marea Socialista.