Casi la mitad de la tercera edad mundial no percibe siquiera una pensión
Como consecuencia, señala el informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). la mayoría de las mujeres y hombres de edad del mundo no tienen una seguridad del ingreso, carecen del derecho a jubilación y deben seguir trabajando el mayor tiempo posible, con frecuencia mal remuneradas y en condiciones precarias.
En el mundo, cada mes 1.000.000 de personas cumple 60 años. Actualmente una persona de cada diez de la población mundial ttiene más de 60 años; en 2025 será una de cada cinco, y en 2050 la proporción de mayores de 60 años será superior a la de menores de 15 años. Un 60% de las personas mayores viven en el mundo en desarrollo, en 2020 serán 70%. Huelga decir que las cifras previstas por los organismos internacionales pueden cuestionarse pero, de todos modos la tendencia es clara.
En general, un tiempo colmado de variadas experiencias parece corto mientras pasa y largo cuando se lo recuerda. Por el contrario, el tiempo vacío parece largo en tanto transcurre y breve a recordarlo. A medida que envejecemos el tiempo parece más corto, después de cumplir los cincuenta o los sesenta los años parecen meses, mientras que para un niño un día parece un siglo.
No obstante, ver el lado positivo de las capacidades de los ancianos no es negar los problemas que surgen cuando las personas muy mayores y dependientes representan una proporción creciente de la población de cualquier sociedad. Los sistemas de seguridad tradicionales sufren las graves tensiones que conllevan el proceso de desarrollo y aunque los organismos internacionales no cesan de subrayar la necesidad de los ancianos los imperativos económicos tienden a socavarlos.
La mundialización genera mucha tensión en el tejido social; cuando los gobiernos son incapaces de prestar seguridad social y las redes familiares se han estirado al máximo, debemos preguntarnos ¿como colmar la brecha? Según el informe, las políticas de consolidación fiscal adoptadas a partir de 2010 dieron lugar a una reducción de la protección social para las personas de edad. Las medidas de ajuste incluyeron recortes presupuestarios en los servicios de salud y otros servicios sociales, además de reformas como el aumento de la edad de jubilación, la reducción de las prestaciones y el incremento de las tasas de cotización. Estos ajustes están comprometiendo la idoneidad de los sistemas de pensión y de protección social, y disminuyendo su capacidad de prevención de la pobreza en la edad avanzada.
El informe analiza los sistemas de pensiones de 178 países. Constata que más de 45 países han alcanzado 90 por ciento de cobertura de las pensiones, y 20 países en desarrollo han logrado una cobertura universal de las pensiones o casi.
No obstante en los países ricos, los problemas ya han aparecido con una claridad meridiana. Los sistemas de seguridad social no pueden sostener el número creciente de beneficiarios apoyadas por una proporción cada vez menor de contribuyentes, estimulados además, por prácticas políticas de un gran costo social como lo son el desempleo, el incumplimiento de los convenios salariales, el trabajo marginal, los contratos temporarios etc..
Las actuales políticas económicas llevadas adelante – tanto en los paises industrializados, tanto en los países emergentes- hace que los ancianos, que en vez de considerarlos depositarios de un valioso saber, se les vea como competidores respecto a los escasos recursos disponibles. Por otra parte, en muchas sociedades el “desarrollo” y la “modernización” han socavado la autoridad de los mayores y los sistemas de conocimiento de larga data se han deteriorado o se han ido abandonando paulatinamente.
A muchos jóvenes les molesta que los abuelos compartan el hogar familiar. Cuando hay una fiesta, los mayores no cenan, se les exige muchas veces que se alejen de la fiesta. Ocupan habitaciones que los nietos quisieran para sus juegos de vídeo, televisores etc.
La esperanza de vida más larga ha perjudicado el respeto que se tenía antes a aquellos pocos que alcanzaban una edad venerable. La venerabilidad es consecuencia de la escasez, por lo que en un mundo que envejece declina a ojos vista esta virtud.
En un mundo de movilidad creciente donde las redes familiares se deshilachan y las desigualdades entre ricos y pobres siguen aumentando, el dolor y los problemas de los ancianos muestran una congruencia sorprendente a través del tiempo. El envejecimiento de la población no es en sí mismo un desastre, pero sin la visión y energía necesarias para transformar la sabiduría que otorga el paso del tiempo en una ventaja para la humanidad, bien podría llegar a ser un desastre por sigilo y omisión.
Un sueño de detalles insignificantes de aumentos míseros, que cuando se abra la puerta y alguien nos diga “es su turno señor” comenzara realmente el camino de la paupèrizante jubilación… hasta ese momento vivimos un intervalo del presente…vacío de sustancia….y lleno de miseria, eso sí “demócratas y libres”.
Erase una vez, un anciano que vivía con su hijo, su nuera y su nieto. A la pareja le resultaba una carga pues no quería a un anciano físicamente disminuido en su hogar. Entonces decidieron acabar con el problema: el hijo puso al padre en un cesto con la intención de llevarlo a la jungla y abandonarlo. El nieto, viendo lo que ocurría dijo; “Papa, no te olvides del cesto” ¿Por qué? pregunto el padre, y el hijo respondió “… porque me hará falta cuando usted sea viejo”. (Cuento bengalí)
*Miembro de la Plataforma Descam Ginebra y del Consejo de Redacción del Hebdolatino