Un año duro
Eleazar Diaz Rángel-Últimas Noticias
Bien duro ha sido este año. No es para comparar con el año 14 de hace 200 años, y tampoco con el 2002 del derrocamiento de Hugo Chávez, de rápida recuperación y remata cuando en el 2004 los batuqueó contra el suelo en el referendo y poco después en su nueva elección
Bien duro ha sido este año. No es para comparar con el año 14 de hace 200 años, y tampoco con el 2002 del derrocamiento de Hugo Chávez, de rápida recuperación y remata cuando en el 2004 los batuqueó contra el suelo en el referendo y poco después en su nueva elección. Con todo y tener un pueblo menos organizado.
En 2013 hubo una campaña presidencial donde, por primera vez, Chávez estaba ausente, y con él mucha gente partidaria cuya tristeza la hizo abstenerse y poner en riesgo la victoria. Triunfo que la oposición pretendió desconocer, como es costumbre, y llamados sus seguidores a arrecharse, dejaron un saldo de 14 muertos y numerosos heridos y daños a la propiedad pública y privada. Y con importantes efectos en el exterior, toda vez que Washington esperó varios meses antes de reconocer la elección de Maduro. Nunca había ocurrido un hecho así, ni después de la “revolución de octubre” (1945) ni del derrocamiento de Rómulo Gallegos (1948). A los pocos días de esos golpes de Estado les dieron el visto bueno.
Con tales antecedentes, el 2014 propiamente comienza con la ejecución de un plan denominado “La Salida”, que tenía como objetivo desestabilizar al Gobierno, obligar a la renuncia de Maduro y, en todo caso, sacarlo del poder. Fueron los meses de las guarimbas iniciadas el 6 de febrero con el asalto a la residencia de la Gobernación del Táchira, acentuadas desde el 12 con los ataques a la Fiscalía General y que se prolongaron todo abril.
Como se ha demostrado después, fueron acciones subversivas, con armas de fuego, incluidos morteros, y explosivos, todo debidamente financiado en dólares, que dejaron 47 muertos, muchos de ellos oficiales y efectivos de la Fanb, centenares de heridos y considerables daños materiales, particularmente en el Este de Caracas, Valencia (Car) y San Cristóbal (Tác).
Derrotada esta ofensiva violenta. En el Gobierno percibieron los primeros indicios de una guerra económica, y cuando fue denunciada como tal, escribí aquí lo que había ocurrido en Chile para derrocar al presidente Allende luego de las decisiones tomadas en Washington de “hacer chillar” la economía chilena, lo que en efecto lograron. No son cuentos. Sé que no todo el contrabando de extracción ni el desabastecimiento son efectos de esa guerra, pero son importantes ingredientes. A lo que se suma el cierre de los créditos internacionales, el desprestigio de las casas calificadoras de riesgo y, sobre todo, la abrupta baja de los precios del petróleo.
Todo lo viene soportando el gobierno de Maduro con esfuerzos para que la inversión social, sus compromisos con los pobres, no sean afectados. Menuda tarea en estas condiciones.
Aún tenemos que añadir esa ley que nació en el grupo archiconservador del Senado, y que aprobada por los representantes, promulgó el presidente Obama. Ahora puede sancionar a funcionarios venezolanos que, presuntamente, hayan desconocido los derechos humanos, convertida así la Casa Blanca en juez y policía del mundo. Nunca visto.
Y, por supuesto, sin cesar, desde que Maduro asumió la presidencia el 19 de abril del 2013, se ha agudizado, porque ya existía, sin un día de respiro, una campaña de desinformación de las agencias y demás servicios informativos internacionales, y de los grandes medios, contra su gobierno, contra la economía venezolana y contra todo el país. Analizadas aquí con expertos venezolanos y del exterior. De allí las opiniones negativas que sectores de la población de los países latinoamericanos, en EEUU y países europeos, y diversas instituciones internacionales, tienen sobre Venezuela.
Ese, a grandes rasgos, ha sido este año 2014 para el presidente Maduro.Veremos cómo lo enfrentará.